Esa España arrodillada por la pobreza, el miedo y el fracaso que podría llegar en breve, producto del coronavirus y del mal gobierno de Pedro Sánchez, es el escenario ideal para que el comunismo clave sus garras y convierta a España en su nueva víctima, después de sus triunfos en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte y otros países desgraciados y tullidos.
El comunismo sólo puede florecer en el caos y el desastre. Para construir su edificio totalitario y brutal necesita antes haber arruinado, humillado y destrozado una nación, su unidad, su orgullo y su cultura. Sólo sobre esas ruinas, llenas de angustia y desesperación, los comunistas se sienten a gusto y dueños del terreno, capacitados para construir sobre esas cenizas su edificio de esclavitud, pobreza y dolor. Son macabros expertos en transformar las cenizas en prisiones con ellos ejerciendo como carceleros inmisericordes.
España, hasta hace poco, era un país vacunado contra el comunismo. Su clase media, su prosperidad, su amor a la libertad, sus leyes y su alegría de vivir constituían una berrera insalvable para el comunismo asesino. Pero todas esas defensas están derrumbándose, empujadas no sólo por los comunistas, sino por la plaga cruel del coronavirus y, sobre todo, por la estúpida e insensata colaboración de los socialistas españoles, que con Pedro Sánchez de líder han dejado de alinearse con la democracia y la libertad, colocando en el gobierno, de manera insensata, a los peores enemigos de España, a los perros rabiosos del comunismo.
Pablo Iglesias y sus secuaces deben tener secretos terribles que maniatan y someten al PSOE porque de otra manera no se entiende que el socialismo español haya abierto las puertas al comunismo, de par en par, poniendo a España en serio peligro de perecer como nación de hombres y mujeres libres y prósperos. Algo terrible ha debido ocurrirle al socialismo español para que abandone su adhesión a la democracia y a la libertad y entregue tanto poder y territorio a los seguidores del comunismo, la peor, más sanguinaria y esclavizante doctrina creada por el hombre a lo largo y ancho de la Historia.
Y todo esto está ocurriendo en España sin que los mecanismos de defensa del país funcionen, sin que nada ni nadie frene a los traficantes de esclavos que nos acechan y que pronto, cuando el país esté hundido y arruinado, lanzarán sus malditas y engañosas tesis de que la solución es "el Estado fuerte", que la libertad no sirve para nada si no resuelve los problemas, que existe una forma de solucionar nuestro drama, que es entregarles el poder a ellos, los revolucionarios profesionales, los mayores capataces de esclavos de la Historia humana.
Y muchos los creerán y soñaran que el Estado imponente e invencible es la solución, cerrando los ojos a una Historia humana que demuestra justo lo contrario, que ese Estado sin control y dueño de todo termina destrozando a los pueblos y llenándolos de pobreza y de cadáveres.
Por ahora hay espacio y tiempo para reflexionar y reaccionar desde nuestros encierros forzados. Que el miedo al coronavirus no nos esclavice ni nos prepare para la esclavitud futura que nos amenaza. Aprovechemos nuestra estancia en las jaulas para evitar que estas prisiones que hoy padecemos voluntariamente se conviertan pronto en prisiones comunistas forzosas. Contra los traficantes de esclavos hay que luchar hasta morir, si es necesario porque no queremos que nuestros hijos y nietos sean basura humana esclavizada.
Francisco Rubiales
El comunismo sólo puede florecer en el caos y el desastre. Para construir su edificio totalitario y brutal necesita antes haber arruinado, humillado y destrozado una nación, su unidad, su orgullo y su cultura. Sólo sobre esas ruinas, llenas de angustia y desesperación, los comunistas se sienten a gusto y dueños del terreno, capacitados para construir sobre esas cenizas su edificio de esclavitud, pobreza y dolor. Son macabros expertos en transformar las cenizas en prisiones con ellos ejerciendo como carceleros inmisericordes.
España, hasta hace poco, era un país vacunado contra el comunismo. Su clase media, su prosperidad, su amor a la libertad, sus leyes y su alegría de vivir constituían una berrera insalvable para el comunismo asesino. Pero todas esas defensas están derrumbándose, empujadas no sólo por los comunistas, sino por la plaga cruel del coronavirus y, sobre todo, por la estúpida e insensata colaboración de los socialistas españoles, que con Pedro Sánchez de líder han dejado de alinearse con la democracia y la libertad, colocando en el gobierno, de manera insensata, a los peores enemigos de España, a los perros rabiosos del comunismo.
Pablo Iglesias y sus secuaces deben tener secretos terribles que maniatan y someten al PSOE porque de otra manera no se entiende que el socialismo español haya abierto las puertas al comunismo, de par en par, poniendo a España en serio peligro de perecer como nación de hombres y mujeres libres y prósperos. Algo terrible ha debido ocurrirle al socialismo español para que abandone su adhesión a la democracia y a la libertad y entregue tanto poder y territorio a los seguidores del comunismo, la peor, más sanguinaria y esclavizante doctrina creada por el hombre a lo largo y ancho de la Historia.
Y todo esto está ocurriendo en España sin que los mecanismos de defensa del país funcionen, sin que nada ni nadie frene a los traficantes de esclavos que nos acechan y que pronto, cuando el país esté hundido y arruinado, lanzarán sus malditas y engañosas tesis de que la solución es "el Estado fuerte", que la libertad no sirve para nada si no resuelve los problemas, que existe una forma de solucionar nuestro drama, que es entregarles el poder a ellos, los revolucionarios profesionales, los mayores capataces de esclavos de la Historia humana.
Y muchos los creerán y soñaran que el Estado imponente e invencible es la solución, cerrando los ojos a una Historia humana que demuestra justo lo contrario, que ese Estado sin control y dueño de todo termina destrozando a los pueblos y llenándolos de pobreza y de cadáveres.
Por ahora hay espacio y tiempo para reflexionar y reaccionar desde nuestros encierros forzados. Que el miedo al coronavirus no nos esclavice ni nos prepare para la esclavitud futura que nos amenaza. Aprovechemos nuestra estancia en las jaulas para evitar que estas prisiones que hoy padecemos voluntariamente se conviertan pronto en prisiones comunistas forzosas. Contra los traficantes de esclavos hay que luchar hasta morir, si es necesario porque no queremos que nuestros hijos y nietos sean basura humana esclavizada.
Francisco Rubiales
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