Saber ser libre es uno de los valores más importantes que el ser humano puede disfrutar y sólo de su conducta depende; observen que no digo ser libre sino <<saber ser libre>>.
La libertad es un don, un arte, y no todos estamos dotados ni somos artistas, pues hay que considerar que la libertad de cada cual termina—de forma natural—exactamente donde empieza la de los demás, y hay que ser muy consciente para entender y practicar esa ley por demás inexcusable.
La única opción que tenemos para una democracia, piénsese como se piense y vótese al que se quiera, es una autoformación, un autoconvencimiento y una autodisciplina para realizar y dejar que realicen los demás, entre todos, el programa que lleve al país a las metas deseadas. No podemos ni debemos esperar a que sean los otros (cualquiera que sean), quienes marquen la pauta con su conducta e hidalguía sino que cada cual debe situarse en su sitio. Correcto para, en vez de imitar, poder exigir ser imitado por los demás.
Adoptada esa actitud que denota seriedad y honestidad, no dude nadie que el pueblo—que tiene fina sensibilidad—reaccionaría claramente a favor, lo que obligaría a todos a tener igual conducta consiguiendo lo que se pretende pero limpia, correcta y honestamente, recibiendo el pueblo una imagen diáfana y clara de la situación que traducirá en su mejor voto y elección.
Si malo fue no consultarle durante 40 años, sería conscientemente peor presentarle una imagen equívoca y deformada de la realidad por el afán de aparecer favorecidos ante su presencia. Ya hay quienes son y se sienten enemigos de la libertad y la democracia por interés, por costumbre y por sistema; son ya conocidos. No caigamos en la misma trampa, pero desde el principio, y continuemos en esa línea de democracia practicante con orden y educación—nunca reñidas—y conquistemos la libertad—no atropellando ni avasallando—en el más amplio concepto de esta palabra.
Demostremos, en una palabra, ser y estar preparados para disfrutar y defender aquello que pretendemos conquistar.
Whipple
La libertad es un don, un arte, y no todos estamos dotados ni somos artistas, pues hay que considerar que la libertad de cada cual termina—de forma natural—exactamente donde empieza la de los demás, y hay que ser muy consciente para entender y practicar esa ley por demás inexcusable.
La única opción que tenemos para una democracia, piénsese como se piense y vótese al que se quiera, es una autoformación, un autoconvencimiento y una autodisciplina para realizar y dejar que realicen los demás, entre todos, el programa que lleve al país a las metas deseadas. No podemos ni debemos esperar a que sean los otros (cualquiera que sean), quienes marquen la pauta con su conducta e hidalguía sino que cada cual debe situarse en su sitio. Correcto para, en vez de imitar, poder exigir ser imitado por los demás.
Adoptada esa actitud que denota seriedad y honestidad, no dude nadie que el pueblo—que tiene fina sensibilidad—reaccionaría claramente a favor, lo que obligaría a todos a tener igual conducta consiguiendo lo que se pretende pero limpia, correcta y honestamente, recibiendo el pueblo una imagen diáfana y clara de la situación que traducirá en su mejor voto y elección.
Si malo fue no consultarle durante 40 años, sería conscientemente peor presentarle una imagen equívoca y deformada de la realidad por el afán de aparecer favorecidos ante su presencia. Ya hay quienes son y se sienten enemigos de la libertad y la democracia por interés, por costumbre y por sistema; son ya conocidos. No caigamos en la misma trampa, pero desde el principio, y continuemos en esa línea de democracia practicante con orden y educación—nunca reñidas—y conquistemos la libertad—no atropellando ni avasallando—en el más amplio concepto de esta palabra.
Demostremos, en una palabra, ser y estar preparados para disfrutar y defender aquello que pretendemos conquistar.
Whipple
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