Los españoles hemos sido los más dañados por el COVID en todo el mundo y ahora lo somos también por la viruela del mono y por la inflación. No hay día que no despertemos con desgracias nuevas. Las ultimas: la ola terrible de de incendios, la escasez de agua en los pantanos y la sentencia de los EREs.
La principal explicación del drama español es que Pedro Sánchez es un gafe y que su gobierno está tan maldito y marcado por la desgracia que si dura mucho más acabará con la nación.
Los italianos son los que acusan a Sánchez con más contundencia de ser un portador de "sfortuna" o de "portar iella", como ellos dicen.
No hace mucho estuve en Italia y varios amigos que conservo de mis tiempos de corresponsal en Roma me advirtieron que tuviera cuidado con Pedro Sánchez porque, según ellos, es un "peligroso gafe".
Muchos se han acordado también del expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que gobernó durante una terrible crisis económica y también fue tildado de gafe, para apuntillar que Sánchez es aún más gafe.
A juzgar por lo que hace, Sánchez es más que un evidente portador de mala suerte que todo lo que toca lo estropea. Si analizamos el balance de su mandato, la mala suerte del gafe y ciertas altas dosis de maldad están presentes en el mismo gobierno y en su obra, un equipo dividido y convertido en un mosaico de gente y partidos llenos de odio a España. También la "iella" y el mal están presentes en la economía, el endeudamiento, el despilfarro, la desconfianza, la tristeza, la gestión de la pandemia y de una manera especial, en el deterioro general de España y de su peso y prestigio en el mundo.
Sólo un gafe morrocotudo y con el alma emponzoñada puede arrojar un balance tan deficiente: Se ha enemistado con Estados Unidos, tiene problemas con Marruecos, ha convertido a Argelia en enemiga de España, en la Unión Europea le vigilan, sus socios de gobierno le presionan y chantajean, ha gestionado mal la pandemia, tiene problemas con los jueces, tiene que negociar cada ley o decisión importante con socios de gobierno desleales, la economía se recupera más lentamente de lo que él anunció en Europa, medio país sospecha que hay fraude electoral, las sospechas de que reparte de manera arbitraria los fondos europeos son masivas, es derrochador y despilfarrador, es el presidente más rechazado por su pueblo desde Fernando VII y un largo etcétera que incluye acusaciones de corrupción, de haber asesinado la democracia y de engañar y mentir a diario,
Para colmo de desgracias, la reciente sentencia del Supremo condena a José Antonio Griñán, un socialista destacado, ex presidente de Andalucía y del propio PSOE, a prisión por corrupción.
Sánchez tiene el país hecho unos zorros, donde pocas cosas funcionan. Las grandes instituciones están dormidas y el pueblo, lleno de cobardía, soporta abusos del poder y corrupciones que en ningún otro país europeo serían soportadas. La consecuencia es que España avanza al trote hacia el precipicio.
Francisco Rubiales
La principal explicación del drama español es que Pedro Sánchez es un gafe y que su gobierno está tan maldito y marcado por la desgracia que si dura mucho más acabará con la nación.
Los italianos son los que acusan a Sánchez con más contundencia de ser un portador de "sfortuna" o de "portar iella", como ellos dicen.
No hace mucho estuve en Italia y varios amigos que conservo de mis tiempos de corresponsal en Roma me advirtieron que tuviera cuidado con Pedro Sánchez porque, según ellos, es un "peligroso gafe".
Muchos se han acordado también del expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que gobernó durante una terrible crisis económica y también fue tildado de gafe, para apuntillar que Sánchez es aún más gafe.
A juzgar por lo que hace, Sánchez es más que un evidente portador de mala suerte que todo lo que toca lo estropea. Si analizamos el balance de su mandato, la mala suerte del gafe y ciertas altas dosis de maldad están presentes en el mismo gobierno y en su obra, un equipo dividido y convertido en un mosaico de gente y partidos llenos de odio a España. También la "iella" y el mal están presentes en la economía, el endeudamiento, el despilfarro, la desconfianza, la tristeza, la gestión de la pandemia y de una manera especial, en el deterioro general de España y de su peso y prestigio en el mundo.
Sólo un gafe morrocotudo y con el alma emponzoñada puede arrojar un balance tan deficiente: Se ha enemistado con Estados Unidos, tiene problemas con Marruecos, ha convertido a Argelia en enemiga de España, en la Unión Europea le vigilan, sus socios de gobierno le presionan y chantajean, ha gestionado mal la pandemia, tiene problemas con los jueces, tiene que negociar cada ley o decisión importante con socios de gobierno desleales, la economía se recupera más lentamente de lo que él anunció en Europa, medio país sospecha que hay fraude electoral, las sospechas de que reparte de manera arbitraria los fondos europeos son masivas, es derrochador y despilfarrador, es el presidente más rechazado por su pueblo desde Fernando VII y un largo etcétera que incluye acusaciones de corrupción, de haber asesinado la democracia y de engañar y mentir a diario,
Para colmo de desgracias, la reciente sentencia del Supremo condena a José Antonio Griñán, un socialista destacado, ex presidente de Andalucía y del propio PSOE, a prisión por corrupción.
Sánchez tiene el país hecho unos zorros, donde pocas cosas funcionan. Las grandes instituciones están dormidas y el pueblo, lleno de cobardía, soporta abusos del poder y corrupciones que en ningún otro país europeo serían soportadas. La consecuencia es que España avanza al trote hacia el precipicio.
Francisco Rubiales
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