Zapatero y sus muchachos apelan ahora a la españolidad para cerrar el paso a la energética alemana E-on y están dispuestos a parar la operación, quizás sin darse cuenta de que en la Unión Europea y en el mundo moderno lo único sagrado e intocable es el mercado.
Si se enfrenta al mercado e impide a una empresa alemana como E-on utilizar un mecanismo tan democrático y consagrado en el libre mercado como una OPA amigable, Zapatero puede recibir una lluvía de reproches y de represalias insoportable, lanzadas desde la propia Unión Europea como de los distintos países y de Estados Unidos, una potencia mundial que se autoatribuye el derecho a proteger la libertad de comercio y de mercado en el mundo civilizado.
Zapatero puede decir (y ya lo ha dicho, a través de sus colaboradores) que otros países protegen a sus empresas frente a intentos extranjeros de compra, como Francia e Italia, por mencionar a los más cercanos, pero quizás a España no se le permita hacer lo mismo por varias razones, entre ellas porque mientras que Italia y Francia tiran la piedra y esconden la mano, el gobierno de Zapatero, sin astucia ni mano izquierda, aparece claramente, ante la comunidad financiera mundial, como el brazo intervencionista que apoyó, con inusitado denuedo, la anterior OPA a ENDESA, gestada en Cataluña, y que impide hoy el ortodoxo y legal ataque de E-on.
¿Cómo va a justificar Zapatero su proteccionismo frente a una empresa alemana, cuando Alemania ha sido el país generoso que ha aportado el grueso de los dineros europeos que han costeado las infraestructuras españolas y hecho de España un país moderno? ¿Cómo va a justificar Zapatero su negativa a la nueva OPA ante los accionistas de ENDESA, a los que la empresa alemana ofrece un 30 por ciento más que en la OPA catalana anterior, en dinero contante y real? ¿Cómo puede Zapatero justificar su obstruccionismo cuando las empresas españolas se han movido con libertad en los mercados, en los últimos años, comprando empresas de comunicaciones, bancos y entidades de todo tipo en medio mundo, como la argentina YPF, entre otras muchas?
Si yo fuera Zapatero le tendría más miedo y respeto al mercado.
Si se enfrenta al mercado e impide a una empresa alemana como E-on utilizar un mecanismo tan democrático y consagrado en el libre mercado como una OPA amigable, Zapatero puede recibir una lluvía de reproches y de represalias insoportable, lanzadas desde la propia Unión Europea como de los distintos países y de Estados Unidos, una potencia mundial que se autoatribuye el derecho a proteger la libertad de comercio y de mercado en el mundo civilizado.
Zapatero puede decir (y ya lo ha dicho, a través de sus colaboradores) que otros países protegen a sus empresas frente a intentos extranjeros de compra, como Francia e Italia, por mencionar a los más cercanos, pero quizás a España no se le permita hacer lo mismo por varias razones, entre ellas porque mientras que Italia y Francia tiran la piedra y esconden la mano, el gobierno de Zapatero, sin astucia ni mano izquierda, aparece claramente, ante la comunidad financiera mundial, como el brazo intervencionista que apoyó, con inusitado denuedo, la anterior OPA a ENDESA, gestada en Cataluña, y que impide hoy el ortodoxo y legal ataque de E-on.
¿Cómo va a justificar Zapatero su proteccionismo frente a una empresa alemana, cuando Alemania ha sido el país generoso que ha aportado el grueso de los dineros europeos que han costeado las infraestructuras españolas y hecho de España un país moderno? ¿Cómo va a justificar Zapatero su negativa a la nueva OPA ante los accionistas de ENDESA, a los que la empresa alemana ofrece un 30 por ciento más que en la OPA catalana anterior, en dinero contante y real? ¿Cómo puede Zapatero justificar su obstruccionismo cuando las empresas españolas se han movido con libertad en los mercados, en los últimos años, comprando empresas de comunicaciones, bancos y entidades de todo tipo en medio mundo, como la argentina YPF, entre otras muchas?
Si yo fuera Zapatero le tendría más miedo y respeto al mercado.
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