Quizás el fenómeno de la falta de ilusión política en España se deba a que los partidos se han esforzado más en destruir que en construir. Tanto el PP como el PSOE, Ciudadanos, Podemos y los nacionalistas han desarrollado más sus factorías de destrucción (picadoras de carne) que sus respectivas fábricas de proyectos y propuestas ilusionantes, convencidos de que destruir al adversario es más rentable ante las urnas que generar un programa propio capaz de ilusionar.
Las factorías de destrucción de los partidos españoles son brutales, implacables y de una gran eficacia. Funcionan como máquinas de picar carne que aprovechan los errores ajenos, los escándalos y cualquier desliz negativo para desarrollar campañas destructivas que dejan al enemigo hecho trizas. Para destruir se utilizan métodos terribles, propios de las cloacas, como la mentira, el engaño, la difamación y la creatividad negativa, utilizando para difundir el veneno los medios de comunicación y las enormes posibilidades que ofrece Internet para propagar rumores, campañas y noticias falsas (fake news).
Ningún partido político español asume como propias las grandes reivindicaciones y deseos de los ciudadanos, lo que causa frustración en el electorado, que se ve obligado a votar con rechazo en lugar de hacerlo con ilusión. Ningún partido, salvo el todavía insignificante VOX, se atreve a plantear el fin de las autonomía ruinosas que están destruyendo España, ni a garantizar una verdadera regeneración, ni acabar con la financiación de los partidos con dinero público, ni a aprobar leyes que castiguen con dureza extrema a los políticos corruptos, ni a castigar a los "okupas" que roban viviendas ante el aplauso de la izquierda radical, ni a reformar la ley electoral de manera que cada voto valga lo mismo, se deposite en la provincia que sea, ni a limitar la duración de los mandatos, ni a prohibir por ley el despilfarro y el endeudamiento desatado de los gobiernos, entre otras medidas deseadas por el pueblo, todas ellas ajenas a los programas de los grandes partidos.
Ciudadanos se perfila como ganador porque roza alguna de esas reivindicaciones populares, como la regeneración, el rechazo a los corruptos y la eliminación del impuesto a los muertos, pero su fuerza de crecimiento se nutre, lamentablemente, de decepcionados con el PP y el PSOE, que se pasan a sus filas, aunque lo hagan sin demasiada ilusión o esperanza.
Los grandes promotores y agentes del crecimiento de Ciudadanos son Rajoy, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tres líderes decepcionantes que, por sus políticas torpes y ajenas a los intereses de los ciudadanos, generan rechazo y hasta odio en el electorado,
La alienación y la torpeza de los grandes partidos hace posible que un partido gane las elecciones en España con sólo no cometer errores y manteniéndose razonablemente limpio de corrupciones y escándalos. Es lo que le está ocurriendo a Ciudadanos, un partidos que va a crecer notablemente en todas las autonomías, salvo en Andalucía, donde su crecimiento natural está lastrdo por su casamiento con la Junta de Susana Díaz, a la que sostiene en el poder, un error que genera indignación entre sus votantes potenciales andaluces.
El panorama político español es terrible, no tanto por la cantidad de basura corrupta que acumulan los dos grandes partidos, ni por el escaso acierto de las políticas desarrolladas, sino por la falta de ilusión y esperanza en el pueblo, que carece de un verdadero liderazgo, de metas y objetivos comunes y que se siente abrumado por los problemas, la corrupción y el miedo al futuro, una situación que debilita no sólo a los partidos sino también al sistema democrático.
España, que era en 1978 y en los años posteriores el país europeo con más fe e ilusión en la democracia, es hoy uno de los más escépticos ante ese sistema. Las causas: el país ha sido gobernado peor que cualquier otro de la Unión Europea, sus valores democráticos están altamente deteriorados y su clase política es de las peores del planeta.
Francisco Rubiales
Las factorías de destrucción de los partidos españoles son brutales, implacables y de una gran eficacia. Funcionan como máquinas de picar carne que aprovechan los errores ajenos, los escándalos y cualquier desliz negativo para desarrollar campañas destructivas que dejan al enemigo hecho trizas. Para destruir se utilizan métodos terribles, propios de las cloacas, como la mentira, el engaño, la difamación y la creatividad negativa, utilizando para difundir el veneno los medios de comunicación y las enormes posibilidades que ofrece Internet para propagar rumores, campañas y noticias falsas (fake news).
Ningún partido político español asume como propias las grandes reivindicaciones y deseos de los ciudadanos, lo que causa frustración en el electorado, que se ve obligado a votar con rechazo en lugar de hacerlo con ilusión. Ningún partido, salvo el todavía insignificante VOX, se atreve a plantear el fin de las autonomía ruinosas que están destruyendo España, ni a garantizar una verdadera regeneración, ni acabar con la financiación de los partidos con dinero público, ni a aprobar leyes que castiguen con dureza extrema a los políticos corruptos, ni a castigar a los "okupas" que roban viviendas ante el aplauso de la izquierda radical, ni a reformar la ley electoral de manera que cada voto valga lo mismo, se deposite en la provincia que sea, ni a limitar la duración de los mandatos, ni a prohibir por ley el despilfarro y el endeudamiento desatado de los gobiernos, entre otras medidas deseadas por el pueblo, todas ellas ajenas a los programas de los grandes partidos.
Ciudadanos se perfila como ganador porque roza alguna de esas reivindicaciones populares, como la regeneración, el rechazo a los corruptos y la eliminación del impuesto a los muertos, pero su fuerza de crecimiento se nutre, lamentablemente, de decepcionados con el PP y el PSOE, que se pasan a sus filas, aunque lo hagan sin demasiada ilusión o esperanza.
Los grandes promotores y agentes del crecimiento de Ciudadanos son Rajoy, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tres líderes decepcionantes que, por sus políticas torpes y ajenas a los intereses de los ciudadanos, generan rechazo y hasta odio en el electorado,
La alienación y la torpeza de los grandes partidos hace posible que un partido gane las elecciones en España con sólo no cometer errores y manteniéndose razonablemente limpio de corrupciones y escándalos. Es lo que le está ocurriendo a Ciudadanos, un partidos que va a crecer notablemente en todas las autonomías, salvo en Andalucía, donde su crecimiento natural está lastrdo por su casamiento con la Junta de Susana Díaz, a la que sostiene en el poder, un error que genera indignación entre sus votantes potenciales andaluces.
El panorama político español es terrible, no tanto por la cantidad de basura corrupta que acumulan los dos grandes partidos, ni por el escaso acierto de las políticas desarrolladas, sino por la falta de ilusión y esperanza en el pueblo, que carece de un verdadero liderazgo, de metas y objetivos comunes y que se siente abrumado por los problemas, la corrupción y el miedo al futuro, una situación que debilita no sólo a los partidos sino también al sistema democrático.
España, que era en 1978 y en los años posteriores el país europeo con más fe e ilusión en la democracia, es hoy uno de los más escépticos ante ese sistema. Las causas: el país ha sido gobernado peor que cualquier otro de la Unión Europea, sus valores democráticos están altamente deteriorados y su clase política es de las peores del planeta.
Francisco Rubiales
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