Cuando los nacionalistas utilizan el término independencia no están planteando la independencia del Estado, no es el caso en una autonomía descentralizada con más competencias que muchos Estados federales y que, en el caso de España, sólo es superada por Australia y Canadá. Tampoco utilizan ese término para plantear una independencia del gobierno, pues esto se solucionaría ejerciendo el derecho al voto y cambiando al gobierno. Lo que realmente plantea el término independencia es la separación del resto de la comunidad de ciudadanos porque no se quiere la convivencia con ellos. Por tanto, cuando un independentista dice que quiere mantener buenas relaciones con el resto de ciudadanos que componen esta comunidad llamada España sencillamente está mintiendo. No se trata del Estado ni del gobierno, se trata de nosotros, los ciudadanos, con quienes no quieren convivir aquellos que dicen todo lo contrario.
Estamos ante el germen de un sistema totalitario con profundas raices clasistas y xenófobas que discrimina y excluye a todo aquel que no se suma al proceso de inmersión nacionalista. Para ello, se utilizan los más aberrantes métodos de cooptación y represión, dos de los elementos con los que culmina el totalitarismo sus adhesiones o su apartheid ciudadano. O te sumas o pasas a la categoría de paria donde tus derechos se verán anulados.
Efectivamente, el nacionalismo alega en su defensa que no excluye y sí, por el contrario, integra. Pone como ejemplos la cantidad de emigrantes que conviven en Cataluña sin el menor problema, pero esto es engañoso. Al nacionalismo no le queda más remedio que sumar para conseguir sus fines, integrar como ellos definen no es más que un eufemismo pues sólo el parlamento catalán es una evidencia constatable de la realidad catalana, una minoria de apellidos catalanes copan el poder ante una inmensa mayoría de apellidos no catalanes, lo cual explica que no les queda más remedio que sumar. Pero una suma tan falsa como integradora, pues a esos charnegos se empieza por eliminarles su idioma, modificarles nombre y apellidos y relegarlos a puestos que, en proporción a los apellidos catalanes son de más bajo nivel. Repasar algún libro del padre del nacionalismo corrupto, Jordi Pujol, aclara las cosas. Exáctamente, aboga por una limpieza étnica con los castellanos similar a la de tantos regímenes racistas y totalitarios.
En resumen, es la misma perversión que se ha venido aplicando por el poder en otras épocas oscuras de nuestra historia. Conversos o expulsados, el converso siempre es el más débil, el expulsado es el indivduo con más fortaleza moral y principios más rigidos, incompatibles con ponerle precio a la sumisión. En ellos está el tarro de las esencias en la que una sociedad puede asegurar su supervivencia, nunca en los cobardes, en los cambiantes, en los chaqueteros, en los amorales, en los traidores etc... Por eso, un gobierno que se llame español no puede abandonar a su suerte a aquellos que sin apoyo institucional y haciendo de su vida un fuerte compromiso con su identidad y sus principios se la juegan a diario a costa de que a sus hijos los torturen psicológicamente en los colegios, a ellos los discriminen en el trabajo, en sus negocios, en la política, en los medios etc...
El gobierno de España tiene como funciones prioritarias la protección de sus ciudadanos pero el gobierno de España hace dejación de funciones porque no es un gobierno de los ciudadanos, es un gobierno integrado por burócratas, la peor calaña que ha padecido España desde su creación, convertida hoy en una fuente de problemas entre Estado y sociedad, que está llevando al borde del abismo la economía, la política, la moral y la convivencia por un elemento común en los burócratas: Su pasividad, su falta de toma de decisiones y su cobardía.
Desde los tiempos en que España era dueña del mundo con gestas inigualables como la conquista y colonización de América por españoles de a pie, gente del pueblo, extremeños que parecían seres de otro mundo enfrentados a tribus y ejercitos mucho más poderosos y numerosos, el problema siempre fueron los burócratas, la camarilla que pululaba por la Corte desde Felipe II al último de los reyes, siempre en el poder como un clan endogámico vigilante del tesoro más preciado de España, su Estado y su administración extractiva de los recursos que produce la sociedad de cuyo reparto y aprovechamiento son los grandes beneficiarios. Ellos son el gran problema, antes y ahora.
Por eso, prefieren entenderse con los cobardes y los traidores que con los que se resisten a dejar de ser ciudadanos de España. En los primeros hay negocio y botín, en los segundos sólo valores, algo a lo que los burócratas les repele.
Hierro y fuego versus chapa y cartón. Valor y honor frente a indignidad y falsedad. La sociedad debe organizarse para fortalecerse, para apoyar a aquellos que hacen que sigamos vivos, para los que hacen posible nuestra supervivencia. Porque de lo contrario, si dejamos todo en manos de los de siempre, no sólo se hundirá la nación, nos hundiremos todos y seremos gobernados por la peor de la dictaduras, la de la ignorancia de unos pocos sobre la desidia de la mayoría. El rebaño en su más pura esencia. Volvamos a los valores y apartemos las ideologías de la confrontación sin complejos. Seámos lo que somos y no lo que nos quieran imponer, seamos ciudadanos y seamos españoles aquellos que creemos en España como proyecto histórico integrador en el que hemos encontrado la supervivencia como pueblo. Impongámos nosotros la realidad, nuestra realidad y no nos dejemos conducir por una realidad interesada no deseada. Mandemos a la mierda al establisment dirigente que nadie elige, a los nuevos profetas, a los advenedizos mesías de poca monta, a la ignorancia de los débiles, a la mansedumbre gubernamental y al relativismo moral que ampara la mentira en la que vivimos- Seamos ciudadanos y empecemos a pensar por nosotros mismos. A la mierda todos.
