Sanchez y el hijo del especulador Soros, su gran protector globalista a escala mundial
La degeneración y envilecimiento del PSOE ha sido el mayor drama de la política española desde la Guerra Civil. Y lo ha sido no sólo porque ese partido haya caído en la vileza y la tiranía, sino porque su podredumbre constituye un ejemplo negativo que va a contagiar a otros partidos y va a marcar la política española en décadas.
Ya en etapas anteriores ese partido mostró inquietantes síntomas de enfermedad terminal y envilecimiento, con el fallido golpe de Estado de 1934, al provocar la guerra civil de 1936, al saquear las joyas que los ciudadanos guardaban en sus cajas fuertes de los bancos y en las casas de empeño y al enviar todas las reservas españolas de oro, la cuarta o quinta del mundo, a Moscú y a México, a este último país para que los socialistas en el exilio pudieran vivir a cuerpo de rey el resto de sus vidas.
Después, desde la muerte del dictador, los traspiés y errores graves del socialismo han sido sorprendentes y de extrema gravedad, con hechos como la ruina económica provocada por Gonzales y Zapatero, el saqueo de las cajas de ahorros españolas y multitud de escándalos de robo y corrupción como el de los EREs en Andalucía.
Pero, a pesar de la gravedad de estos acontecimientos, ninguno ha sido tan dañino, significativo y profundo como el envilecimiento del PSOE provocado por Pedro Sánchez, convertido en dictador de un partido que ha aceptado con cobardía y sumisión la sustitución de todos sus órganos colectivos democráticos por el cesarismo autoritario y absoluto de Sánchez.
No cabe duda de que el envilecimiento del PSOE será estudiado en el futuro como modelo de lo que puede ocurrir cuando dejan de respetarse las normas y leyes de la democracia y cuando los partidos políticos anteponen sus propios intereses al bien común y al interés general, convirtiendo el ansia de poder y el reparto del botín del Estado en la gran meta a lograr.
Los socialistas españoles se han vuelto insensibles y han perdido la ética, la moderación, la conciencia y el amor a su patria al permitir que el sanchismo destroce la economía, se endeude hasta la locura, despilfarre de manera escandalosa, gobierne con ostentación y lujo arrogante a un país cada día más pobre y deprimido, pierda el prestigio mundial que tenía, pierda también la confianza de sus aliados y se haya convertido en el gran problema de Europa y del llamado mundo libre occidental.
Los daños internos del sanchismo tardarán décadas en repararse, si algún día España logra resurgir del foso al que los socialistas la han precipitado: destrucción de las clases medias, odio creciente entre ciudadanos y políticos, división entre españoles, rotura de la cohesión nacional, beneficios y ventajas para los enemigos de España vascos y catalanes, incluso a golpistas y amigos del terrorismo, leyes inicuas, impuestos abusivos, acoso a los empresarios, codicia fiscal, asalto descarado al poder judicial, prostitución de la Fiscalía General del Estado, nombramiento masivo de mediocres e ineptos al frente de altas responsabilidades, deterioro de la sanidad y la educación, compra mafiosa de medios de comunicación, un clientelismo descarado cuyo objetivo es comprar votos y voluntades y una larga lista de atentados contra la democracia y España, entre los que destacan un sólido deterioro ético y una profunda desmoralización de la sociedad.
Francisco Rubiales
Ya en etapas anteriores ese partido mostró inquietantes síntomas de enfermedad terminal y envilecimiento, con el fallido golpe de Estado de 1934, al provocar la guerra civil de 1936, al saquear las joyas que los ciudadanos guardaban en sus cajas fuertes de los bancos y en las casas de empeño y al enviar todas las reservas españolas de oro, la cuarta o quinta del mundo, a Moscú y a México, a este último país para que los socialistas en el exilio pudieran vivir a cuerpo de rey el resto de sus vidas.
Después, desde la muerte del dictador, los traspiés y errores graves del socialismo han sido sorprendentes y de extrema gravedad, con hechos como la ruina económica provocada por Gonzales y Zapatero, el saqueo de las cajas de ahorros españolas y multitud de escándalos de robo y corrupción como el de los EREs en Andalucía.
Pero, a pesar de la gravedad de estos acontecimientos, ninguno ha sido tan dañino, significativo y profundo como el envilecimiento del PSOE provocado por Pedro Sánchez, convertido en dictador de un partido que ha aceptado con cobardía y sumisión la sustitución de todos sus órganos colectivos democráticos por el cesarismo autoritario y absoluto de Sánchez.
No cabe duda de que el envilecimiento del PSOE será estudiado en el futuro como modelo de lo que puede ocurrir cuando dejan de respetarse las normas y leyes de la democracia y cuando los partidos políticos anteponen sus propios intereses al bien común y al interés general, convirtiendo el ansia de poder y el reparto del botín del Estado en la gran meta a lograr.
Los socialistas españoles se han vuelto insensibles y han perdido la ética, la moderación, la conciencia y el amor a su patria al permitir que el sanchismo destroce la economía, se endeude hasta la locura, despilfarre de manera escandalosa, gobierne con ostentación y lujo arrogante a un país cada día más pobre y deprimido, pierda el prestigio mundial que tenía, pierda también la confianza de sus aliados y se haya convertido en el gran problema de Europa y del llamado mundo libre occidental.
Los daños internos del sanchismo tardarán décadas en repararse, si algún día España logra resurgir del foso al que los socialistas la han precipitado: destrucción de las clases medias, odio creciente entre ciudadanos y políticos, división entre españoles, rotura de la cohesión nacional, beneficios y ventajas para los enemigos de España vascos y catalanes, incluso a golpistas y amigos del terrorismo, leyes inicuas, impuestos abusivos, acoso a los empresarios, codicia fiscal, asalto descarado al poder judicial, prostitución de la Fiscalía General del Estado, nombramiento masivo de mediocres e ineptos al frente de altas responsabilidades, deterioro de la sanidad y la educación, compra mafiosa de medios de comunicación, un clientelismo descarado cuyo objetivo es comprar votos y voluntades y una larga lista de atentados contra la democracia y España, entre los que destacan un sólido deterioro ético y una profunda desmoralización de la sociedad.
Francisco Rubiales
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