Se sienten tan poderosos y seguros que están asesinando a la gallina de los huevos de oro, ponen en peligro la democracia y ni siquiera se dan cuenta que los ciudadanos estamos cansados de unos políticos profesionales en trifulca permanente, que convierten el hemiciclo en una botellona y que se comportan como más como esos simios a los que les van a otorgar derechos humanos que como delegados electos de la ciudadanía española.
El espectáculo del jueves 11 de mayo en las Cortes fue para que dimitan todos y se convoquen nuevas elecciones. Zaplana afirma que la España del PSOE es la de militantes detenidos y diputados expulsados. El portavoz del PP en el Congreso anunció que su grupo va a pedir la reprobación del presidente del Congreso, Manuel Marín, por haber expulsado a Vicente Martínez Pujalte. El caso Bono y la negativa de Alonso a dimitir generaron una bronca en el Congreso en la que no faltó de nada y en la que gobierno y oposición compitieron en insensatez maleducada. Una diputada del PP denunció que desde la bancada socialista se hicieron gestos obscenos y machistas. El PSOE dedicó el día a insultar: Blanco dijo que Acebes tiene "parálisis mental"; López Garrido se inspiró en Conde Pumpido y llamó a los populares "vulgares agitadores vociferantes". Los otros respondieron con pataletas y con insultos de similar calado. Nadio fue mejor que nadie y todos ensuciaron el pabellón de la democracia. En fin, todo un bochorno de niños malcriados cuyo mayor pecado es ignorar que existen los ciudadanos y que quizás un día se rebelen para acabar con tanta desvergüenza.
La democracia no tiene por qué ser un corral de maleducados, ni una pelea callejera de perros sin collar, ni una palestra donde se premia el engaño y se sigue la deshonesta máxima de que "en política vale todo". Nuestros representantes y gobernantes olvidan que los ciudadanos, que, aunque les cueste creerlo, seguimos siendo los soberanos en democracia, no queremos ser representados por gente a las que ni siquiera nos atreveríamos a abrirle las puertas de nuestras casas o a presentarles a nuestras esposas e hijos.
El espectáculo del jueves 11 de mayo en las Cortes fue para que dimitan todos y se convoquen nuevas elecciones. Zaplana afirma que la España del PSOE es la de militantes detenidos y diputados expulsados. El portavoz del PP en el Congreso anunció que su grupo va a pedir la reprobación del presidente del Congreso, Manuel Marín, por haber expulsado a Vicente Martínez Pujalte. El caso Bono y la negativa de Alonso a dimitir generaron una bronca en el Congreso en la que no faltó de nada y en la que gobierno y oposición compitieron en insensatez maleducada. Una diputada del PP denunció que desde la bancada socialista se hicieron gestos obscenos y machistas. El PSOE dedicó el día a insultar: Blanco dijo que Acebes tiene "parálisis mental"; López Garrido se inspiró en Conde Pumpido y llamó a los populares "vulgares agitadores vociferantes". Los otros respondieron con pataletas y con insultos de similar calado. Nadio fue mejor que nadie y todos ensuciaron el pabellón de la democracia. En fin, todo un bochorno de niños malcriados cuyo mayor pecado es ignorar que existen los ciudadanos y que quizás un día se rebelen para acabar con tanta desvergüenza.
La democracia no tiene por qué ser un corral de maleducados, ni una pelea callejera de perros sin collar, ni una palestra donde se premia el engaño y se sigue la deshonesta máxima de que "en política vale todo". Nuestros representantes y gobernantes olvidan que los ciudadanos, que, aunque les cueste creerlo, seguimos siendo los soberanos en democracia, no queremos ser representados por gente a las que ni siquiera nos atreveríamos a abrirle las puertas de nuestras casas o a presentarles a nuestras esposas e hijos.
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