Un cambio histórico vivió este domingo Grecia con la victoria del partido izquierdista Syriza, con el 36,3% de los votos y 149 escaños, rozando la mayoría absoluta, sobre la conservadora Nueva Democracia del primer ministro en funciones Andonis Samarás, que se quedó en el 27,8% de apoyos (76 diputados). Los resultados hacen que la vieja Europa de los políticos tiemble, mientras la Europa de los ciudadanos se debate entre el miedo al cambio y la esperanza de que esté naciendo una política alejada de la durísima austeridad vivida en los últimos años, mas justa, decente y cercana al ser humano.
La victoria de Syriza es ya una victoria del pueblo, alzado contra una forma perversa y bastarda de hacer política y de interpretar la democracia, un sistema que fue ideado como modelo de transparencia, verdad y controles ciudadanos al poder político y que los políticos profesionales y sus partidos han convertido en una dictadura encubierta, una oligocracia plagada de vicios, alejada del pueblo y convertida en un refugio para las élites y los privilegiados.
Ese enfrentamiento entre los ciudadanos y los viejos gobiernos será la espina dorsal del siglo XXI y esa lucha del pueblo por recuperar el protagonismo que los políticos le han arrebatado será la gran constante de este tiempo presente. Los políticos y sus viejos partidos están a la defensiva, atrincherados en sus privilegios y esa forma bastarda de hacer política, según la cual ganar unas elecciones significa disfrutar de un cheque en blanco para gobernar a placer y a capricho, incluso contra la voluntad popular, hasta la siguiente cita electoral, sin rendir cuentas a los ciudadanos, sin la obligación de cumplir las promesas electorales, practicando la mentira, marginando a los ciudadanos, apostando por las sombras y violando una y otra vez las reglas de una democracia que ya no se parece en nada a la que idearon los estadistas y sabios que derribaron el despotismo.
La victoria de Syriza tendrá repercusiones en toda Europa, donde partidos similares, que se proclaman defensores de una política distinta y nueva, están surgiendo y consolidándose, como ocurre en España con Podemos.
Algunos dicen que la victoria de Syriza es el retorno del viejo comunismo y que no tiene nada que ver con la esperanza de una nueva política, pero eso habrá que verlo. Quizás tengan razón y Syriza sea un nuevo cascarón de Stalin, pero también podría ser la alborada de una política mas ética, decente y ciudadana. Habrá que observar con atención y vigilar para que no sea una apuesta por las sombras, para cerrar el paso, si fuera necesario, a una reencarnación trucada de la casta, que querrá seguir en el poder a cualquier precio.
La victoria de Syriza es ya una victoria del pueblo, alzado contra una forma perversa y bastarda de hacer política y de interpretar la democracia, un sistema que fue ideado como modelo de transparencia, verdad y controles ciudadanos al poder político y que los políticos profesionales y sus partidos han convertido en una dictadura encubierta, una oligocracia plagada de vicios, alejada del pueblo y convertida en un refugio para las élites y los privilegiados.
Ese enfrentamiento entre los ciudadanos y los viejos gobiernos será la espina dorsal del siglo XXI y esa lucha del pueblo por recuperar el protagonismo que los políticos le han arrebatado será la gran constante de este tiempo presente. Los políticos y sus viejos partidos están a la defensiva, atrincherados en sus privilegios y esa forma bastarda de hacer política, según la cual ganar unas elecciones significa disfrutar de un cheque en blanco para gobernar a placer y a capricho, incluso contra la voluntad popular, hasta la siguiente cita electoral, sin rendir cuentas a los ciudadanos, sin la obligación de cumplir las promesas electorales, practicando la mentira, marginando a los ciudadanos, apostando por las sombras y violando una y otra vez las reglas de una democracia que ya no se parece en nada a la que idearon los estadistas y sabios que derribaron el despotismo.
La victoria de Syriza tendrá repercusiones en toda Europa, donde partidos similares, que se proclaman defensores de una política distinta y nueva, están surgiendo y consolidándose, como ocurre en España con Podemos.
Algunos dicen que la victoria de Syriza es el retorno del viejo comunismo y que no tiene nada que ver con la esperanza de una nueva política, pero eso habrá que verlo. Quizás tengan razón y Syriza sea un nuevo cascarón de Stalin, pero también podría ser la alborada de una política mas ética, decente y ciudadana. Habrá que observar con atención y vigilar para que no sea una apuesta por las sombras, para cerrar el paso, si fuera necesario, a una reencarnación trucada de la casta, que querrá seguir en el poder a cualquier precio.
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