Cientos de miles de ciudadanos, coches y motos colapsaron ayer, sabado, las calles de las ciudades españolas, en protesta contra el desastre de gobierno que preside Pedro Sánchez, cada día más rechazado y desacreditado
Pedro Sánchez está decidido a resistir en la Moncloa, pese a que su poder se resquebraja y a que sufre el rechazo creciente de millones de españoles. Su resistencia a ultranza es ya una maldición para España, un país que, bajo el mandato de Sánchez, se rompe, se empobrece y se crispa hasta situarse al borde del conflicto civil. Sánchez ya gobierna como un espectro, sin el afecto de sus conciudadanos y sin una mayoría sólida que le sostenga en el Parlamento. Su resistencia a ultranza en el poder y el rechazo que padece no lo convierten en asurpador, pero sí es un déspota desacreditado y sin suficiente legitimidad, cuya única salida es una desesperada huida hacia adelante que siempre ocasionará daños enormes a una España fracturada y sin liderazgo.
Tiene en contra a la Corona, al grueso de las Fuerzas Armadas, a la paronal, a las grandes empresas, a una parte importante y creciente de la ciudadanía, a sus aliados internacionales y a la mayor parte de las grandes instituciones y foros del planeta, sin olvidar la enemistad creciente de Estados Unidos, cuyas sanciones a los productos españoles y ruptura de negocios comunes está causando a España daños de gran calado.
Sanchez, rodeado de problemas y de fracaso, es un pobre diablo obsesionado por resistir en medio del torbellino de rechazo que le envuelve, debilita y oprime.
Esa constante escapada hacia el futuro le lleva a fijar sus únicas esperanzas de poder en el marketing, las mentiras y nuevas medidas populistas y electoralistas. Tiene puesta gran esperanza en la próxima, recién anunciada este sábado: la aprobación inminente, vía decreto, del "ingreso mínimo vital", una ayuda a las familias más desprotegidas y pobres que comenzará a cobrarse en junio y beneficiará a cerca de 850.000 hogares.
La gran esperanza del acosado Pedro Sánchez es que esa renta mínima le de los votos y apoyos suficientes para contrarrestar el rechazo y la protesta que le agobian en el presente y resistir en el poder lo que le queda de legislatura.
Tiene fracturado el gobierno en varios compartimentos, cada día más estancos. Está el bando comunista de Pablo Iglesias, el moderado y pro europeo de Nadia Calviño y el de Ivan Redondo, el gurú personal del presidente, este último sin ideología y dominado por el pragmatismo mas feroz, equiparable a una máquina diseñada para comprar votos y votantes con dinero público.
Calviño, ministra de economía y niña mimada de Europa y de las grandes instituciones mundiales, la única baza que tiene el gobierno para presentarse con solvencia en las instituciones y foros internacionales, está a punto de dimitir y ya lo ha advertido. Le ha dicho a Iglesias y a Sánchez, tras el último choque por la derogación de la reforma laboral, que «Ni una más». La vicepresidenta está al límite de aguantar las salidas de tono del vicepresidente y las deslealtades de su líder y del PSOE y no está dispuesta a aguantar más en el gobierno, cada día más rechazado por los españoles, por la economía y por sus aliados y socios internacionales.
Francisco Rubiales
Tiene en contra a la Corona, al grueso de las Fuerzas Armadas, a la paronal, a las grandes empresas, a una parte importante y creciente de la ciudadanía, a sus aliados internacionales y a la mayor parte de las grandes instituciones y foros del planeta, sin olvidar la enemistad creciente de Estados Unidos, cuyas sanciones a los productos españoles y ruptura de negocios comunes está causando a España daños de gran calado.
Sanchez, rodeado de problemas y de fracaso, es un pobre diablo obsesionado por resistir en medio del torbellino de rechazo que le envuelve, debilita y oprime.
Esa constante escapada hacia el futuro le lleva a fijar sus únicas esperanzas de poder en el marketing, las mentiras y nuevas medidas populistas y electoralistas. Tiene puesta gran esperanza en la próxima, recién anunciada este sábado: la aprobación inminente, vía decreto, del "ingreso mínimo vital", una ayuda a las familias más desprotegidas y pobres que comenzará a cobrarse en junio y beneficiará a cerca de 850.000 hogares.
La gran esperanza del acosado Pedro Sánchez es que esa renta mínima le de los votos y apoyos suficientes para contrarrestar el rechazo y la protesta que le agobian en el presente y resistir en el poder lo que le queda de legislatura.
Tiene fracturado el gobierno en varios compartimentos, cada día más estancos. Está el bando comunista de Pablo Iglesias, el moderado y pro europeo de Nadia Calviño y el de Ivan Redondo, el gurú personal del presidente, este último sin ideología y dominado por el pragmatismo mas feroz, equiparable a una máquina diseñada para comprar votos y votantes con dinero público.
Calviño, ministra de economía y niña mimada de Europa y de las grandes instituciones mundiales, la única baza que tiene el gobierno para presentarse con solvencia en las instituciones y foros internacionales, está a punto de dimitir y ya lo ha advertido. Le ha dicho a Iglesias y a Sánchez, tras el último choque por la derogación de la reforma laboral, que «Ni una más». La vicepresidenta está al límite de aguantar las salidas de tono del vicepresidente y las deslealtades de su líder y del PSOE y no está dispuesta a aguantar más en el gobierno, cada día más rechazado por los españoles, por la economía y por sus aliados y socios internacionales.
Francisco Rubiales
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