Aunque Europa ha dejado de ser aquel proyecto ilusionante al servicio de los ciudadanos y se ha convertido en un contubernio de los políticos y del establishment económico, aquellos que rigen los destinos y controlan el poder están preocupados con los políticos españoles por gobernar con tanta torpeza y por provocar en la ciudadanía una sensación muy intensa de corrupción generalizada y mal gobierno.
La primera consecuencia de la torpeza política de España ha sido su expulsión de los puestos de responsabilidad en las instituciones europeas y mundiales, un verdadero boicot encubierto a España, que tiene como único representante de nivel al comisario Miguel Arias Cañete, en una cartera poco importante, la de Acción Climática y Energía de la Comisión Europea (CE).
La sequía española en las instituciones se rompe con la designación del ministro de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo, un puesto importante, aunque de segundo rango, que el ministro español ha conseguido rodeado de escándalo porque Europa se ha asombrado de que los socialistas españoles no sólo no lo hayan apoyado sino que han hecho campaña en su contra y al final votaron contra su candidatura en el Parlamento Europeo, junto con los eurodiputados de Podemos y Ciudadanos.
Sin embargo, hubo un tiempo no muy lejano, hace dos o tres décadas, en el que España era respetada y tenía prestigio en el mundo. Teníamos a Samaranch en el COI, a Solana en la OTAN, a Mayor Zaragoza en la UNESCO y a varios miembros en el colegio de Comisarios. Después llegó Zapatero al gobierno y fuimos arrasados porque España su hizo un país arruinado, con olor a podrido y con sátrapas estúpidos en el puente de mando.
Hoy, con Rajoy al frente del gobierno, el desprestigio continúa, aunque menos que en los tiempos terribles de Zapatero, porque España sigue apestando a ineptitud y corrupción, aunque lo que más preocupa de España en los santuarios del poder mundial es el divorcio creciente entre los políticos y los ciudadanos, algo que, a juicio de los que tienen en sus manos el timón de Europa perjudica a todos los países y representa una amenaza para la democracia.
En las cancillerías y grandes foros europeos, cuando la prensa no está presente, se escucha con cierta insistencia el mismo reproche hacia España: los políticos españoles están gobernando con demasiada arrogancia y torpeza, provocando, frustrando e indignando innecesariamente a sus ciudadanos y deteriorando la imagen de la democracia.
La candidatura de de Guindos a la Vicepresidencia del Banco Central Europeo es una oportunidad para salir del ostracismo y la marginación, pero la clase política, de nuevo dividida ante la candidatura, ha vuelto a asombrar a los europeos por su cainismo estúpido y por su incapacidad para unirse en torno al logro de un puesto destacado en la cúpula de Europa, algo que debería estar por encima de la lucha de partidos y que objetivamente beneficia a España.
Mientras tanto, en España, en los sectores más democráticos e indignados ante la deriva política y económica del país, donde lograr la regeneración es el primer objetivo, se lamente el espectáculo bochornoso dado en Europa por socialistas, Ciudadanos y Podemos y se piensa que mientras el timón de España siga en manos de la peor clase política del continente europeo, arrogante, codiciosa, adicta a la corrupción y divorciada de su pueblo,nuestro futuro en Bruselas y en el mundo será el de ser despreciados y causar lástima por mediocres y torpes.
Francisco Rubiales
La primera consecuencia de la torpeza política de España ha sido su expulsión de los puestos de responsabilidad en las instituciones europeas y mundiales, un verdadero boicot encubierto a España, que tiene como único representante de nivel al comisario Miguel Arias Cañete, en una cartera poco importante, la de Acción Climática y Energía de la Comisión Europea (CE).
La sequía española en las instituciones se rompe con la designación del ministro de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo, un puesto importante, aunque de segundo rango, que el ministro español ha conseguido rodeado de escándalo porque Europa se ha asombrado de que los socialistas españoles no sólo no lo hayan apoyado sino que han hecho campaña en su contra y al final votaron contra su candidatura en el Parlamento Europeo, junto con los eurodiputados de Podemos y Ciudadanos.
Sin embargo, hubo un tiempo no muy lejano, hace dos o tres décadas, en el que España era respetada y tenía prestigio en el mundo. Teníamos a Samaranch en el COI, a Solana en la OTAN, a Mayor Zaragoza en la UNESCO y a varios miembros en el colegio de Comisarios. Después llegó Zapatero al gobierno y fuimos arrasados porque España su hizo un país arruinado, con olor a podrido y con sátrapas estúpidos en el puente de mando.
Hoy, con Rajoy al frente del gobierno, el desprestigio continúa, aunque menos que en los tiempos terribles de Zapatero, porque España sigue apestando a ineptitud y corrupción, aunque lo que más preocupa de España en los santuarios del poder mundial es el divorcio creciente entre los políticos y los ciudadanos, algo que, a juicio de los que tienen en sus manos el timón de Europa perjudica a todos los países y representa una amenaza para la democracia.
En las cancillerías y grandes foros europeos, cuando la prensa no está presente, se escucha con cierta insistencia el mismo reproche hacia España: los políticos españoles están gobernando con demasiada arrogancia y torpeza, provocando, frustrando e indignando innecesariamente a sus ciudadanos y deteriorando la imagen de la democracia.
La candidatura de de Guindos a la Vicepresidencia del Banco Central Europeo es una oportunidad para salir del ostracismo y la marginación, pero la clase política, de nuevo dividida ante la candidatura, ha vuelto a asombrar a los europeos por su cainismo estúpido y por su incapacidad para unirse en torno al logro de un puesto destacado en la cúpula de Europa, algo que debería estar por encima de la lucha de partidos y que objetivamente beneficia a España.
Mientras tanto, en España, en los sectores más democráticos e indignados ante la deriva política y económica del país, donde lograr la regeneración es el primer objetivo, se lamente el espectáculo bochornoso dado en Europa por socialistas, Ciudadanos y Podemos y se piensa que mientras el timón de España siga en manos de la peor clase política del continente europeo, arrogante, codiciosa, adicta a la corrupción y divorciada de su pueblo,nuestro futuro en Bruselas y en el mundo será el de ser despreciados y causar lástima por mediocres y torpes.
Francisco Rubiales
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