A España parece haberla mirado un tuerto porque padece la peor de las crisis sanitarias con el peor gobierno de su historia moderna. El gobierno bolivariano comunista, con algunos de sus miembros infectados o en cuarentena, ha demostrado con creces su incapacidad. Cuando los técnicos, científicos y profesionales le exigían adoptar medidas de contención, Pedro Sánchez y sus mariachis no hicieron nada y permitieron que miles de vuelos cargados de posibles infectados entraran en el país, sin control alguno, hasta convertirlo en lo que es hoy, el foco del coronavirus mas activo y letal de Europa, junto con Italia, y el quinto país del mundo con mayor infección.
Dicen que es un castigo de Dios o una reacción de la naturaleza contra los abusos del ser humano y de su forma de vida, pero más bien parece una nueva amenaza sanitaria seria que los políticos, son su torpeza y mala gestión, han convertido en pandemia mortífera.
La férrea lucha de China contra el virus nos dio dos meses de ventaja para que nos preparásemos y la infección de Italia nos mostró lo que se avecinaba, pero los estúpidos dirigentes españoles, obsesionados con ganar votos, no aprendieron nada, ni movieron un dedo.
Ha dicho Pedro Sánchez que estamos en la primera fase del combate contra el virus, pero es otra de sus falsedades. La que iniciamos ahora, con la declaración del "Estado de Alarma", es la segunda fase. La primera se ha cerrado con una rotunda derrota de España, que, por culpa de sus políticos, no ha sido capaz de detener el avance del virus porque el gobierno antepuso sus intereses electorales y su miedo a la impopularidad a la defensa de la vida de sus ciudadanos, uno de los peores crímenes en gobernantes democráticos.
La "alarma” decretada es el reconocimiento expreso del fracaso del gobierno, que ha sido incapaz de frenar la epidemia con sus recursos y poderes. Hoy, ese gobierno está diezmado y derrotado por el virus coronado. Recurrir a un estado de excepción, ideado para grandes guerras y catástrofes, con pérdida de libertades ciudadanas y derechos incluidos, para derrotar a un virus es un auténtico ridículo propio de impotentes.
Muchas asociaciones y plataformas de la sociedad civil piensa ya denunciar al gobierno por escudarse en recomendaciones médicas falsas y causar muertes con sus decisiones, muchas de las medidas ya son inútiles por no haberlas tomado en su momento, a pesar de que disponían de la experiencia de Italia y China. El las redes circula la indignacion y se dice que en la Moncloa tienen poco miedo al terrible coronavirus porque tienen a su exclusiva disposición siete médicos, otros tantos enfermeros y quirófanos y todos los avances sanitarios.
La verdad es que el gobierno nos ha metido la epidemia en nuestra nación y en nuestros hogares, destrozando la economía e inundando el país de miedo, tristeza, dolor y muerte.
El pueblo español, en términos generales, ha reaccionado con mayor responsabilidad y presteza que el gobierno, recluyéndose en sus hogares para frenar la enfermedad. De nuevo ocurrirá como siempre ha ocurrido en la triste historia de España: el pueblo reacciona bien ante la desgracia que los políticos provocan y remedian la bajeza, torpeza e ineficacia de la clase dirigente. Ocurrió frente a la invasión de Napoleón, en la II República, tras la muerte de Franco y en otros momentos tristes de nuestra historia.
Francisco Rubiales
Dicen que es un castigo de Dios o una reacción de la naturaleza contra los abusos del ser humano y de su forma de vida, pero más bien parece una nueva amenaza sanitaria seria que los políticos, son su torpeza y mala gestión, han convertido en pandemia mortífera.
La férrea lucha de China contra el virus nos dio dos meses de ventaja para que nos preparásemos y la infección de Italia nos mostró lo que se avecinaba, pero los estúpidos dirigentes españoles, obsesionados con ganar votos, no aprendieron nada, ni movieron un dedo.
Ha dicho Pedro Sánchez que estamos en la primera fase del combate contra el virus, pero es otra de sus falsedades. La que iniciamos ahora, con la declaración del "Estado de Alarma", es la segunda fase. La primera se ha cerrado con una rotunda derrota de España, que, por culpa de sus políticos, no ha sido capaz de detener el avance del virus porque el gobierno antepuso sus intereses electorales y su miedo a la impopularidad a la defensa de la vida de sus ciudadanos, uno de los peores crímenes en gobernantes democráticos.
La "alarma” decretada es el reconocimiento expreso del fracaso del gobierno, que ha sido incapaz de frenar la epidemia con sus recursos y poderes. Hoy, ese gobierno está diezmado y derrotado por el virus coronado. Recurrir a un estado de excepción, ideado para grandes guerras y catástrofes, con pérdida de libertades ciudadanas y derechos incluidos, para derrotar a un virus es un auténtico ridículo propio de impotentes.
Muchas asociaciones y plataformas de la sociedad civil piensa ya denunciar al gobierno por escudarse en recomendaciones médicas falsas y causar muertes con sus decisiones, muchas de las medidas ya son inútiles por no haberlas tomado en su momento, a pesar de que disponían de la experiencia de Italia y China. El las redes circula la indignacion y se dice que en la Moncloa tienen poco miedo al terrible coronavirus porque tienen a su exclusiva disposición siete médicos, otros tantos enfermeros y quirófanos y todos los avances sanitarios.
La verdad es que el gobierno nos ha metido la epidemia en nuestra nación y en nuestros hogares, destrozando la economía e inundando el país de miedo, tristeza, dolor y muerte.
El pueblo español, en términos generales, ha reaccionado con mayor responsabilidad y presteza que el gobierno, recluyéndose en sus hogares para frenar la enfermedad. De nuevo ocurrirá como siempre ha ocurrido en la triste historia de España: el pueblo reacciona bien ante la desgracia que los políticos provocan y remedian la bajeza, torpeza e ineficacia de la clase dirigente. Ocurrió frente a la invasión de Napoleón, en la II República, tras la muerte de Franco y en otros momentos tristes de nuestra historia.
Francisco Rubiales
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