Carlos Rodríguez Hurtado
Estamos ante el germen de un sistema totalitario con profundas raices clasistas y xenófobas que discrimina y excluye a todo aquel que no se suma al proceso de inmersión nacionalista. Para ello, se utilizan los más aberrantes métodos de cooptación y represión, dos de los elementos con los que culmina el totalitarismo sus adhesiones o su apartheid ciudadano. O te sumas o pasas a la categoría de paria donde tus derechos se verán anulados.
Efectivamente, el nacionalismo alega en su defensa que no excluye y sí, por el contrario, integra. Pone como ejemplos la cantidad de emigrantes que conviven en Cataluña sin el menor problema, pero esto es engañoso. Al nacionalismo no le queda más remedio que sumar para conseguir sus fines, integrar como ellos definen no es más que un eufemismo pues sólo el parlamento catalán es una evidencia constatable de la realidad catalana, una minoria de apellidos catalanes copan el poder ante una inmensa mayoría de apellidos no catalanes, lo cual explica que no les queda más remedio que sumar. Pero una suma tan falsa como integradora, pues a esos charnegos se empieza por eliminarles su idioma, modificarles nombre y apellidos y relegarlos a puestos que, en proporción a los apellidos catalanes son de más bajo nivel. Repasar algún libro del padre del nacionalismo corrupto, Jordi Pujol, aclara las cosas. Exáctamente, aboga por una limpieza étnica con los castellanos similar a la de tantos regímenes racistas y totalitarios.
En resumen, es la misma perversión que se ha venido aplicando por el poder en otras épocas oscuras de nuestra historia. Conversos o expulsados, el converso siempre es el más débil, el expulsado es el indivduo con más fortaleza moral y principios más rigidos, incompatibles con ponerle precio a la sumisión. En ellos está el tarro de las esencias en la que una sociedad puede asegurar su supervivencia, nunca en los cobardes, en los cambiantes, en los chaqueteros, en los amorales, en los traidores etc... Por eso, un gobierno que se llame español no puede abandonar a su suerte a aquellos que sin apoyo institucional y haciendo de su vida un fuerte compromiso con su identidad y sus principios se la juegan a diario a costa de que a sus hijos los torturen psicológicamente en los colegios, a ellos los discriminen en el trabajo, en sus negocios, en la política, en los medios etc...
El gobierno de España tiene como funciones prioritarias la protección de sus ciudadanos pero el gobierno de España hace dejación de funciones porque no es un gobierno de los ciudadanos, es un gobierno integrado por burócratas, la peor calaña que ha padecido España desde su creación, convertida hoy en una fuente de problemas entre Estado y sociedad, que está llevando al borde del abismo la economía, la política, la moral y la convivencia por un elemento común en los burócratas: Su pasividad, su falta de toma de decisiones y su cobardía.
Desde los tiempos en que España era dueña del mundo con gestas inigualables como la conquista y colonización de América por españoles de a pie, gente del pueblo, extremeños que parecían seres de otro mundo enfrentados a tribus y ejercitos mucho más poderosos y numerosos, el problema siempre fueron los burócratas, la camarilla que pululaba por la Corte desde Felipe II al último de los reyes, siempre en el poder como un clan endogámico vigilante del tesoro más preciado de España, su Estado y su administración extractiva de los recursos que produce la sociedad de cuyo reparto y aprovechamiento son los grandes beneficiarios. Ellos son el gran problema, antes y ahora.
Por eso, prefieren entenderse con los cobardes y los traidores que con los que se resisten a dejar de ser ciudadanos de España. En los primeros hay negocio y botín, en los segundos sólo valores, algo a lo que los burócratas les repele.
Hierro y fuego versus chapa y cartón. Valor y honor frente a indignidad y falsedad. La sociedad debe organizarse para fortalecerse, para apoyar a aquellos que hacen que sigamos vivos, para los que hacen posible nuestra supervivencia. Porque de lo contrario, si dejamos todo en manos de los de siempre, no sólo se hundirá la nación, nos hundiremos todos y seremos gobernados por la peor de la dictaduras, la de la ignorancia de unos pocos sobre la desidia de la mayoría. El rebaño en su más pura esencia. Volvamos a los valores y apartemos las ideologías de la confrontación sin complejos. Seámos lo que somos y no lo que nos quieran imponer, seamos ciudadanos y seamos españoles aquellos que creemos en España como proyecto histórico integrador en el que hemos encontrado la supervivencia como pueblo. Impongámos nosotros la realidad, nuestra realidad y no nos dejemos conducir por una realidad interesada no deseada. Mandemos a la mierda al establisment dirigente que nadie elige, a los nuevos profetas, a los advenedizos mesías de poca monta, a la ignorancia de los débiles, a la mansedumbre gubernamental y al relativismo moral que ampara la mentira en la que vivimos- Seamos ciudadanos y empecemos a pensar por nosotros mismos. A la mierda todos.
Carlos Rodríguez Hurtado
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