A esta “manada” política hay que obligarla a que se someta a las urnas y los ciudadanos debemos forzar la regeneración de un sistema político que está profundamente podrido y que impide el avance de la nación. Sánchez será tan felón como Rajoy, los
partidos seguirán siendo un refugio de delincuentes, la ley electoral seguirá siendo un lastre antidemocrático, la separación de poderes será una quimera, Las taifas seguirán siendo el cancer de España, el PNV seguirá dominando España y el nacionalismo catalán continuará comportándose como el peor de nuestros enemigos y empujándonos hacia la balcanización.
No se trata de que los de Sánchez sean mejores o peores que el PP con Rajoy al frente, sino que a Rajoy lo habíamos elegido nosotros y tenia la legitimidad de las urnas, mientras que Sanchez y su pandilla han llegado al poder a través de un maldito contubernio de chorizos, hijos del odio y enemigos de la nación.
Rajoy era un indolente, arrogante, corrupto y falso, pero era “nuestro” presidente, elegido con nuestros votos, mientras que Sanchez no es “nuestro”, ni sabemos de quién es y a qué o quienes obedece. Es un hombre sin programa y sin promesas, lo que siempre es un peligro mortal en política.
Nuestros políticos llevan cuatro décadas emponzoñando España, sin dar la talla y estropeando todo lo que tocan, conduciendo el pais hacia la ruina y la ruptura de su unidad. No debemos soportar ni un día más una España con los ciudadanos marginados. Ni una decisión más tomada por tipejos que ignoran a la ciudadanía y cuya ética cabe en un pastillero.
La democracia prefiere un mal gobierno elegido por nosotros y sometido a nuestra voluntad popular que un gobierno mejor, pero producto de maniobras y conspiraciones. En eso consiste, precisamente, el sistema, que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, lo que quiere decir un gobierno elegido por el pueblo, que gobierne en nombre del pueblo y para el interés general y el bien común de todo el pueblo.
Pero en honor a la verdad hay que decir que Rajoy es culpable en gran medida de que los enemigos de España se hayan hecho con el poder y con una influencia que pueden llevarnos a la ruina y el desastre. A Rajoy le ha matado la arrogancia, más que Pedro Sánchez, la indolencia o la corrupción. Estaba solo, carecía de amigos y ni siquiera sus votantes han derramado una lágrima tras su caída.
La mayor arrogancia en democracia es despreciar al ciudadano, definido por el sistema como soberano. Rajoy nos ha ignorado, marginado, engañado y estafado ignorando la voluntad popular, incumpliendo las promesas electorales que hizo y haciendo recaer sobre el pueblo todo el peso de la crisis, acribillándolo a impuestos y recortándoles servicios, sueldos, pensiones y hasta la esperanza.
Las campanas no tocan hoy a duelo por la muerte política de Rajoy sino por falta de ilusión y esperanza, por miedo a que España siga ahora igual que antes, sin ética, disgregándose, con el pueblo marginado, conservando vivas las letales autonomías, sin democracia y sin futuro.
La única solución está en manos de los ciudadanos, que deben, de una vez por todas, aprender la lección de que los políticos no son de fiar ni aliados del pueblo, sino peligrosos y ambiciosos con demasiado poder. Si el pueblo no se organiza en “Resistencia” frente a la miseria que nos está gangrenando, estamos perdidos.
Francisco Rubiales
partidos seguirán siendo un refugio de delincuentes, la ley electoral seguirá siendo un lastre antidemocrático, la separación de poderes será una quimera, Las taifas seguirán siendo el cancer de España, el PNV seguirá dominando España y el nacionalismo catalán continuará comportándose como el peor de nuestros enemigos y empujándonos hacia la balcanización.
No se trata de que los de Sánchez sean mejores o peores que el PP con Rajoy al frente, sino que a Rajoy lo habíamos elegido nosotros y tenia la legitimidad de las urnas, mientras que Sanchez y su pandilla han llegado al poder a través de un maldito contubernio de chorizos, hijos del odio y enemigos de la nación.
Rajoy era un indolente, arrogante, corrupto y falso, pero era “nuestro” presidente, elegido con nuestros votos, mientras que Sanchez no es “nuestro”, ni sabemos de quién es y a qué o quienes obedece. Es un hombre sin programa y sin promesas, lo que siempre es un peligro mortal en política.
Nuestros políticos llevan cuatro décadas emponzoñando España, sin dar la talla y estropeando todo lo que tocan, conduciendo el pais hacia la ruina y la ruptura de su unidad. No debemos soportar ni un día más una España con los ciudadanos marginados. Ni una decisión más tomada por tipejos que ignoran a la ciudadanía y cuya ética cabe en un pastillero.
La democracia prefiere un mal gobierno elegido por nosotros y sometido a nuestra voluntad popular que un gobierno mejor, pero producto de maniobras y conspiraciones. En eso consiste, precisamente, el sistema, que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, lo que quiere decir un gobierno elegido por el pueblo, que gobierne en nombre del pueblo y para el interés general y el bien común de todo el pueblo.
Pero en honor a la verdad hay que decir que Rajoy es culpable en gran medida de que los enemigos de España se hayan hecho con el poder y con una influencia que pueden llevarnos a la ruina y el desastre. A Rajoy le ha matado la arrogancia, más que Pedro Sánchez, la indolencia o la corrupción. Estaba solo, carecía de amigos y ni siquiera sus votantes han derramado una lágrima tras su caída.
La mayor arrogancia en democracia es despreciar al ciudadano, definido por el sistema como soberano. Rajoy nos ha ignorado, marginado, engañado y estafado ignorando la voluntad popular, incumpliendo las promesas electorales que hizo y haciendo recaer sobre el pueblo todo el peso de la crisis, acribillándolo a impuestos y recortándoles servicios, sueldos, pensiones y hasta la esperanza.
Las campanas no tocan hoy a duelo por la muerte política de Rajoy sino por falta de ilusión y esperanza, por miedo a que España siga ahora igual que antes, sin ética, disgregándose, con el pueblo marginado, conservando vivas las letales autonomías, sin democracia y sin futuro.
La única solución está en manos de los ciudadanos, que deben, de una vez por todas, aprender la lección de que los políticos no son de fiar ni aliados del pueblo, sino peligrosos y ambiciosos con demasiado poder. Si el pueblo no se organiza en “Resistencia” frente a la miseria que nos está gangrenando, estamos perdidos.
Francisco Rubiales
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