El papa ha dicho que el cristianismo se parece mucho al comunismo y ha insistida en sus mensajes en el reparto de la riqueza, más que en la creación de esa riqueza, dos aspectos que, junto con su visible satisfacción cuando se encuentra con dictadores tiranos son el núcleo del rechazo mundial al papa de los católicos.
Pero la gota que ha colmado el vaso y ha elevado el tono de las críticas ha sido su incomprensible silencio ante la sanguinaria represión del pueblo que ha hecho el régimen comunista cubano, una actitud durísimamente criticada en todos los ámbitos del catolicismo y el mundo libre.
Al papa argentino se le acusa de estar más cerca del comunismo que de la democracia y más interesado en repartir la riqueza que existe que en incrementarla, ignorando hechos tan contundentes como los asesinatos de los regímenes comunistas y la pobreza y esclavitud que ese sistema impone allí donde gobierna.
El papa Francisco insta a los seres humanos a compartir y a dividir su riqueza en vez de a incrementarla. Sin embargo, este mensaje es problemático en tanto que, para poder compartir tu riqueza con los demás, en primer lugar, debes generarla. El pontífice olvida una verdad indiscutible: La riqueza no es una tarta que se reparte, sino una tarta que se expande gracias a los avances tecnológicos y la mejora de la productividad.
El papa Francisco, al que se le sitúa ideológicamente en la izquierda marxista, en el globalismo y en los ámbitos de la Agenda 2030, parece abogar, de manera insistente, por una sociedad con menor crecimiento económico y mayor distribución como forma de reducir la pobreza y las injusticias globales, tesis que coinciden con las defendidas por los comunistas, cuyo comportamiento en el poder es repartir lo que existe sin asegurar que la riqueza disponible crezca, lo que tiene como resultado que los pueblos caen en la miseria cuando la riqueza existente se diluye.
El papa parece insensible a la esclavitud y a los dramas de represión y abuso de poder que sufren los pueblos gobernados por el comunismo, como tampoco lo es a la pavorosa historia del comunismo, que muchos consideran la doctrina más perversa y sanguinaria de la Historia, la única que ha sido capaz de asesinar a más de cien millones de personas tan sólo en el siglo XX.
La iglesia Católica siempre intentó parecer al menos neutral en las contiendas ideológicas mundiales, a pesar de que muchos le han criticado su escaso compromiso con las libertades y la democracia. Pero con el papa Francisco esa neutralidad ha saltado por los aires y se ha inclinado claramente del lado de los tiranos rojos.
Otro aspecto que se le critica al papa es su mal humor, su rabia contenida, que ha expresado en varios pasajes de su vida, actitud que algunas filtraciones vaticanas señalan como preocupantes y poco edificantes.
Las redes sociales están plagadas de acusaciones, en su mayoría desmesuradas y agresivas en exceso, como que el Vaticano está en manos de Satanás o que el papa es más un representante del diablo que del mismo Dios. Esa lluvia de críticas divide a la Iglesia Católica y desconcierta a sus cuadros y seguidores.
Pocas instituciones del planeta están mas necesitadas de un esfuerzo por reconducir su imagen que la Iglesia Católica bajo el pontificado de Francisco, deficitaria en rasgos vitales como la defensa de las libertades y derechos ciudadanos, la bondad y la lucha por la democracia auténtica, entendida como la participación de los ciudadanos en el poder y la defensa de la Justicia y del Estado de Bienestar.
Pero la gota que ha colmado el vaso y ha elevado el tono de las críticas ha sido su incomprensible silencio ante la sanguinaria represión del pueblo que ha hecho el régimen comunista cubano, una actitud durísimamente criticada en todos los ámbitos del catolicismo y el mundo libre.
Al papa argentino se le acusa de estar más cerca del comunismo que de la democracia y más interesado en repartir la riqueza que existe que en incrementarla, ignorando hechos tan contundentes como los asesinatos de los regímenes comunistas y la pobreza y esclavitud que ese sistema impone allí donde gobierna.
El papa Francisco insta a los seres humanos a compartir y a dividir su riqueza en vez de a incrementarla. Sin embargo, este mensaje es problemático en tanto que, para poder compartir tu riqueza con los demás, en primer lugar, debes generarla. El pontífice olvida una verdad indiscutible: La riqueza no es una tarta que se reparte, sino una tarta que se expande gracias a los avances tecnológicos y la mejora de la productividad.
