La frigidez del gobierno español ante los ataques del presidente de Bolivia, Evo Morales, a empresas españolas, o el silencio oficial, interpretado por la opinión pública como "aprobación", "debilidad" o quizás "cobardía", es el último error del gobierno que preside José Luis Rodriguez Zapatero, un error que tendrá consecuencias electorales y que se traducirá, probablemente, en pérdida de votos.
Pocas veces la prensa española ha sido tan unánime como hoy al reaccionar contra el anuncio de Evo Morales de pedir al BBVA que devuelva sus acciones de Repsol. El Mundo. ABC, El País y La Razón han redoblado su cobertura informativa y han destacado esta noticia como la más importante del día. Los noticieros de radio y televisión y las decenas de tertulias de los medios audiovisuales han destacado la información y han cerrado filas en defensa de las empresas españolas agredidas por el líder indigenista boliviano, que quiso ser vendido por el gobierno como un amigo de España y está resultando ser un adversario descontrolado.
En las actuales circunstancias de duro enfrentamiento político entre el gobierno y la oposición, es sumamente difícil encontrar en España un asunto informativo que sea tratado con unanimidad por los medios. Evo Morales lo ha conseguido y esa unanimidad mediática en defensa de las empresas acosadas por el "amigo boliviano" de Zapatero aparece ante los ojos de los españoles como un insólito espectáculo.
El anuncio del Ministro de Economía español, Pedro Solbes, de pedir que Bolivia compense al BBVA es la única voz del gobierno que ha sonado en cierta sintonía con la opibión pública, distanciada de la complacencia o del silencio débil de Zapatero y sus adláteres ante la voracidad nacionalizadora y reivindicativa de Evo Morales, cuyas actuaciones violan no sólo las leyes y costumbres internacionales, sino también pactos bilaterales concretos.
Los estrategas del PSOE, preocupados ya por la sangria de votos que representan actuaciones tan impopulares del gobierno como los nuevos estatutos de Cataluña y Andalucía, la débil negociación con ETA, las alianzas con los nacionalismos extremos y los tropiezos en política exterior, están que tiemblan con la nueva asintonía entre el liderazgo político y el electorado español, que el año próximo tiene cita con las urnas en unas cruciales elecciones municipales.
Pocas veces la prensa española ha sido tan unánime como hoy al reaccionar contra el anuncio de Evo Morales de pedir al BBVA que devuelva sus acciones de Repsol. El Mundo. ABC, El País y La Razón han redoblado su cobertura informativa y han destacado esta noticia como la más importante del día. Los noticieros de radio y televisión y las decenas de tertulias de los medios audiovisuales han destacado la información y han cerrado filas en defensa de las empresas españolas agredidas por el líder indigenista boliviano, que quiso ser vendido por el gobierno como un amigo de España y está resultando ser un adversario descontrolado.
En las actuales circunstancias de duro enfrentamiento político entre el gobierno y la oposición, es sumamente difícil encontrar en España un asunto informativo que sea tratado con unanimidad por los medios. Evo Morales lo ha conseguido y esa unanimidad mediática en defensa de las empresas acosadas por el "amigo boliviano" de Zapatero aparece ante los ojos de los españoles como un insólito espectáculo.
El anuncio del Ministro de Economía español, Pedro Solbes, de pedir que Bolivia compense al BBVA es la única voz del gobierno que ha sonado en cierta sintonía con la opibión pública, distanciada de la complacencia o del silencio débil de Zapatero y sus adláteres ante la voracidad nacionalizadora y reivindicativa de Evo Morales, cuyas actuaciones violan no sólo las leyes y costumbres internacionales, sino también pactos bilaterales concretos.
Los estrategas del PSOE, preocupados ya por la sangria de votos que representan actuaciones tan impopulares del gobierno como los nuevos estatutos de Cataluña y Andalucía, la débil negociación con ETA, las alianzas con los nacionalismos extremos y los tropiezos en política exterior, están que tiemblan con la nueva asintonía entre el liderazgo político y el electorado español, que el año próximo tiene cita con las urnas en unas cruciales elecciones municipales.
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