Si le quitas a Alfonso Guerra su apego al sillón del poder, te quedas con un gran político, lúcido y con una madurez saludable. En estos momentos, su análisis sobre la situación de España es brillante y compartido por la mayoría del país. Ël cree que después de 40 años de avances, paz y verdadero progreso, España "ha entrado ahora en una dinámica de destrucción y retroceso". Lo que no dice Alfonso Guerra, que también es un poco sectario, es que el gran culpable de ese salto hacia el envilecimiento de España es su partido, el PSOE, que bajo el liderazgo de dos miserables dirigentes, Zapatero y Sánchez, se ha convertido en un partido contrario al bien común, cobijo de corruptos y adversario de nuestra nación.
Con su perfil actual, el PSOE sería un partido perdedor y fracasado en cualquier otra democracia de Europa, pero en España se dispone a gobernar. Puede que la causa de esa barbaridad, la que le permite ser hegemónico a pesar de sus miserias y traiciones, es que la derecha española, representada por el PP, es cobarde, está degradada y compite directamente con el socialismo en bajeza, corrupción y irrespeto a España y a la democracia.
Alfonso Guerra forma parte de esa vieja guardia del PSOE que ha roto con las ideas e iniciativas de Pedro Sánchez y que cree abiertamente que el actual secretario general del PSOE conduce a España hacia su perdición. No lo dice con toda la contundencia necesaria, pero al menos dice bastante y deja entrever el resto a cualquier español inteligente.
Por fortuna, la España que coincide con el criterio de Alfonso Guerra es todavía muy numerosa y saludable. Es cierto que Pedro Sánchez ha ganado las elecciones y que, por desgracia, hay millones de españoles que le votan, pero no es menos cierto que Sánchez tiene en contra al grueso de España, en cantidad y, sobre todo, en calidad. Contra el sanchismo y su pervertida alianza con Unidas Podemos están miles de intelectuales, muchos periodistas que no están comprados, las grandes empresas, la Iglesia, la Casa Real, la milicia, partidos tan fuertes como el PP, VOX y Ciudadanos, una parte importante y significativa, aunque minoritaria, del propio socialismo y millones de españoles indignados y preocupados, que no entienden la dinámica envilecida en la que ha penetrado el socialismo español.
A los muchos adversarios que el sanchismo tiene en España hay que agregar los que existen en el extranjero, donde despierta recelos e inquietudes en la OTAN, la OCDE, la Unión Europea, Estados Unidos, el FMI, el Banco Central Europeo, las grandes multinacionales, el gran capital inversor y en muchos otros espacios e instituciones del llamado "mundo libre", donde se rechaza el totalitarismo y se valoran las libertades, los derechos y una democracia que el inconsciente Pedro Sanchez está poniendo en peligro.
Lo del PSOE actual es incomprensible. Cuando un partido penetra en la vía de la destrucción y ni se da cuenta es porque está gravemente enfermo. Basta analizar los apoyos de Sánchez para concluir que el mundo que representa es un asco. Tiene a su lado a un partido comunista, como Unidas Podemos, cuya ideología acaba de ser condenada en la Unión Europea como una de las mas asesinas de la historia del mundo, junto con el nazismo. También cuenta con las alianza del nacionalismo vasco y catalán, dos mundos pervertidos y endogámicos llenos de odio a España que cultivan con mimo el rencor, la mentira, la manipulación, la violencia larvada y el golpismo, todo dirigido a romper España. Por último, entre sus aliados, figuran los herederos y defensores de los asesinos de ETA, una jauría de perros rabiosos incapaces de condenar los crímenes del terrorismo vasco.
Aunque lo nieguen, las facturas que Sanchez tendrá que pagar para compensar los apoyos de la escoria de maleantes que le apoyan terminarán por colocar a España contra las cuerdas y con provocar reacciones que podrían llevarnos a la confrontación, todo por culpa de un insensato con ambición desmedida y sin un ápice de ética en su alma.
¿Con esos aliados y malas compañías, cómo es posible que existan en España socialistas decentes que sigan apoyando la opción de Sánchez? La única explicación es la que asumen muchos analistas y expertos: el PSOE ha perdido todas sus ideas generosas y solidarias y ha sustituido las ideas fundacionales decentes por un pensamiento simplista, rapaz y mercenario que se caracteriza por la adoración al Estado fuerte, el ansia de gobernar y el reparto de los privilegios y beneficios derivados del poder político. Mas que un partido político al servicio de los ciudadanos, ese socialismo que es incapaz de pronunciar con orgullo la palabra España y que se avergüenza de la bandera y el himno de su nación, parece ya una banda mafiosa al servicio de la depredación.
Es tan perverso y bajuno el socialismo de Sánchez que, sin la menor duda, empezará pronto a resquebrajarse y a perder efectivos y apoyos, pues el mal, por mucho apoyo mediático, dinero y poder que posea, termina pudriendo la existencia de sus adeptos y convirtiéndoles en bestias inadaptadas y carcomidas.
No se puede condenar a España, que al menos en teoría es una democracia, a padecer un gobierno con participación comunista en algunos de sus ministerios y con proyectos tan degenerados como el irrespeto a la propiedad privada, la confiscación de viviendas a sus propietarios, la subida desmesurada de impuestos y la instalación del autoritarismo de lo público en el Estado.
