Thoreau fue el gran modelo de disidente irreductible y defensor de la libertad frente a los gobiernos inicuos
Henry David Thoreau es el padre de la desobediencia civil, cuyo termino acuñó. Su lucha fue contra el pago de impuestos injustos, pero su desobediencia al poder inicuo sirve también para combatir la injusticia, el abuso y a todo tipo de déspotas y canallas con poder.
A Thoreau y a todos los luchadores pacíficos contra los gobiernos indecentes les corresponde un homenaje por habernos enseñado el camino para derrocar a corruptos, canallas y tiranos.
El mundo vive una época donde proliferan los gobernantes miserables y enemigos de sus pueblos. Es ésta una etapa en la que la "desobediencia civil" es más necesaria que nunca.
Muchos gobiernos, entre ellos el que padece hoy España, al frente del cual está el inquietante Pedro Sánchez, se creen con derecho a hacer lo que quieran cuando son elegidos. Esa concepción de la democracia es brutal y bastarda. Las repúblicas y monarquías más miserables afirman que representan la voluntad del pueblo, pero lo cierto es que sólo respetan el interés de la minoría más influyente, utilizando la fuerza para neutralizar cualquier objeción o disidencia. No hay razones legítimas para obedecer a un gobierno injusto, pues la conciencia nos ordena primero ser hombres, individuos, conciencias libres y responsables, y sólo después, súbditos.
La proliferación de indeseables con poder político al frente de gobiernos que arruinan y envilecen a las naciones nos empuja a considerar aquello que dijo Thoreau: "¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un Estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente."
La anécdota es valiosa:
"Thoreau no hace retórica. No es un filósofo alejado de la realidad, que elabora mandatos desde su retiro, eludiendo la confrontación con la realidad, sino un hombre comprometido y consecuente con sus principios. El 24 o 25 de julio de 1846, el recaudador de impuestos local, Sam Staples, le exigió el pago de seis años atrasados. Thoreau se negó, afirmando que se negaba a colaborar con un gobierno que consentía la esclavitud y que se había embarcado en una guerra inmoral contra México. El escritor fue arrestado y pasó una noche entre rejas, pero alguien pagó de forma anónima la fianza, contrariando su voluntad. Circula la leyenda de que Ralph Waldo Emerson lo visitó durante su corto encierro, preguntándole qué hacía allí dentro. Supuestamente, Thoreau contestó: “¿Qué hace usted ahí fuera?”. Cuando dos años más tarde el Concord Lyceum invitó a Thoreau a impartir un ciclo de conferencias, escogió como título "Los derechos y los deberes del individuo en relación con el gobierno". Esas disertaciones serían el punto de partida del opúsculo "Del deber de la desobediencia civil", que inspiraría a figuras como Lev Tolstói, Mahatma Gandhi y Martin Luther King."
Francisco Rubiales
A Thoreau y a todos los luchadores pacíficos contra los gobiernos indecentes les corresponde un homenaje por habernos enseñado el camino para derrocar a corruptos, canallas y tiranos.
El mundo vive una época donde proliferan los gobernantes miserables y enemigos de sus pueblos. Es ésta una etapa en la que la "desobediencia civil" es más necesaria que nunca.
Muchos gobiernos, entre ellos el que padece hoy España, al frente del cual está el inquietante Pedro Sánchez, se creen con derecho a hacer lo que quieran cuando son elegidos. Esa concepción de la democracia es brutal y bastarda. Las repúblicas y monarquías más miserables afirman que representan la voluntad del pueblo, pero lo cierto es que sólo respetan el interés de la minoría más influyente, utilizando la fuerza para neutralizar cualquier objeción o disidencia. No hay razones legítimas para obedecer a un gobierno injusto, pues la conciencia nos ordena primero ser hombres, individuos, conciencias libres y responsables, y sólo después, súbditos.
La proliferación de indeseables con poder político al frente de gobiernos que arruinan y envilecen a las naciones nos empuja a considerar aquello que dijo Thoreau: "¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un Estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente."
La anécdota es valiosa:
"Thoreau no hace retórica. No es un filósofo alejado de la realidad, que elabora mandatos desde su retiro, eludiendo la confrontación con la realidad, sino un hombre comprometido y consecuente con sus principios. El 24 o 25 de julio de 1846, el recaudador de impuestos local, Sam Staples, le exigió el pago de seis años atrasados. Thoreau se negó, afirmando que se negaba a colaborar con un gobierno que consentía la esclavitud y que se había embarcado en una guerra inmoral contra México. El escritor fue arrestado y pasó una noche entre rejas, pero alguien pagó de forma anónima la fianza, contrariando su voluntad. Circula la leyenda de que Ralph Waldo Emerson lo visitó durante su corto encierro, preguntándole qué hacía allí dentro. Supuestamente, Thoreau contestó: “¿Qué hace usted ahí fuera?”. Cuando dos años más tarde el Concord Lyceum invitó a Thoreau a impartir un ciclo de conferencias, escogió como título "Los derechos y los deberes del individuo en relación con el gobierno". Esas disertaciones serían el punto de partida del opúsculo "Del deber de la desobediencia civil", que inspiraría a figuras como Lev Tolstói, Mahatma Gandhi y Martin Luther King."
Francisco Rubiales
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