Un argumento que ha ayudado a Bush y a su equipo a abrazar la nueva doctrina es que los Estados Unidos, por causa de su dependencia del petroleo de Oriente Medio, está obligado hoy a comprar petroleo a los mismos regímenes fascistas-islámicos que financian el terrorismo mundial y la resistencia en Irak, lo que implica que los mismos dólares que está pagando Washington sirven para matar a sus soldados.
El plan requiere una inversión de 12.000 millones de dólares en los próximos cuatro años, cantidad que se considera suficiente para crear la dinámica necesaria para sustituir los actuales automóviles por modelos híbridos (electricidad y gasolina) y también para que nazcan combustibles que combinen gasolina con metanol y etanol, producidos con maiz y otros cultivos.
Pero los expertos saben que no hablan de una revolución verde o de una iniciativa ecológica sino de un movimiento estatégico destinado a reforzar el poder de Estados Unidos en el futuro y a perpetuar su predominio como gran potencia, para lo cual tendrá que liberarse de ataduras y dependencias que le impiden hoy combatir frontalmente a sus verdaderos enemigos (el islamismo intransigente).
Existe, sin embargo, otro objetivo estratégico que va unido a la revolución verde del combustible: impedir que Europa sucumba a la influencia musulmana para poder contar con la alianza de los europeos en las futuras batallas entre las dos civilizaciones.
Los estudiosos de Washington están preocupados por la invasión de musulmanes que padece Europa y ante la dificultad que están encontrando los europeos a la hora de integrar culturalmente a esos millones de musulmanes que viven en sus ciudadades y cuyo odio a Occidente es alimentado por imanes pagados con dinero procedente del petróleo. El peligro radica en que los musulmanes se reproducen hasta cinco veces más que los europeos, lo que implica que empezarán a ser una fuerza electoralmente decisiva dentro de unos 30 años.
Antes de que eso ocurra, opinan en los thikn tanks estratégicos, habrá que forzar la "europeización" de los inmigrantes o contemplar, incluso, medidas tan extremas como la expulsión masiva de Europa de los musulmanes más integristas y hostiles.
Washington confía en que estas tesis sean entendidas y apoyadas por Gran Bretaña, Italia y la nueva Alemania de Ángela Merkel, con la que el gobierno americano quiere establecer lazos sólidos de amistad y en la que los pensadores del "Imperio" tienen depositadas muchas esperanzas. Con esos tres paises europeos, a los que se unirán, probablemente, Polonia y Portugal, a favor de las tesis de resistencia a la islamización de Europa, hay esperanzas de victoria, afirman.
Sin poder conquistar Europa y sin poder utilizar el petroleo como arma de chantaje, la amenaza musulmana se desmoronará como un castillo de naipes y las masas entrarán en razón y tendrán que abrazar, poco a poco, el progreso, la modernización y la democracia.
Si eso no ocurriera, vendría la confrontación, vaticinan los "cabezas de huevo" del imperio.
El plan requiere una inversión de 12.000 millones de dólares en los próximos cuatro años, cantidad que se considera suficiente para crear la dinámica necesaria para sustituir los actuales automóviles por modelos híbridos (electricidad y gasolina) y también para que nazcan combustibles que combinen gasolina con metanol y etanol, producidos con maiz y otros cultivos.
Pero los expertos saben que no hablan de una revolución verde o de una iniciativa ecológica sino de un movimiento estatégico destinado a reforzar el poder de Estados Unidos en el futuro y a perpetuar su predominio como gran potencia, para lo cual tendrá que liberarse de ataduras y dependencias que le impiden hoy combatir frontalmente a sus verdaderos enemigos (el islamismo intransigente).
Existe, sin embargo, otro objetivo estratégico que va unido a la revolución verde del combustible: impedir que Europa sucumba a la influencia musulmana para poder contar con la alianza de los europeos en las futuras batallas entre las dos civilizaciones.
Los estudiosos de Washington están preocupados por la invasión de musulmanes que padece Europa y ante la dificultad que están encontrando los europeos a la hora de integrar culturalmente a esos millones de musulmanes que viven en sus ciudadades y cuyo odio a Occidente es alimentado por imanes pagados con dinero procedente del petróleo. El peligro radica en que los musulmanes se reproducen hasta cinco veces más que los europeos, lo que implica que empezarán a ser una fuerza electoralmente decisiva dentro de unos 30 años.
Antes de que eso ocurra, opinan en los thikn tanks estratégicos, habrá que forzar la "europeización" de los inmigrantes o contemplar, incluso, medidas tan extremas como la expulsión masiva de Europa de los musulmanes más integristas y hostiles.
Washington confía en que estas tesis sean entendidas y apoyadas por Gran Bretaña, Italia y la nueva Alemania de Ángela Merkel, con la que el gobierno americano quiere establecer lazos sólidos de amistad y en la que los pensadores del "Imperio" tienen depositadas muchas esperanzas. Con esos tres paises europeos, a los que se unirán, probablemente, Polonia y Portugal, a favor de las tesis de resistencia a la islamización de Europa, hay esperanzas de victoria, afirman.
Sin poder conquistar Europa y sin poder utilizar el petroleo como arma de chantaje, la amenaza musulmana se desmoronará como un castillo de naipes y las masas entrarán en razón y tendrán que abrazar, poco a poco, el progreso, la modernización y la democracia.
Si eso no ocurriera, vendría la confrontación, vaticinan los "cabezas de huevo" del imperio.