El poder político gobernante, con la poderosa ayuda de sus medios de comunicación afines, está empeñado en transmitir a la ciudadanía el mensaje falso y perverso de que tan culpable es el político corrupto que roba dinero público como el empresario que se ve obligado a pagar un "peaje" porque se lo exigen los políticos corrompidos, si quiere hacer negocios.
La detención de empresarios en la ya famosa "Operación Malaya" se ha convertido en un "safari" para la prensa adicta al régimen. Muchos empresarios están en la cárcel y otros en libertad bajo fianzas escandalosamente altas, mientras que es inminente una "tercera oleada" de detenciones que, según se dice en Marbella, implicará a personajes de gran popularidad.
Acabo de estar en Marbella y he tenido la ocasión de conversar con un grupo de ciudadanos bien informados y con una envidiable capacidad de análisis, que me han transmitido su sorpresa e indignación ante el acoso judicial y político que padecen los empresarios, mientras que de los políticos, muchos de ellos encarcelados, que son los corruptores del sistema y los máximos culpables de la vergonzosa situación de la democracia en Marbella, apenas se habla ya.
Denuncian mis interlocutores la confusión que se está proyectando hacia la sociedad, desde el poder político y desde sus medios de comunicación afines, al intentar equiparar el delito de cohecho, imputado a algunos empresarios, con los de corrupción, prevaricación y otros, mucho más graves, cometidos por una clase política que administra dinero y bienes públicos y que ha practicado durante más de una década la corrupción en Marbella y en otros cientos de municipios y ámbitos de gobierno.
Me proporcionaron datos sobrecogedores sobre las prácticas corruptas en Marbella, que, según aseguraron, no fueron instauradas por Jesús Gil sino por anteriores gobiernos democráticos, de la implicación en esas prácticas del PSOE y el PA, de la injusticia que se está cometiendo con empresarios que, ciertamente, en algunos casos, han tenido que pagar "peaje" a los políticos, pero que lo han hecho ante la exigencia de unos políticos corruptos que ostentaban el poder democrático, tolerados y ni siquiera cuestionados por la Junta de Andalucía durante más de una década.
Me contaron que muchos de esos empresarios sospechosos o implicados son genuinos creadores de empleo y riqueza en la Costa del Sol, a los que debería considerarse más como víctimas de la política corrupta que como beneficiarios de esa corrupción. Según mis informantes, a algunos de los empresarios imputados, presentados desde el poder político y la prensa como corruptores y beneficiarios de la casta política corrupta de Marbella, se les hizo chantaje desde el poder municipal y se les obligó a realizar trabajos y obras valoradas en muchos millones de euros que todavía se les deben y que ni siquiera se atreven a reclamar por miedo a ser "empapelados".
"La corrupción ha sido grande y ha durado demasiado, pero no es admisible la confusión que se está creando a través de la radio y la televisión, principalmente, donde se emite el falso criterio de que tan corrupto es el que recibe dinero como el que lo da, que tan delincuentos son los políticos corruptos como los empresarios, cuando existe una enorme diferencia entre quien paga un peaje que le es exigido por gobernantes legítimos y aquellos políticos que traicionan el mandato y la representación recibidos de los ciudadanos en democracia. El delito de los políticos, contrariamente a lo que se está afirmando desde el poder establecido, es infinitamente más grave y lamentable".
La detención de empresarios en la ya famosa "Operación Malaya" se ha convertido en un "safari" para la prensa adicta al régimen. Muchos empresarios están en la cárcel y otros en libertad bajo fianzas escandalosamente altas, mientras que es inminente una "tercera oleada" de detenciones que, según se dice en Marbella, implicará a personajes de gran popularidad.
Acabo de estar en Marbella y he tenido la ocasión de conversar con un grupo de ciudadanos bien informados y con una envidiable capacidad de análisis, que me han transmitido su sorpresa e indignación ante el acoso judicial y político que padecen los empresarios, mientras que de los políticos, muchos de ellos encarcelados, que son los corruptores del sistema y los máximos culpables de la vergonzosa situación de la democracia en Marbella, apenas se habla ya.
Denuncian mis interlocutores la confusión que se está proyectando hacia la sociedad, desde el poder político y desde sus medios de comunicación afines, al intentar equiparar el delito de cohecho, imputado a algunos empresarios, con los de corrupción, prevaricación y otros, mucho más graves, cometidos por una clase política que administra dinero y bienes públicos y que ha practicado durante más de una década la corrupción en Marbella y en otros cientos de municipios y ámbitos de gobierno.
Me proporcionaron datos sobrecogedores sobre las prácticas corruptas en Marbella, que, según aseguraron, no fueron instauradas por Jesús Gil sino por anteriores gobiernos democráticos, de la implicación en esas prácticas del PSOE y el PA, de la injusticia que se está cometiendo con empresarios que, ciertamente, en algunos casos, han tenido que pagar "peaje" a los políticos, pero que lo han hecho ante la exigencia de unos políticos corruptos que ostentaban el poder democrático, tolerados y ni siquiera cuestionados por la Junta de Andalucía durante más de una década.
Me contaron que muchos de esos empresarios sospechosos o implicados son genuinos creadores de empleo y riqueza en la Costa del Sol, a los que debería considerarse más como víctimas de la política corrupta que como beneficiarios de esa corrupción. Según mis informantes, a algunos de los empresarios imputados, presentados desde el poder político y la prensa como corruptores y beneficiarios de la casta política corrupta de Marbella, se les hizo chantaje desde el poder municipal y se les obligó a realizar trabajos y obras valoradas en muchos millones de euros que todavía se les deben y que ni siquiera se atreven a reclamar por miedo a ser "empapelados".
"La corrupción ha sido grande y ha durado demasiado, pero no es admisible la confusión que se está creando a través de la radio y la televisión, principalmente, donde se emite el falso criterio de que tan corrupto es el que recibe dinero como el que lo da, que tan delincuentos son los políticos corruptos como los empresarios, cuando existe una enorme diferencia entre quien paga un peaje que le es exigido por gobernantes legítimos y aquellos políticos que traicionan el mandato y la representación recibidos de los ciudadanos en democracia. El delito de los políticos, contrariamente a lo que se está afirmando desde el poder establecido, es infinitamente más grave y lamentable".
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