Borrel afirma que Europa no cambiará derechos humanos por gas y advierte que "nunca olvidaremos" a los que hoy se ponen de perfil ante el crimen contra Ucrania
Cualquier español decente, europeo y amante de la libertad tiene a partir de hoy, motivos más que suficientes para ser un militante de la resistencia española anti sanchista. La actitud del gobierno español ante el drama ucraniano es miserable y vergonzante porque Sánchez, sucumbiendo a las presiones de sus socios comunistas de Podemos, abraza la más cobarde tibieza y se niega a enviar armas ofensivas a un pueblo que las necesita como el aire que respira para defenderse de las hordas asesinas rusas enviadas por el tirano Putin.
Como excusa barata, Sánchez dice que enviará esas armas ofensivas a través del mecanismo europeo común de fondos para la paz, pero eso no deja de ser otro de sus típicos engaños y un intento de cubrir la vergüenza de ser el único país que no envía armas ofensivas a los desgraciados ucranianos.
Mucho está tardando los socialistas españoles en desprenderse de aliados que defienden al asesino Putin, como Izquierda Unida y Bildu, partidos que han votado en el Parlamento Europeo en contra de la condena a Rusia por ser país invasor y asesino.
Algunos socialistas que todavía recuerdan la antigua decencia están abandonando ahora, escandalizados e incapaces de soportar tanta ignominia, las filas de un partido que, como denuncia el ex alcalde y embajador socialista Francisco Vázquez, "ya no es el PSOE" sino otra cosa muy distinta.
La decisión de Sánchez de mantener a los comunistas amigos de Putin en su gobierno no sólo refleja su condición miserable, sino que causa a España enormes problemas, que pronto se traducirán en represalias y desprecios de nuestros socios en la unión Europea, la OTAN y otros foros que reúnen a los defensores de la libertad.
A Borrell, máximo representante de la diplomacia europea, se le debe estar cayendo la cara de vergüenza ante sus colegas de Europa al recordar que él es español y socialista y que su gobierno, presidido por sus colegas de partido, es hoy el más sucio foco de la cobardía y la ignominia en el llamado mundo libre.
Europa, la OTAN y todo el mundo libre occidental deberían exigir con rigor a Pedro Sánchez que expulse del poder a los amigos de Putin y sostenedores de la masacre de ucranianos.
Sin los comunistas de Podemos y de BILDU en el poder, Sánchez podría seguir gobernando porque el Partido Popular le daría el apoyo necesario con la condición de que librara a España de la vergüenza y el estigma mundial que hoy representa tener dentro del Consejo de Ministros a la peor chusma violadora de los derechos humanos más básicos, comenzando por la vida y continuando con la patria ucraniana.
Borrell ha entonado un hermoso canto europeo a la libertad y a la dignidad donde España desafina: "No cambiaremos derechos humanos por su gas", dijo ente aplausos.
Francisco Rubiales
Como excusa barata, Sánchez dice que enviará esas armas ofensivas a través del mecanismo europeo común de fondos para la paz, pero eso no deja de ser otro de sus típicos engaños y un intento de cubrir la vergüenza de ser el único país que no envía armas ofensivas a los desgraciados ucranianos.
Mucho está tardando los socialistas españoles en desprenderse de aliados que defienden al asesino Putin, como Izquierda Unida y Bildu, partidos que han votado en el Parlamento Europeo en contra de la condena a Rusia por ser país invasor y asesino.
Algunos socialistas que todavía recuerdan la antigua decencia están abandonando ahora, escandalizados e incapaces de soportar tanta ignominia, las filas de un partido que, como denuncia el ex alcalde y embajador socialista Francisco Vázquez, "ya no es el PSOE" sino otra cosa muy distinta.
La decisión de Sánchez de mantener a los comunistas amigos de Putin en su gobierno no sólo refleja su condición miserable, sino que causa a España enormes problemas, que pronto se traducirán en represalias y desprecios de nuestros socios en la unión Europea, la OTAN y otros foros que reúnen a los defensores de la libertad.
A Borrell, máximo representante de la diplomacia europea, se le debe estar cayendo la cara de vergüenza ante sus colegas de Europa al recordar que él es español y socialista y que su gobierno, presidido por sus colegas de partido, es hoy el más sucio foco de la cobardía y la ignominia en el llamado mundo libre.
Europa, la OTAN y todo el mundo libre occidental deberían exigir con rigor a Pedro Sánchez que expulse del poder a los amigos de Putin y sostenedores de la masacre de ucranianos.
Sin los comunistas de Podemos y de BILDU en el poder, Sánchez podría seguir gobernando porque el Partido Popular le daría el apoyo necesario con la condición de que librara a España de la vergüenza y el estigma mundial que hoy representa tener dentro del Consejo de Ministros a la peor chusma violadora de los derechos humanos más básicos, comenzando por la vida y continuando con la patria ucraniana.
Borrell ha entonado un hermoso canto europeo a la libertad y a la dignidad donde España desafina: "No cambiaremos derechos humanos por su gas", dijo ente aplausos.
Francisco Rubiales
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