No existe ni siquiera una razón de peso que permita prohibir a los militares ejercer en democracia su inalienable y constitucional derecho a opinar y a ejercer la libertad de expresión.
Ni siquiera el argumento de que las opiniones de los militares son especialmente sensibles para la sociedad puede justificar que se les someta a un silencio forzado que únicamente puede explicarse desde el totalitarismo o desde el insaciable afán de poder y miedo a perderlo que exhiben los partios políticos que controlan las democracias en la actualidad.
También las opiniones de los obispos son sensibles, pero ellos pueden hablar porque los dirigentes religiosos siguen siendo libres, porque el poder político (todavía) no ha conseguido someterlos.
El diario británico “The Guardian” ha abierto el debate con un editorial publicado sobre el caso del general Mena en España y plantea la razonable teoría de que a los militares, tradicionalmente silenciados por disciplina, debería permitírsele expresar sus opiniones en las democracias avanzadas.
Un militar es un ciudadano y como tal tiene derecho a expresar su opinión. El diario reta a que alguien ponga sobre la mesa un argumento sólido que justifique el silencio forzado de los militares cuando una sociedad está dividida en torno a un asunto importante, como ocurre hoy en España con el Estatuto de Cataluña.
La disciplina militar puede seguir garantizada aunque se permita a los soldados expresar libremente su opinión porque una cosa es lo que se piensa y otra lo que se debe hacer. Para demostrarlo, podría ponerse sobre la mesa el ejemplo de miles de ciudadanos que creen que no deberían pagar impuestos porque están siendo mal gestionados por el poder y, sin embargo, los pagan “religiosamente” cada año, porque están obligados a hacerlo.
La opinión de Voto en Blanco es que los militares deben gozar de la misma libertad de expresión que cualquier ciudadano y que cuando se impide a alguien opinar, sea quien sea, es porque el poder tiene miedo a perder el control que ejerce sobre la opinión pública. Los filósofos y politólogos son prácticamente unánimes al considerar toda prohibición y represión como producto del miedo.
El arresto y destitución del general Mena ha captado la atención de los medios de comunicación británicos, como lo demuestran los espacios en radio y televisión y que también el “Financial Times” haya dedicado un espacio editorial al tema, titulado, precisamente, “Rehén de Cataluña”, con el que quiere expresar que el gobierno español, y con él la sociedad española, han quedado atrapados en la trampa catalana del Estatuto.
Ni siquiera el argumento de que las opiniones de los militares son especialmente sensibles para la sociedad puede justificar que se les someta a un silencio forzado que únicamente puede explicarse desde el totalitarismo o desde el insaciable afán de poder y miedo a perderlo que exhiben los partios políticos que controlan las democracias en la actualidad.
También las opiniones de los obispos son sensibles, pero ellos pueden hablar porque los dirigentes religiosos siguen siendo libres, porque el poder político (todavía) no ha conseguido someterlos.
El diario británico “The Guardian” ha abierto el debate con un editorial publicado sobre el caso del general Mena en España y plantea la razonable teoría de que a los militares, tradicionalmente silenciados por disciplina, debería permitírsele expresar sus opiniones en las democracias avanzadas.
Un militar es un ciudadano y como tal tiene derecho a expresar su opinión. El diario reta a que alguien ponga sobre la mesa un argumento sólido que justifique el silencio forzado de los militares cuando una sociedad está dividida en torno a un asunto importante, como ocurre hoy en España con el Estatuto de Cataluña.
La disciplina militar puede seguir garantizada aunque se permita a los soldados expresar libremente su opinión porque una cosa es lo que se piensa y otra lo que se debe hacer. Para demostrarlo, podría ponerse sobre la mesa el ejemplo de miles de ciudadanos que creen que no deberían pagar impuestos porque están siendo mal gestionados por el poder y, sin embargo, los pagan “religiosamente” cada año, porque están obligados a hacerlo.
La opinión de Voto en Blanco es que los militares deben gozar de la misma libertad de expresión que cualquier ciudadano y que cuando se impide a alguien opinar, sea quien sea, es porque el poder tiene miedo a perder el control que ejerce sobre la opinión pública. Los filósofos y politólogos son prácticamente unánimes al considerar toda prohibición y represión como producto del miedo.
El arresto y destitución del general Mena ha captado la atención de los medios de comunicación británicos, como lo demuestran los espacios en radio y televisión y que también el “Financial Times” haya dedicado un espacio editorial al tema, titulado, precisamente, “Rehén de Cataluña”, con el que quiere expresar que el gobierno español, y con él la sociedad española, han quedado atrapados en la trampa catalana del Estatuto.
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