Algunos pensadores creen que la Iglesia Católica está siendo tibia en su respuesta al Nuevo Orden Mundial y sus desafíos
Los tres grandes negocios han generado los mayores poderes del planeta, el de la religión y el del manejo del poder y del dinero. Entre ellos se temen, pero se han respetado a lo largo de la Historia, incluso colaborando para fortalecerse mutuamente.
Esa colaboración entre los grandes poderes del mundo funciona hoy casi perfectamente, colaborando en el proyecto de debilitar la democracia, recortar las libertades y derechos y crear un Nuevo Orden con un gobierno universal único, bajo el control estricto de los más poderosos.
Pero han surgido fisuras entre la religiones cristianas y los poderes políticos, lo que ha provocado una campaña sutil pero implacable, guiada desde el corazón de los grandes poderes ocultos, para acabar con el cristianismo porque sus seguidores son difíciles de domesticar y tienen un sentido muy agudo de la libertad y la independencia.
Los estudios realizados en los think tanks de los poderosos señalan al cristianismo como una religión peligrosa para el Nuevo Orden porque sus seguidores, al considerarse hijos del mismo Dios, se sienten libres y con derechos inalienables, sentimientos que chocan con los criterios de los nuevos esclavizadores, que quieren una población mundial sometida y perfectamente dominada por la autoridad del Estado.
El que fuera el antiguo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Ludwig Müller,conoce bien la orientación del Nuevo Orden, del que afirma que «El diabólico Nuevo Orden Mundial es una pesadilla hecha realidad» y que ese proyecto «tiene su origen en un pensamiento diabólico-destructivo y no teológico».
En la literatura y en las ideas de los que apoyan el Nuevo Orden, sobre todo en la masonería, está claro que uno de los objetivos principales es eliminar el obstáculo del cristianismo y crear una nueva religión universal más sumisa y menos libertaria.
El actual gobierno de España, claramente de izquierdas, que se someterá al juicio de las urnas en unos días, está intensamente sometido a los designios del Nuevo Orden y a las estrategias del poder mundial oculto. Su relación con la religiones cristianas no es buena y destila cierta hostilidad, pero el enfrentamiento con las religiones es un asunto por ahora aplazado Por pedro Sánchez para evitar reacciones de la población que se traduzcan en pérdida de votos y apoyos. El acoso al cristianismo será abierto y duro cuando la construcción del Nuevo Orden esté más avanzada.
Francisco Rubiales
Esa colaboración entre los grandes poderes del mundo funciona hoy casi perfectamente, colaborando en el proyecto de debilitar la democracia, recortar las libertades y derechos y crear un Nuevo Orden con un gobierno universal único, bajo el control estricto de los más poderosos.
Pero han surgido fisuras entre la religiones cristianas y los poderes políticos, lo que ha provocado una campaña sutil pero implacable, guiada desde el corazón de los grandes poderes ocultos, para acabar con el cristianismo porque sus seguidores son difíciles de domesticar y tienen un sentido muy agudo de la libertad y la independencia.
Los estudios realizados en los think tanks de los poderosos señalan al cristianismo como una religión peligrosa para el Nuevo Orden porque sus seguidores, al considerarse hijos del mismo Dios, se sienten libres y con derechos inalienables, sentimientos que chocan con los criterios de los nuevos esclavizadores, que quieren una población mundial sometida y perfectamente dominada por la autoridad del Estado.
El que fuera el antiguo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Ludwig Müller,conoce bien la orientación del Nuevo Orden, del que afirma que «El diabólico Nuevo Orden Mundial es una pesadilla hecha realidad» y que ese proyecto «tiene su origen en un pensamiento diabólico-destructivo y no teológico».
En la literatura y en las ideas de los que apoyan el Nuevo Orden, sobre todo en la masonería, está claro que uno de los objetivos principales es eliminar el obstáculo del cristianismo y crear una nueva religión universal más sumisa y menos libertaria.
El actual gobierno de España, claramente de izquierdas, que se someterá al juicio de las urnas en unos días, está intensamente sometido a los designios del Nuevo Orden y a las estrategias del poder mundial oculto. Su relación con la religiones cristianas no es buena y destila cierta hostilidad, pero el enfrentamiento con las religiones es un asunto por ahora aplazado Por pedro Sánchez para evitar reacciones de la población que se traduzcan en pérdida de votos y apoyos. El acoso al cristianismo será abierto y duro cuando la construcción del Nuevo Orden esté más avanzada.
Francisco Rubiales
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