«La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI», es el documento público de la Conferencia Episcopal Española, en que subraya la necesidad de que la escuela católica refuerce su identidad cristiana. Precisamente, estos días, se están viviendo ciertas discrepancias entre los obispos y la FERE-CECA, federación que agrupa al mayor número de centros católicos, ante la implantación de Educación para la Ciudadanía.
El texto de los obispos, señalando la prioridad urgente de «renovar y fortalecer la propia identidad de la escuela católica», argumenta que «la escuela católica está llamada a examinarse a sí misma y a responder a los nuevos retos planteados a la acción educativa cristiana; es un momento oportuno, para que la Iglesia Española promueva la renovación de la propia enseñanza católica y clarifique, a su vez, el servicio educativo que con ello aporta a la sociedad».
A este respecto, la CEE, abogando por la unidad entre todos los estamentos implicados en la acción educativa, propugna «una acción conjunta de la entidad titular, padres, profesores, personal no docente y alumnos uniendo sus fuerzas, cada cual según sus responsabilidades, a favor de una auténtica educación». Insiste en patentizar su desacuerdo con la Ley Orgánica de Educación (LOE) que, como asegura, «presenta ambigüedades que no nos pueden dejar de preocupar en materia de derechos y libertades y que, sin duda, generarán situaciones conflictivas en su desarrollo, en particular, en lo que afecta a la elección por los padres del tipo de formación religiosa y moral que responda a sus convicciones».
Los obispos reafirman su postura ante la Educación para la Ciudadanía: «El Estado no puede imponer legítimamente ninguna formación de la conciencia moral de los alumnos al margen de la libre elección de sus padres (...) Si el sistema educativo obligara a recibir otra formación de la conciencia moral, violentaría la voluntad de los padres y declararía implícitamente que la opción hecha por ellos (...) no es considerada válida por el Estado. Efectivamente, eso es lo que hace ahora el Estado con la nueva área creada por la LOE, bajo el nombre de Educación para la Ciudadanía».
Frente a esta aleccionante materia de carga ideológica, los obispos apuestan por la asignatura de Religión. «La enseñanza de la religión católica, reiteran, es básica y fundamental, para llevar a cabo el proyecto educativo católico». En este sentido, la CEE señala que «la formación religiosa se debe integrar en el conjunto de la programación general, no con carácter secundario de tono menor en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno, sino como elemento fundamental, para el desarrollo evolutivo de la personalidad en valores imprescindibles».
Cierto que la enseñanza religiosa escolar no evalúa la fe, pero ello no obsta, para que el Centro Católico en toda su labor formativa, en el marco climatológico de la Escuela, proponga, cuide y facilite las posibilidades de una preparación esencial en los fundamentos y doctrina cristianos, que provean al alumno de asideros robustos para dar respuesta a los vendavales de la vida y a las exigencias del Evangelio y de la fe en Dios.
Camilo Valverde Mudarra
El texto de los obispos, señalando la prioridad urgente de «renovar y fortalecer la propia identidad de la escuela católica», argumenta que «la escuela católica está llamada a examinarse a sí misma y a responder a los nuevos retos planteados a la acción educativa cristiana; es un momento oportuno, para que la Iglesia Española promueva la renovación de la propia enseñanza católica y clarifique, a su vez, el servicio educativo que con ello aporta a la sociedad».
A este respecto, la CEE, abogando por la unidad entre todos los estamentos implicados en la acción educativa, propugna «una acción conjunta de la entidad titular, padres, profesores, personal no docente y alumnos uniendo sus fuerzas, cada cual según sus responsabilidades, a favor de una auténtica educación». Insiste en patentizar su desacuerdo con la Ley Orgánica de Educación (LOE) que, como asegura, «presenta ambigüedades que no nos pueden dejar de preocupar en materia de derechos y libertades y que, sin duda, generarán situaciones conflictivas en su desarrollo, en particular, en lo que afecta a la elección por los padres del tipo de formación religiosa y moral que responda a sus convicciones».
Los obispos reafirman su postura ante la Educación para la Ciudadanía: «El Estado no puede imponer legítimamente ninguna formación de la conciencia moral de los alumnos al margen de la libre elección de sus padres (...) Si el sistema educativo obligara a recibir otra formación de la conciencia moral, violentaría la voluntad de los padres y declararía implícitamente que la opción hecha por ellos (...) no es considerada válida por el Estado. Efectivamente, eso es lo que hace ahora el Estado con la nueva área creada por la LOE, bajo el nombre de Educación para la Ciudadanía».
Frente a esta aleccionante materia de carga ideológica, los obispos apuestan por la asignatura de Religión. «La enseñanza de la religión católica, reiteran, es básica y fundamental, para llevar a cabo el proyecto educativo católico». En este sentido, la CEE señala que «la formación religiosa se debe integrar en el conjunto de la programación general, no con carácter secundario de tono menor en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno, sino como elemento fundamental, para el desarrollo evolutivo de la personalidad en valores imprescindibles».
Cierto que la enseñanza religiosa escolar no evalúa la fe, pero ello no obsta, para que el Centro Católico en toda su labor formativa, en el marco climatológico de la Escuela, proponga, cuide y facilite las posibilidades de una preparación esencial en los fundamentos y doctrina cristianos, que provean al alumno de asideros robustos para dar respuesta a los vendavales de la vida y a las exigencias del Evangelio y de la fe en Dios.
Camilo Valverde Mudarra