Por haber colocado en el poder a un incompetente lleno de peligro, España se enfrenta hoy al grave riesgo de que su Justicia se colapse y entre en crisis aguda. Pero lo malo es que el país se enfrenta también a otras situaciones límites en ámbitos como la economía, la educación, la convivencia, la ética y la política en general.
La principal culpa del drama la tienen los gobernantes, seguidos de la clase política en general y de la ciudadanía, habituada ya a usar las urnas como armas de odio y venganza e incapaz de elegir a personas de valor como gobernantes.
Nadie, en ningún momento, entra a averiguar si un político reúne o no las condiciones mínimas imprescindibles para el desempeño del puesto para el que ha sido nombrado. Los partidos tienen tanto poder que nos presentan como candidatos a miserables y a la ciudadanía le basta con ese aval, claramente insuficiente porque muchas veces son elegidos para las más altas magistraturas del Estado verdaderos canallas, torpes, depredadores, psicópatas, corruptos y sinvergüenzas.
Existe toda una conspiración que apoya a los mediocres. Nadie reacciona contra un miserable que accede al poder, siempre que haya sido elegido en las urnas. Los comunistas se dieron cuenta de que ese era el talón de Aquiles de las democracias y descubrieron que tomar el poder colocando a sus piezas como candidatos es más eficaz y rentable que hacerlo a través de la revolución o el golpe de Estado.
Los miserables son llevados en volandas por otros miserables, que los cuidan como tesoros. Cuando sus datos biográficos no son muy brillantes en cuanto a su formación y preparación, se ocultan, esconden o alteran y no se dan a conocer. Todo vale con tal de controlar el poder y ordeñar a las naciones.
El caso de España es especialmente terrible porque el país está siendo hoy mal gobernado y conducido sistemáticamente hacia el desastre, retrocediendo cada día en prosperidad, solvencia, ética, justicia, integridad, honor y valores. Los que lo conocen de cerca dicen de Pedro Sánchez que es tan arrogante y fatuo como aquel gallo que creía que el sol salía cada mañana para oírle cantar. Vivir en el lujo ostentoso, con todo pagado y rodeado de palmeros y bufones, han hecho de él un monstruo cegato y enmelado.
Ante los altos niveles de total irresponsabilidad política a que hemos llegado, creemos que ya es hora, de que todos estos señores que nos gobiernan, bien a nivel central, autonómico o municipal, e incluso los dirigentes de sindicatos, partidos y asociaciones partidistas, respondan de alguna manera de su gestión y de sus actos.
Exigimos por ello la promulgación de una Ley de Responsabilidades políticas, figura legal que lamentablemente no existe en nuestro compendio legislativo.
Todo el mundo puede libremente pensar como quiera y con total libertad, pero necesitamos una ley de responsabilidades políticas, que controle y sancione en su caso, los resultados de la gestión real y efectiva de nuestros políticos de cualquier partido o tendencia.
Esa ley tendrá que considerar sancionables la gestión alocada y defectuosa de los caudales públicos, las falsas promesas incumplidas, los enriquecimientos anormales, el engaño al ciudadano, los tratos de favor, la malversación de fondos, el despilfarro, etc,
Si existiera esta ley, los políticos futuros tendrían mas cuidado y los canallas y delincuentes huirían de los ambitos del poder por miedo a las sanciones, algo que España necesita dramáticamente.
España entera es hoy un abuso perpetrado por una clase política decepcionante que ha hecho lo que ha querido, sin controles democráticos y sin miedo a la Justicia. Nunca se había llegado a la desproporción enorme que hoy existe de funcionarios, muchos nombrados a dedo, la proliferación de cargos, asesorías, técnicos y burócratas, tanto a nivel estatal como en las autonomías y a nivel local de los Ayuntamientos, y laboral de los sindicatos, ni tampoco existía a nivel municipal, ninguna retribución económica a alcaldes y concejales, salvo en municipios superiores a cien mil habitantes.
El peligro de quiebra total a que esta llegando España, por la manifiesta incapacidad de la clase política que hoy nos gobierna, es el mejor argumento para que exista una ley que castigue a los opresores y canallas que se instalan en el corazón del Estado para destrozar la nación.
