En las redes sociales circulan denuncias de la asociación profesional de la Guardia Civil (JUCIL) que propagan el dato de que en el Magreb vacían las cárceles y meten a los delincuentes en pateras para que destrocen España y Europa.
Mientras tanto, el ministro del Interior, Grande Marlasca, afirma algo que nadie se cree, salvo la militancia socialista: que la colaboración con Marruecos ha evitado la llegada de Irregulares a España.
Muchos españoles, sorprendidos y asustados por la enorme cantidad de africanos en las calles españolas, se radicalizan y critican con fuerza desconocida al gobierno y al principal partido de oposición, por no hacer nada por impedir la invasión desordenada de extranjeros.
Para millones de españoles resulta incomprensible que Feijoo aliente el efecto llamada y muestre la disposición del PP para acoger a los menores inmigrantes que llegan no acompañados (menas).
Hechos como la suavidad con que la Justicia trata a los delincuentes africanos y latinoamericanos generan un profundo escándalo y rechazo ciudadano colectivo al sistema político en general.
Numerosos ciudadanos y no pocas asociaciones y pequeños partidos y grupos creen que el gobierno está colaborando con el enemigo marroquí, que nos ha declarado ya una guerra híbrida.
La llegada de inmigrantes procedentes de las cárceles de países como Marruecos y Argelia era antes un rumor, pero ahora es un zumbido que indigna y altera la sensación de paz y seguridad.
Muchos pensadores y analistas empiezan a decir que la invasión de inmigrantes que padecemos es una "marcha verde 2.0", cuyo fin último es destruir la cultura europea y debilitar a Occidente.
Otros piensan que detrás de esas invasiones descontroladas que enervan y enfurecen a los ciudadanos europeos están Rusia y China, conscientes de que la invasión de delincuentes es tan eficaz, a la larga, como una lluvia de misiles.
La reelección de Úrsula von de Layen al frente de la Unión Europea empeora la sensación de inseguridad en numerosos países y en la mayoría de la ciudadanía europea, ya que el gobierno de Úrsula ha propiciado la invasión masiva en los últimos años.
La defensa contra las invasiones foráneas es un fenómeno alarmante que se extiende por todo el mundo. En Estados Unidos está reforzando la candidatura de Donald Trump, partidario de cerrar las fronteras a la inmigración.
En Europa, la invasión de inmigrantes, ya rechazada de plano con medidas concretas en algunos países, será la tumba del socialismo, que la propicia, y la catapulta que llevará hasta el poder a la llamada "extrema derecha", que no es otra cosa que un derecha que se niega a colaborar con el socialismo, con el globalismo y que está vacunada contra el marxismo.
Mientras el debate se expande en los ámbitos de la política, en los ambientes ciudadanos crece la desesperación ante el notable incremento de la delincuencia callejera protagonizada por inmigrantes y la transformación de barrios enteros en guetos sometidos a costumbres, leyes y religiones ajenas a las que hicieron de Europa un paraíso para las libertades y derechos.
La imbécil actitud de los buenistas y progres, inclinados a perdonar a los inmigrantes sus violaciones y crímenes porque "son parte de su cultura" sólo empeora las cosas y divide a la sociedades en dos bandos irreconciliables. Lo mismo ocurre con la actitud de los medios de comunicación, que ocultan los nombres y la nacionalidad de delincuentes extranjeros, incluso de violadores y asesinos, dicen que para no estimular el odio al extraño.
Francisco Rubiales
Mientras tanto, el ministro del Interior, Grande Marlasca, afirma algo que nadie se cree, salvo la militancia socialista: que la colaboración con Marruecos ha evitado la llegada de Irregulares a España.
Muchos españoles, sorprendidos y asustados por la enorme cantidad de africanos en las calles españolas, se radicalizan y critican con fuerza desconocida al gobierno y al principal partido de oposición, por no hacer nada por impedir la invasión desordenada de extranjeros.
Para millones de españoles resulta incomprensible que Feijoo aliente el efecto llamada y muestre la disposición del PP para acoger a los menores inmigrantes que llegan no acompañados (menas).
Hechos como la suavidad con que la Justicia trata a los delincuentes africanos y latinoamericanos generan un profundo escándalo y rechazo ciudadano colectivo al sistema político en general.
Numerosos ciudadanos y no pocas asociaciones y pequeños partidos y grupos creen que el gobierno está colaborando con el enemigo marroquí, que nos ha declarado ya una guerra híbrida.
La llegada de inmigrantes procedentes de las cárceles de países como Marruecos y Argelia era antes un rumor, pero ahora es un zumbido que indigna y altera la sensación de paz y seguridad.
Muchos pensadores y analistas empiezan a decir que la invasión de inmigrantes que padecemos es una "marcha verde 2.0", cuyo fin último es destruir la cultura europea y debilitar a Occidente.
Otros piensan que detrás de esas invasiones descontroladas que enervan y enfurecen a los ciudadanos europeos están Rusia y China, conscientes de que la invasión de delincuentes es tan eficaz, a la larga, como una lluvia de misiles.
La reelección de Úrsula von de Layen al frente de la Unión Europea empeora la sensación de inseguridad en numerosos países y en la mayoría de la ciudadanía europea, ya que el gobierno de Úrsula ha propiciado la invasión masiva en los últimos años.
La defensa contra las invasiones foráneas es un fenómeno alarmante que se extiende por todo el mundo. En Estados Unidos está reforzando la candidatura de Donald Trump, partidario de cerrar las fronteras a la inmigración.
En Europa, la invasión de inmigrantes, ya rechazada de plano con medidas concretas en algunos países, será la tumba del socialismo, que la propicia, y la catapulta que llevará hasta el poder a la llamada "extrema derecha", que no es otra cosa que un derecha que se niega a colaborar con el socialismo, con el globalismo y que está vacunada contra el marxismo.
Mientras el debate se expande en los ámbitos de la política, en los ambientes ciudadanos crece la desesperación ante el notable incremento de la delincuencia callejera protagonizada por inmigrantes y la transformación de barrios enteros en guetos sometidos a costumbres, leyes y religiones ajenas a las que hicieron de Europa un paraíso para las libertades y derechos.
La imbécil actitud de los buenistas y progres, inclinados a perdonar a los inmigrantes sus violaciones y crímenes porque "son parte de su cultura" sólo empeora las cosas y divide a la sociedades en dos bandos irreconciliables. Lo mismo ocurre con la actitud de los medios de comunicación, que ocultan los nombres y la nacionalidad de delincuentes extranjeros, incluso de violadores y asesinos, dicen que para no estimular el odio al extraño.
Francisco Rubiales
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