El papa Francisco, al que se le sitúa ideológicamente en la izquierda marxista, en el globalismo y en los ámbitos de la Agenda 2030, parece abogar, de manera insistente, por una sociedad con menor crecimiento económico y mayor distribución como forma de reducir la pobreza y las injusticias globales, tesis que coinciden con las defendidas por los comunistas, cuyo comportamiento en el poder es repartir lo que existe sin asegurar que la riqueza disponible crezca, lo que tiene como resultado que los pueblos caen en la miseria cuando la riqueza existente se diluye.
El papa parece insensible a la esclavitud y a los dramas de represión y abuso de poder que sufren los pueblos gobernados por el comunismo, como tampoco lo es a la pavorosa historia del comunismo, que muchos consideran la doctrina más perversa y sanguinaria de la Historia, la única que ha sido capaz de asesinar a más de cien millones de personas tan sólo en el siglo XX.
La iglesia Católica siempre intentó parecer al menos neutral en las contiendas ideológicas mundiales, a pesar de que muchos le han criticado su escaso compromiso con las libertades y la democracia. Pero con el papa Francisco esa neutralidad ha saltado por los aires y se ha inclinado claramente del lado de los tiranos rojos.
Otro aspecto que se le critica al papa es su mal humor, su rabia contenida, que ha expresado en varios pasajes de su vida, actitud que algunas filtraciones vaticanas señalan como preocupantes y poco edificantes.
Las redes sociales están plagadas de acusaciones, en su mayoría desmesuradas y agresivas en exceso, como que el Vaticano está en manos de Satanás o que el papa es más un representante del diablo que del mismo Dios. Esa lluvia de críticas divide a la Iglesia Católica y desconcierta a sus cuadros y seguidores.
Pocas instituciones del planeta están mas necesitadas de un esfuerzo por reconducir su imagen que la Iglesia Católica bajo el pontificado de Francisco, deficitaria en rasgos vitales como la defensa de las libertades y derechos ciudadanos, la bondad y la lucha por la democracia auténtica, entendida como la participación de los ciudadanos en el poder y la defensa de la Justicia y del Estado de Bienestar.
El deterioro de la imagen del papa y de la Iglesia es un problema que afecta a toda la Humanidad, ya que la Iglesia Católica ejerce una influencia positiva que el mundo necesita y cumple misiones de promoción de los valores, caridad y esperanza de altísimo valor para todo el mundo, sea cristiano o no.
Circula por el mundo una foto del papa con el tirano caribeño Fidel Castro, que ilustra este artículo, que ha avergonzado a muchos millones de católicos y que refleja con claridad lo a gusto que se siente el líder religioso con semejante bestia represora.
Claro adversario ideológico del capitalismo, el papa Francisco parece incapaz de reconocer hechos tan contundentes como que el gran incremento de la riqueza mundial que ha producido el capitalismo ha comportado que se reduzcan enormemente los niveles de pobreza (que no es más que la ausencia de riqueza, y el estado natural del ser humano). Concretamente, en apenas dos siglos, las personas que viven en pobreza extrema han pasado de suponer el 90% de la población mundial a prácticamente el 10%.
Tampoco reconoce el papa otro hecho demostrado: que no sólo se está reduciendo la pobreza, sino también la desigualdad global, medida a través del índice de Gini.
Pero el núcleo de la crítica al pontífice ha sido y es su cercanía emocional e ideológica al comunismo, una doctrina fracasada en todos los aspectos de la vida, desde la libertad a la prosperidad, productora de esclavitud y muerte como ninguna otra en la Historia.
Francisco Rubiales
Circula por el mundo una foto del papa con el tirano caribeño Fidel Castro, que ilustra este artículo, que ha avergonzado a muchos millones de católicos y que refleja con claridad lo a gusto que se siente el líder religioso con semejante bestia represora.
Claro adversario ideológico del capitalismo, el papa Francisco parece incapaz de reconocer hechos tan contundentes como que el gran incremento de la riqueza mundial que ha producido el capitalismo ha comportado que se reduzcan enormemente los niveles de pobreza (que no es más que la ausencia de riqueza, y el estado natural del ser humano). Concretamente, en apenas dos siglos, las personas que viven en pobreza extrema han pasado de suponer el 90% de la población mundial a prácticamente el 10%.
Tampoco reconoce el papa otro hecho demostrado: que no sólo se está reduciendo la pobreza, sino también la desigualdad global, medida a través del índice de Gini.
Pero el núcleo de la crítica al pontífice ha sido y es su cercanía emocional e ideológica al comunismo, una doctrina fracasada en todos los aspectos de la vida, desde la libertad a la prosperidad, productora de esclavitud y muerte como ninguna otra en la Historia.
Francisco Rubiales
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