Los socialistas de más de 50 años de edad son los menos dispuestos al silencio cómplice y los que acumulan más rabia. Son la generación que ganó para el PSOE un espacio en el nuevo poder democrático español, tras la muerte de Franco, y la que, después de vivir la etapa de Felipe González, ahora está siendo injustamente defenestrada por el Zapaterismo. Con Felipe González a la cabeza, reniegan, todavía discretamente, del nuevo liderazgo, al que no perdonan que haya liquidado de un plumazo el Flipismo, ni que haya puesto bajo sospecha la decencia patriotica del socialismo español.
El panorama, lleno de nubarrones, se complica con una oposición de derecha miedosa, desconcertada y desencajada que se siente cercada y que contribuye a la crispación con su "Resistencia" frente a todos los demás partidos y con afirmaciones que algunas veces son tan axageradas como las recientes de Acebes, cuando dijo que "El plan de paz de Zapatero es el de ETA".
Las claves internas del Partido Popular son dos: se siente culpable por no haber fortalecido la frágil democracia española en los ocho años de gobierno de Aznar; y, a pesar de haber optado por la ruptura de relaciones con el gobierno de Zapatero, sigue dudando entre que es mejor, si sumarse con todas sus fuerzas a la Rebeldía o callar prudentemente ante la posibilidad de que la paz con ETA se firme un día y ese éxito de Zapatero les arroje del futuro mapa político español.
Por último, la situación mediática tampoco contribuye a la calma. Los medios se han alejado temerariamente de la independencia, están alineados con el gobierno o con la oposición y parecen haberse olvidado de los ciudadanos, que cada día compran menos periódicos, tienen menos confianza en los medios y pierden el respeto a los periodistas. Muchos medios empiezan a sentir vértigo ante la crudeza del enfrentamiento entre las derechas y las izquierdas y comienzan a pedir que ambas partes pacten.
Pero la independencia informativa ha sido casi borrada del mapa y cientos de periodistas, miembros de medios comprometidos con uno u otro bando, participan tan de lleno en la batalla como el propio Zapatero o Rajoy. El caso más evidente quizás sea el de Federico Jimenez Losantos, el cual, en la mañana de la COPE, la cadena de emisoras de la Iglesia Católica, se ha convertido en el látigo que fustiga cada dísa a Zapatero, como lo demuestran las siguientes palabras, pronunciadas el pasado martes 6 de junio:
"Zapatero ha puesto el Estado de Derecho a los pies de los caballos. Nos ha puesto a todos los españoles de rodillas ante ETA. Qué asco. Tienen ustedes la oportunidad de decirle a Zetapé que no están de acuerdo con la rendición ante una banda de asesinos, de criminales. Este sábado, día 10, a las seis de la tarde en la Plaza de Colón de Madrid. No me pueden fallar".
FIN
El panorama, lleno de nubarrones, se complica con una oposición de derecha miedosa, desconcertada y desencajada que se siente cercada y que contribuye a la crispación con su "Resistencia" frente a todos los demás partidos y con afirmaciones que algunas veces son tan axageradas como las recientes de Acebes, cuando dijo que "El plan de paz de Zapatero es el de ETA".
Las claves internas del Partido Popular son dos: se siente culpable por no haber fortalecido la frágil democracia española en los ocho años de gobierno de Aznar; y, a pesar de haber optado por la ruptura de relaciones con el gobierno de Zapatero, sigue dudando entre que es mejor, si sumarse con todas sus fuerzas a la Rebeldía o callar prudentemente ante la posibilidad de que la paz con ETA se firme un día y ese éxito de Zapatero les arroje del futuro mapa político español.
Por último, la situación mediática tampoco contribuye a la calma. Los medios se han alejado temerariamente de la independencia, están alineados con el gobierno o con la oposición y parecen haberse olvidado de los ciudadanos, que cada día compran menos periódicos, tienen menos confianza en los medios y pierden el respeto a los periodistas. Muchos medios empiezan a sentir vértigo ante la crudeza del enfrentamiento entre las derechas y las izquierdas y comienzan a pedir que ambas partes pacten.
Pero la independencia informativa ha sido casi borrada del mapa y cientos de periodistas, miembros de medios comprometidos con uno u otro bando, participan tan de lleno en la batalla como el propio Zapatero o Rajoy. El caso más evidente quizás sea el de Federico Jimenez Losantos, el cual, en la mañana de la COPE, la cadena de emisoras de la Iglesia Católica, se ha convertido en el látigo que fustiga cada dísa a Zapatero, como lo demuestran las siguientes palabras, pronunciadas el pasado martes 6 de junio:
"Zapatero ha puesto el Estado de Derecho a los pies de los caballos. Nos ha puesto a todos los españoles de rodillas ante ETA. Qué asco. Tienen ustedes la oportunidad de decirle a Zetapé que no están de acuerdo con la rendición ante una banda de asesinos, de criminales. Este sábado, día 10, a las seis de la tarde en la Plaza de Colón de Madrid. No me pueden fallar".
FIN
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