Con la aprobación “por la fuerza de la mayoría” de los estatutos de Cataluña y de Andalucía, los socialistas están imponiendo a la sociedad leyes fundamentales no consensuadas y apoyadas por mayorías poco consistentes, un error garrafal que, en democracia, siempre desestabiliza, pudre la convivencia y termina pagándose caro.
“El Estatut” catalán es un documento conflictivo, anticuado, intervencionista, autoritario y enrevesado que ha sido rechazado por la mayoría de los pensadores y analistas políticos, mientras que genera división y desasosiego en una sociedad catalana que está dividida ante la propuesta, que deberá ser definitivamente aprobada o rechazada mediante referendum.
Por su parte, “Er Estatú” andaluz, nació ayer minusválido, con la lacra de no haber sido ni deseado ni conocido por la sociedad andaluza, exigido, redactado y negociado en exclusiva por políticos profesionales, sin consenso, con dos partidos en contra, el Popular y el Andalucista, y marcado por un rasgo dramático: es una mala fotocopia del estatuto catalán, aprobado de manera precipitada, tal vez para amparar a su gemelo catalán, que ha patrocinado personalmente el presidente Zapatero, tras negociarlo con sus "amigos" nacionalistas catalanes.
El propio Duran i Lleida lo reconoció en el debate del Congreso cuando habló de “la fotocopiadora de La Moncloa”.
“El Estatut” catalán es un documento conflictivo, anticuado, intervencionista, autoritario y enrevesado que ha sido rechazado por la mayoría de los pensadores y analistas políticos, mientras que genera división y desasosiego en una sociedad catalana que está dividida ante la propuesta, que deberá ser definitivamente aprobada o rechazada mediante referendum.
Por su parte, “Er Estatú” andaluz, nació ayer minusválido, con la lacra de no haber sido ni deseado ni conocido por la sociedad andaluza, exigido, redactado y negociado en exclusiva por políticos profesionales, sin consenso, con dos partidos en contra, el Popular y el Andalucista, y marcado por un rasgo dramático: es una mala fotocopia del estatuto catalán, aprobado de manera precipitada, tal vez para amparar a su gemelo catalán, que ha patrocinado personalmente el presidente Zapatero, tras negociarlo con sus "amigos" nacionalistas catalanes.
El propio Duran i Lleida lo reconoció en el debate del Congreso cuando habló de “la fotocopiadora de La Moncloa”.
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