El obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, ha provocado una gran indignación en la izquierda española por su homilía pronunciada durante el Rocío, que ha sido retransmitida en directo por Canal Sur, en la que ha enarbolado un discurso que afecta a la política en plena campaña de las elecciones andaluzas. Tras recordar que los andaluces están convocados a las urnas, el religioso ha asegurado que los católicos votan “a diferentes partidos” pero que “todos” deben “tener en cuenta las afinidades o incompatibilidades de nuestros principios morales con los proyectos, programas y actuaciones de cada uno de ellos”.
Gómez Sierra ha defendido con claridad "el derecho a la vida" y ha afirmado que ese derecho es "inviolable desde su concepción hasta su muerte natural”.
Aunque no lo ha dicho con toda la claridad necesaria, en la práctica, el obispo ha pedido que no se vote a los que defienden el aborto y a los que destrozan la familia tradicional, es decir, a las izquierdas marxistas, incluyendo al poderoso PSOE.
También ha reclamado a los cristianos “el reconocimiento, la promoción y la ayuda a la familia como unión estable entre un hombre y una mujer abierta a la vida”, así como “la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos según las propias convicciones morales y religiosas, el respeto a la dignidad de toda persona, a la libertad religiosa, a los valores espirituales y a la objeción de conciencia”.
El obispo, que ha hecho lo que toda la Iglesia española debería hacer cada domingo en los púlpitos, ha irritado a los progres y a la izquierda marxista, que le acusa de haberse inmiscuido en la política, como si hablar de la vida y de la familia fuera un tema exclusivamente político.
Las izquierdas están asesinando a Dios, a la familia y a cientos de miles de niños en los vientres de sus madres y quieren que esos atentados contra las esencias de la cultura queden ocultados por el silencio. Por desgracia, una buena parte de la Iglesia española comulga con la progresía y se atreve a proteger no sólo esos atentados contra la vida humana y la familia, sino también a los etarras, a los independentistas, a los golpistas y a la turba marxista que sueña con destruir España y reconstruirla de nuevo, ya como tiranía del Estado.
Con mas razón que un santo, temiendo quizás la ira de los marxistas y progres, el prelado ha asegurado que “Hay asuntos que deben de estar por encima de las diferentes estrategias de partidos porque son temas exigidos por la razón, por la ley natural y por el verdadero humanismo”.
El discurso del religioso, que es todo un ejemplo a seguir por la cobarde Iglesia española, que asiste en silencio al asesinato de Dios y de los valores centrales de la vida, ha provocado una notable indignación en redes de los sanchistas y partidarios del gobierno, pero también ha provocado orgullo y esperanza en los millones de cristianos que no comprenden como la Iglesia española no se alza en rebeldía contra el crimen que se está perpetrando contra la religión, las raíces culturales de Europa, la familia, el derecho a la vida y decenas de valores tradicionales, como la honradez, el escfuerzo, la veracidad, la justicia y otros, que están siendo masacrados desde el mal llamado progresismo.
Francisco Rubiales
Gómez Sierra ha defendido con claridad "el derecho a la vida" y ha afirmado que ese derecho es "inviolable desde su concepción hasta su muerte natural”.
Aunque no lo ha dicho con toda la claridad necesaria, en la práctica, el obispo ha pedido que no se vote a los que defienden el aborto y a los que destrozan la familia tradicional, es decir, a las izquierdas marxistas, incluyendo al poderoso PSOE.
También ha reclamado a los cristianos “el reconocimiento, la promoción y la ayuda a la familia como unión estable entre un hombre y una mujer abierta a la vida”, así como “la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos según las propias convicciones morales y religiosas, el respeto a la dignidad de toda persona, a la libertad religiosa, a los valores espirituales y a la objeción de conciencia”.
El obispo, que ha hecho lo que toda la Iglesia española debería hacer cada domingo en los púlpitos, ha irritado a los progres y a la izquierda marxista, que le acusa de haberse inmiscuido en la política, como si hablar de la vida y de la familia fuera un tema exclusivamente político.
Las izquierdas están asesinando a Dios, a la familia y a cientos de miles de niños en los vientres de sus madres y quieren que esos atentados contra las esencias de la cultura queden ocultados por el silencio. Por desgracia, una buena parte de la Iglesia española comulga con la progresía y se atreve a proteger no sólo esos atentados contra la vida humana y la familia, sino también a los etarras, a los independentistas, a los golpistas y a la turba marxista que sueña con destruir España y reconstruirla de nuevo, ya como tiranía del Estado.
Con mas razón que un santo, temiendo quizás la ira de los marxistas y progres, el prelado ha asegurado que “Hay asuntos que deben de estar por encima de las diferentes estrategias de partidos porque son temas exigidos por la razón, por la ley natural y por el verdadero humanismo”.
El discurso del religioso, que es todo un ejemplo a seguir por la cobarde Iglesia española, que asiste en silencio al asesinato de Dios y de los valores centrales de la vida, ha provocado una notable indignación en redes de los sanchistas y partidarios del gobierno, pero también ha provocado orgullo y esperanza en los millones de cristianos que no comprenden como la Iglesia española no se alza en rebeldía contra el crimen que se está perpetrando contra la religión, las raíces culturales de Europa, la familia, el derecho a la vida y decenas de valores tradicionales, como la honradez, el escfuerzo, la veracidad, la justicia y otros, que están siendo masacrados desde el mal llamado progresismo.
Francisco Rubiales
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