España, aunque los socialistas de Sanchez no lo sepan, ha sido un gran país de valientes indómitos y, aunque ahora su pueblo parezca inmerso en la cobardía y la confusión, volverá a rebelarse cuando se de cuenta que está en manos indignas de llevar el timón de la patria y de controlar el destino común.
Francisco Rubiales
Con su perfil actual, el PSOE sería un partido perdedor y fracasado en cualquier otra democracia de Europa, pero en España se dispone a gobernar. Puede que la causa de esa barbaridad, la que le permite ser hegemónico a pesar de sus miserias y traiciones, es que la derecha española, representada por el PP, es cobarde, está degradada y compite directamente con el socialismo en bajeza, corrupción y irrespeto a España y a la democracia.
Alfonso Guerra forma parte de esa vieja guardia del PSOE que ha roto con las ideas e iniciativas de Pedro Sánchez y que cree abiertamente que el actual secretario general del PSOE conduce a España hacia su perdición. No lo dice con toda la contundencia necesaria, pero al menos dice bastante y deja entrever el resto a cualquier español inteligente.
Por fortuna, la España que coincide con el criterio de Alfonso Guerra es todavía muy numerosa y saludable. Es cierto que Pedro Sánchez ha ganado las elecciones y que, por desgracia, hay millones de españoles que le votan, pero no es menos cierto que Sánchez tiene en contra al grueso de España, en cantidad y, sobre todo, en calidad. Contra el sanchismo y su pervertida alianza con Unidas Podemos están miles de intelectuales, muchos periodistas que no están comprados, las grandes empresas, la Iglesia, la Casa Real, la milicia, partidos tan fuertes como el PP, VOX y Ciudadanos, una parte importante y significativa, aunque minoritaria, del propio socialismo y millones de españoles indignados y preocupados, que no entienden la dinámica envilecida en la que ha penetrado el socialismo español.
A los muchos adversarios que el sanchismo tiene en España hay que agregar los que existen en el extranjero, donde despierta recelos e inquietudes en la OTAN, la OCDE, la Unión Europea, Estados Unidos, el FMI, el Banco Central Europeo, las grandes multinacionales, el gran capital inversor y en muchos otros espacios e instituciones del llamado "mundo libre", donde se rechaza el totalitarismo y se valoran las libertades, los derechos y una democracia que el inconsciente Pedro Sanchez está poniendo en peligro.
Lo del PSOE actual es incomprensible. Cuando un partido penetra en la vía de la destrucción y ni se da cuenta es porque está gravemente enfermo. Basta analizar los apoyos de Sánchez para concluir que el mundo que representa es un asco. Tiene a su lado a un partido comunista, como Unidas Podemos, cuya ideología acaba de ser condenada en la Unión Europea como una de las mas asesinas de la historia del mundo, junto con el nazismo. También cuenta con las alianza del nacionalismo vasco y catalán, dos mundos pervertidos y endogámicos llenos de odio a España que cultivan con mimo el rencor, la mentira, la manipulación, la violencia larvada y el golpismo, todo dirigido a romper España. Por último, entre sus aliados, figuran los herederos y defensores de los asesinos de ETA, una jauría de perros rabiosos incapaces de condenar los crímenes del terrorismo vasco.
Aunque lo nieguen, las facturas que Sanchez tendrá que pagar para compensar los apoyos de la escoria de maleantes que le apoyan terminarán por colocar a España contra las cuerdas y con provocar reacciones que podrían llevarnos a la confrontación, todo por culpa de un insensato con ambición desmedida y sin un ápice de ética en su alma.
¿Con esos aliados y malas compañías, cómo es posible que existan en España socialistas decentes que sigan apoyando la opción de Sánchez? La única explicación es la que asumen muchos analistas y expertos: el PSOE ha perdido todas sus ideas generosas y solidarias y ha sustituido las ideas fundacionales decentes por un pensamiento simplista, rapaz y mercenario que se caracteriza por la adoración al Estado fuerte, el ansia de gobernar y el reparto de los privilegios y beneficios derivados del poder político. Mas que un partido político al servicio de los ciudadanos, ese socialismo que es incapaz de pronunciar con orgullo la palabra España y que se avergüenza de la bandera y el himno de su nación, parece ya una banda mafiosa al servicio de la depredación.
Es tan perverso y bajuno el socialismo de Sánchez que, sin la menor duda, empezará pronto a resquebrajarse y a perder efectivos y apoyos, pues el mal, por mucho apoyo mediático, dinero y poder que posea, termina pudriendo la existencia de sus adeptos y convirtiéndoles en bestias inadaptadas y carcomidas.
No se puede condenar a España, que al menos en teoría es una democracia, a padecer un gobierno con participación comunista en algunos de sus ministerios y con proyectos tan degenerados como el irrespeto a la propiedad privada, la confiscación de viviendas a sus propietarios, la subida desmesurada de impuestos y la instalación del autoritarismo de lo público en el Estado.
España, aunque los socialistas de Sanchez no lo sepan, ha sido un gran país de valientes indómitos y, aunque ahora su pueblo parezca inmerso en la cobardía y la confusión, volverá a rebelarse cuando se de cuenta que está en manos indignas de llevar el timón de la patria y de controlar el destino común.
Francisco Rubiales
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