España, si quiere llegar a ser una verdadera democracia o simplemente un país fuerte, tiene que limpiar su hogar y librarse de mucha escoria que ha logrado incrustarse en el sistema y encaramarse en el poder. Hay partidos claramente anticonstitucionales por sus ideas y proyectos que hoy hasta ocupan sitio en el Consejo de Ministros y personas que tienen poder o gobiernan sin poseer la suficiente altura moral y cívica para ocupar puestos de responsabilidad.
Si España fuera un país decente y consecuente con los principios democráticos, ya se habría librado de morralla como BILDU, defensora del terrorismo, de los nacionalismos violentos que fomentan el odio y buscan la ruptura de la nación y de los partidos totalitarios comunistas que buscan apoderarse del Estado y asesinar la democracia. También tendrían que quedar fuera del sistema aquellos partidos que acogen en sus filas a corruptos y malhechores y los muchos políticos corruptos y dañinos que violan la Constitución y sus valores, muchos de los cuales han ocupado y ocupan puestos de gobierno.
Pocos se atreven en España a defender una democracia rigurosa y auténtica porque aplicarla implica desmontar gran parte del sistema, podrido de antidemocracia, corrupción y abuso. El mismo gobierno de Pedro Sánchez, al estar aliado con fuerzas anticonstitucionales y de moral antidemocrática, es democráticamente deficiente y carece de la necesaria legitimidad y solvencia ética.
Sin embargo, admitir en el seno del sistema a elementos dañinos y antidemocráticos representa una clara apuesta suicida para una nación.
Es mentira que en la democracia quepan todos. Eso suelen decirlo los que quieren dinamitar el sistema desde dentro. En la democracia sólo cabe la gente limpia y decente, no los canallas y criminales. No existe en el mundo un sistema más pulcro y menos tolerante con los canallas que la democracia, que incluye en su sistema un poderoso núcleo defensivo frente a los que abusan del poder y violan las leyes de manera sistemática, donde quedan incluidos los amigos del terrorismo, los totalitarios comunistas y nazis, los delincuentes, los violentos, los corruptos y los que promueven la ruptura de la nación, el odio y la división.
Los políticos corruptos quieren que creamos que la democracia se limita a ser un sistema para elegir gobernantes,pero eso equivaldría a reducirla al 5 por ciento de su potencial. La democracia no es tanto un sistema para elegir gobernantes como una estructura ideada para defender las libertades y derechos, para procurar la felicidad de los ciudadanos y para limitar y controlar los poderes del Estado y los gobiernos, cuya tendencia natural, según se ha comprobado a lo largo y ancho de la Historia, es abusar del poder, acumular privilegios y utilizar la fuerza del Estado en provecho propio.
Lo que ocurre es que los que no son demócratas se han apoderado del Estado y desde dentro han pervertido y desarmado la democracia, convirtiéndola en un sistema trucado que les permite a ellos ser dictadores y ladrones legalizados, al mismo tiempo que ejercen un poder sin controles y sin apenas trabas, sucio e impune.
Los peores enemigos de la democracia son otras estructuras de poder organizadas, como las mafias, algunas de las cuales se esconden y se encarnan en los partidos políticos. Por eso los peores enemigos de las democracias suelen estar dentro del sistema.
La democracia sólo debe acoger y respetar a la gente de buena voluntad que cumple las leyes y juega limpio. La democracia es el sistema más intolerante que existe con el crimen, la corrupción y la delincuencia instalada en el poder.
Soportar a un gobierno que destruye los valores, genera pobreza, destruye la unidad, amarga el presente y pone en peligro el futuro no es democrático sino simplemente estúpido y básicamente delictivo.
Francisco Rubiales
Si España fuera un país decente y consecuente con los principios democráticos, ya se habría librado de morralla como BILDU, defensora del terrorismo, de los nacionalismos violentos que fomentan el odio y buscan la ruptura de la nación y de los partidos totalitarios comunistas que buscan apoderarse del Estado y asesinar la democracia. También tendrían que quedar fuera del sistema aquellos partidos que acogen en sus filas a corruptos y malhechores y los muchos políticos corruptos y dañinos que violan la Constitución y sus valores, muchos de los cuales han ocupado y ocupan puestos de gobierno.
Pocos se atreven en España a defender una democracia rigurosa y auténtica porque aplicarla implica desmontar gran parte del sistema, podrido de antidemocracia, corrupción y abuso. El mismo gobierno de Pedro Sánchez, al estar aliado con fuerzas anticonstitucionales y de moral antidemocrática, es democráticamente deficiente y carece de la necesaria legitimidad y solvencia ética.
Sin embargo, admitir en el seno del sistema a elementos dañinos y antidemocráticos representa una clara apuesta suicida para una nación.
Es mentira que en la democracia quepan todos. Eso suelen decirlo los que quieren dinamitar el sistema desde dentro. En la democracia sólo cabe la gente limpia y decente, no los canallas y criminales. No existe en el mundo un sistema más pulcro y menos tolerante con los canallas que la democracia, que incluye en su sistema un poderoso núcleo defensivo frente a los que abusan del poder y violan las leyes de manera sistemática, donde quedan incluidos los amigos del terrorismo, los totalitarios comunistas y nazis, los delincuentes, los violentos, los corruptos y los que promueven la ruptura de la nación, el odio y la división.
Los políticos corruptos quieren que creamos que la democracia se limita a ser un sistema para elegir gobernantes,pero eso equivaldría a reducirla al 5 por ciento de su potencial. La democracia no es tanto un sistema para elegir gobernantes como una estructura ideada para defender las libertades y derechos, para procurar la felicidad de los ciudadanos y para limitar y controlar los poderes del Estado y los gobiernos, cuya tendencia natural, según se ha comprobado a lo largo y ancho de la Historia, es abusar del poder, acumular privilegios y utilizar la fuerza del Estado en provecho propio.
Lo que ocurre es que los que no son demócratas se han apoderado del Estado y desde dentro han pervertido y desarmado la democracia, convirtiéndola en un sistema trucado que les permite a ellos ser dictadores y ladrones legalizados, al mismo tiempo que ejercen un poder sin controles y sin apenas trabas, sucio e impune.
Los peores enemigos de la democracia son otras estructuras de poder organizadas, como las mafias, algunas de las cuales se esconden y se encarnan en los partidos políticos. Por eso los peores enemigos de las democracias suelen estar dentro del sistema.
La democracia sólo debe acoger y respetar a la gente de buena voluntad que cumple las leyes y juega limpio. La democracia es el sistema más intolerante que existe con el crimen, la corrupción y la delincuencia instalada en el poder.
Soportar a un gobierno que destruye los valores, genera pobreza, destruye la unidad, amarga el presente y pone en peligro el futuro no es democrático sino simplemente estúpido y básicamente delictivo.
Francisco Rubiales
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