La "Alianza de las Civilizaciones" es una buena idea, probablemente la más brillante y esperanzadora del escenario internacional, pero tiene el problema de contar con malos promotores: España, Turquía, Iran, país del que procede la idea original, y la desprestigiada ONU de Koffi Annam.
En los cenáculos y en algunos de los confidenciales que tan profusamente se editan en Washington se admite sin disimulo el valor de la iniciativa y se lamenta de que la idea de la "Alianza" no haya podido ser impulsada y capitalizada por la diplomacia americana. Con la misma sinceridad, los pensadores al servicio de la Casa Blanca admiten que el patrocinio de España y el origen Iraní de la idea, además del apoyo de la ONU, son obstáculos suficientes para impedir que los Estados Unidos y a sus aliados se sumen a una idea que consideran "brillante" y perfecta para que formara parte de la "estructura ideológica internacional de la política americana".
Otros muchos paises se sienten atraídos por la "Alianza", pero están demostrando frialdad sólo porque saben que es una idea "maldita" por la Casa Blanca. Es el caso de Rusia, cuyo ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, ha declarado sobre la Alianza que "garantizar la coexistencia de diferentes culturas es el desafío más grande para la comunidad mundial en los próximos diez años, y especialmente ante la amenaza terrorista".
El atractivo que la "Alianza" ejerce sobre líderes como Tony Blair y Berlusconi es conocido en los círculos bien informados, pero uno y otro se guardan sus opiniones porque saben que Washington ve con malos ojos cualquier declaración que sirva de apoyo al gobierno de Zapatero.
Otro de los que se sienten atraidos por la idea de la Alianza como plataforma de diálogo entre los mundos musulmán, cristiano y otras culturas de Asia como las de India y China es José María Aznar, como bien lo saben Rajoy, Zaplana, Acebes y Arenas, que han sido testigos de manifestaciones privadas en ese sentido de su antiguo líder, las cuales han quedado ocultadas ante la opinión pública.
En los cenáculos y en algunos de los confidenciales que tan profusamente se editan en Washington se admite sin disimulo el valor de la iniciativa y se lamenta de que la idea de la "Alianza" no haya podido ser impulsada y capitalizada por la diplomacia americana. Con la misma sinceridad, los pensadores al servicio de la Casa Blanca admiten que el patrocinio de España y el origen Iraní de la idea, además del apoyo de la ONU, son obstáculos suficientes para impedir que los Estados Unidos y a sus aliados se sumen a una idea que consideran "brillante" y perfecta para que formara parte de la "estructura ideológica internacional de la política americana".
Otros muchos paises se sienten atraídos por la "Alianza", pero están demostrando frialdad sólo porque saben que es una idea "maldita" por la Casa Blanca. Es el caso de Rusia, cuyo ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, ha declarado sobre la Alianza que "garantizar la coexistencia de diferentes culturas es el desafío más grande para la comunidad mundial en los próximos diez años, y especialmente ante la amenaza terrorista".
El atractivo que la "Alianza" ejerce sobre líderes como Tony Blair y Berlusconi es conocido en los círculos bien informados, pero uno y otro se guardan sus opiniones porque saben que Washington ve con malos ojos cualquier declaración que sirva de apoyo al gobierno de Zapatero.
Otro de los que se sienten atraidos por la idea de la Alianza como plataforma de diálogo entre los mundos musulmán, cristiano y otras culturas de Asia como las de India y China es José María Aznar, como bien lo saben Rajoy, Zaplana, Acebes y Arenas, que han sido testigos de manifestaciones privadas en ese sentido de su antiguo líder, las cuales han quedado ocultadas ante la opinión pública.
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