Francisco Rubiales
La principal culpa del drama la tienen los gobernantes, seguidos de la clase política en general y de la ciudadanía, habituada ya a usar las urnas como armas de odio y venganza e incapaz de elegir a personas de valor como gobernantes.
Nadie, en ningún momento, entra a averiguar si un político reúne o no las condiciones mínimas imprescindibles para el desempeño del puesto para el que ha sido nombrado. Los partidos tienen tanto poder que nos presentan como candidatos a miserables y a la ciudadanía le basta con ese aval, claramente insuficiente porque muchas veces son elegidos para las más altas magistraturas del Estado verdaderos canallas, torpes, depredadores, psicópatas, corruptos y sinvergüenzas.
Existe toda una conspiración que apoya a los mediocres. Nadie reacciona contra un miserable que accede al poder, siempre que haya sido elegido en las urnas. Los comunistas se dieron cuenta de que ese era el talón de Aquiles de las democracias y descubrieron que tomar el poder colocando a sus piezas como candidatos es más eficaz y rentable que hacerlo a través de la revolución o el golpe de Estado.
Los miserables son llevados en volandas por otros miserables, que los cuidan como tesoros. Cuando sus datos biográficos no son muy brillantes en cuanto a su formación y preparación, se ocultan, esconden o alteran y no se dan a conocer. Todo vale con tal de controlar el poder y ordeñar a las naciones.
El caso de España es especialmente terrible porque el país está siendo hoy mal gobernado y conducido sistemáticamente hacia el desastre, retrocediendo cada día en prosperidad, solvencia, ética, justicia, integridad, honor y valores. Los que lo conocen de cerca dicen de Pedro Sánchez que es tan arrogante y fatuo como aquel gallo que creía que el sol salía cada mañana para oírle cantar. Vivir en el lujo ostentoso, con todo pagado y rodeado de palmeros y bufones, han hecho de él un monstruo cegato y enmelado.
Ante los altos niveles de total irresponsabilidad política a que hemos llegado, creemos que ya es hora, de que todos estos señores que nos gobiernan, bien a nivel central, autonómico o municipal, e incluso los dirigentes de sindicatos, partidos y asociaciones partidistas, respondan de alguna manera de su gestión y de sus actos.
Exigimos por ello la promulgación de una Ley de Responsabilidades políticas, figura legal que lamentablemente no existe en nuestro compendio legislativo.
Todo el mundo puede libremente pensar como quiera y con total libertad, pero necesitamos una ley de responsabilidades políticas, que controle y sancione en su caso, los resultados de la gestión real y efectiva de nuestros políticos de cualquier partido o tendencia.
Esa ley tendrá que considerar sancionables la gestión alocada y defectuosa de los caudales públicos, las falsas promesas incumplidas, los enriquecimientos anormales, el engaño al ciudadano, los tratos de favor, la malversación de fondos, el despilfarro, etc,
Si existiera esta ley, los políticos futuros tendrían mas cuidado y los canallas y delincuentes huirían de los ambitos del poder por miedo a las sanciones, algo que España necesita dramáticamente.
España entera es hoy un abuso perpetrado por una clase política decepcionante que ha hecho lo que ha querido, sin controles democráticos y sin miedo a la Justicia. Nunca se había llegado a la desproporción enorme que hoy existe de funcionarios, muchos nombrados a dedo, la proliferación de cargos, asesorías, técnicos y burócratas, tanto a nivel estatal como en las autonomías y a nivel local de los Ayuntamientos, y laboral de los sindicatos, ni tampoco existía a nivel municipal, ninguna retribución económica a alcaldes y concejales, salvo en municipios superiores a cien mil habitantes.
El peligro de quiebra total a que esta llegando España, por la manifiesta incapacidad de la clase política que hoy nos gobierna, es el mejor argumento para que exista una ley que castigue a los opresores y canallas que se instalan en el corazón del Estado para destrozar la nación.
Francisco Rubiales
Comentarios: