El espectáculo del presidente del Gobierno mintiendo al afirmar que su tesis era pública porque estaba disponible en el sistema TESEO fue bochornoso y revelador de la bajeza política vigente en España. En el Parlamento no se miente, pero nada menos que el presidente del gobierno lo hizo de manera reiterada, ocultando que el TESEO no permite acceder a la tesis, sino únicamente a un "abstrac" o resumen, de unas pocas líneas.
Un implacable Albert Rivera, que está viendo en la guerra de las tesis y los másteres su oportunidad para descalificar a sus adversarios y colocar a Ciudadanos como único partido capaz de gobernar, sacó el tema de la tesis del presidente por sorpresa y provocó el huracán. Sánchez, con la cara descompuesta, apenas pudo defenderse porque su postura carece en realidad de defensa y su "delito universitario" y ético es flagrante y demostrado.
La verdad inalterable es que el Ministerio de Industria elaboró la tesis doctoral de Pedro Sánchez, por la que obtuvo el título de doctor con la máxima calificación académica.
Quien no tiene nada que ocutar y está orgulloso de su trabajo, y si este tiene calidad, publica su tesis o permite que la universidad la publique o exhiba libremente. Pero quien tiene algo que ocultar se esconde detrás de las faldas de TESEO, unas faldas de papel higiénico.
Los precedentes en Europa son claros: el ministro de defensa alemán tuvo que dimitir por plagiar su tesis. Y otro: la ministra alemana de educación tuvo que dimitir por el presunto plagio de una tesis. Así que Pedro Sánchez, si es consecuente con su promesa de ser implacable con las corrupciones y si sigue la senda de su ex ministra de sanidad y de la ex presidenta de la comunidad de Madrid, tendrá que dimitir.
Pedro Sánchez está acosado y tocado. El ex ministro Sebastian reveló en su momento que su ministerio hizo el 90 por ciento de la tesis doctoral de Pedro Sánchez. Cuando lo dijo, el asunto no tuvo consecuencias, pero España ha cambiado en dos aspectos: los ciudadanos está saturados de corrupciones y mentiras políticas y quieren sangre; y los partidos, después de la moción de censura que derrocó a Rajoy, tienen los cuchillos en la mano y apuñalan al colega con saña.
Pase lo que pase, el asunto de las tesis y los masteres debilita el liderazgo y da otro mazazo al prestigio de España en el mundo, ya muy dañado y con consecuencias visibles en el trato internacional, en las relaciones entre jueces y en otros ámbitos.
Todo demócrata español, cansado de soportar a la jauría política indecente que se ha apropiado del Estado y ha convertido la política española en una pocilga, debería dar la bienvenida a esta guerra de los másteres y las tesis, un instrumento como cualquier otro para forzar la regeneración y la limpieza a fondo que el sistema español necesita, sobre todo en la política y en las instituciones, entre ellas la universidad, que, por lo que se está viendo y se sospecha, está todavía más podrida que la política.
Francisco Rubiales
Un implacable Albert Rivera, que está viendo en la guerra de las tesis y los másteres su oportunidad para descalificar a sus adversarios y colocar a Ciudadanos como único partido capaz de gobernar, sacó el tema de la tesis del presidente por sorpresa y provocó el huracán. Sánchez, con la cara descompuesta, apenas pudo defenderse porque su postura carece en realidad de defensa y su "delito universitario" y ético es flagrante y demostrado.
La verdad inalterable es que el Ministerio de Industria elaboró la tesis doctoral de Pedro Sánchez, por la que obtuvo el título de doctor con la máxima calificación académica.
Quien no tiene nada que ocutar y está orgulloso de su trabajo, y si este tiene calidad, publica su tesis o permite que la universidad la publique o exhiba libremente. Pero quien tiene algo que ocultar se esconde detrás de las faldas de TESEO, unas faldas de papel higiénico.
Los precedentes en Europa son claros: el ministro de defensa alemán tuvo que dimitir por plagiar su tesis. Y otro: la ministra alemana de educación tuvo que dimitir por el presunto plagio de una tesis. Así que Pedro Sánchez, si es consecuente con su promesa de ser implacable con las corrupciones y si sigue la senda de su ex ministra de sanidad y de la ex presidenta de la comunidad de Madrid, tendrá que dimitir.
Pedro Sánchez está acosado y tocado. El ex ministro Sebastian reveló en su momento que su ministerio hizo el 90 por ciento de la tesis doctoral de Pedro Sánchez. Cuando lo dijo, el asunto no tuvo consecuencias, pero España ha cambiado en dos aspectos: los ciudadanos está saturados de corrupciones y mentiras políticas y quieren sangre; y los partidos, después de la moción de censura que derrocó a Rajoy, tienen los cuchillos en la mano y apuñalan al colega con saña.
Pase lo que pase, el asunto de las tesis y los masteres debilita el liderazgo y da otro mazazo al prestigio de España en el mundo, ya muy dañado y con consecuencias visibles en el trato internacional, en las relaciones entre jueces y en otros ámbitos.
Todo demócrata español, cansado de soportar a la jauría política indecente que se ha apropiado del Estado y ha convertido la política española en una pocilga, debería dar la bienvenida a esta guerra de los másteres y las tesis, un instrumento como cualquier otro para forzar la regeneración y la limpieza a fondo que el sistema español necesita, sobre todo en la política y en las instituciones, entre ellas la universidad, que, por lo que se está viendo y se sospecha, está todavía más podrida que la política.
Francisco Rubiales
Comentarios: