La democracia es un sistema pacífico y una cultura de convivencia en armonía y en discrepancia que posee reglas inamovibles, sin las cuales el sistema no existe. Hay algunas importantísimas, pero ni una sóla de ellas se cumple en España:
En fin, podríamos seguir enumerando carencias que hacen de nuestro sistema una vulgar e indecente tiranía de partidos políticos fuera de control y hablar de corrupción, de mentiras institucionalizadas, de poder irrefrenado e irrefrenable de los partidos, de despilfarro, de descontrol de lo público, de arrogancia del poder, de un Estado hipertrofiado, enfermo de obesidad mórbida, que no para de crecer, de contratos públicos trucados, de urbanismo ilegal, de políticos deslegitimados que empiezan a ser odiados por una población (sobre todo en sus sectores más cultos) que ya empieza a descubrir el gran engaño, etc., etc.
Los grandes criterios colectivos de la mayoría de los españoles son despreciados por el gobierno y los grandes partidos, que cierran los oídos al deseo popular de que se endurezcan las penas contra los políticos corruptos, se deje de financiar a partidos y sindicatos con dinero de los impuestos, se limiten los mandatos de los políticos, se adelgace drásticamente el tamaño del Estado, se reforme la ley electoral para que cada voto valga lo mismo y se supriman las despilfarradoras y peligrosas comunidades autónomas, fuentes de corrupción, gasto público descontrolado y separatismo, entre otros muchos vicios y dramas.
Lamento tener que decirlo, pero a los muchos españoles que siguen creyendo que viven en democracia les conviene una buena cura de realismo crítico para que asuman de una vez la verdad: estamos dominados por una tiranía de partidos con disfraz de democracia.
Francisco Rubiales
- Separación de poderes básicos del Estados (Los poderes están ocupados por los partidos, que hasta se permiten la desvergüenza de nombrar a los altos magistrados, y los diputados y senadores ni siquiera son libres para opinar porque están amordazados por sus partidos y ni siquiera se relacionan con los ciudadanos, a los que no rinden cuentas)
- Los ciudadanos no eligen libremente a sus representantes, como exige la democracia y son los partidos políticos los que eligen realmente, al decidir quienes entran en las listas electorales para ser elegidos (las listas cerradas y bloqueadas otorgan todo el poder de decidir a los partidos, mientras que al ciudadano se le ha arrebatado ese derecho, clave de la democracia)
- El ciudadano debe ser el soberano y protagonista del sistema (aquí está relegado y marginado de los procesos de toma de decisiones e influencia. Sólo se le convoca para votar, sin que sus criterios nunca sean tenidos en cuenta)
- El imperio de la ley, que debe ser igual para todos (En España, como dijo el ministro de Justicia Bermejo, la ley se aplica "según convenga a la jugada", de manera magnánima y suave para los amigos y de manera rigurosa y hasta letal para los adversarios)
- No hay una sociedad civil fuerte e independiente que sirva de contrapeso al Estado (En España la sociedad civil está ocupada por los partidos, que controlan hasta los santuarios más sagrados de esa sociedad civil, desde los sindicatos a los medios de comunicación, sin olvidar universidades, religiones, fundaciones, asociaciones y hasta empresas. En España, la sociedad civil está en estado de coma)
- Una prensa libre y crítica, capaz de fiscalizar a los grandes poderes (En España, muchos medios están sometidos a los grandes poderes y otros sufren presiones intensas desde los partidos y las instituciones, lo que les impide cumplir con la misión que la democracia les encomienda de servir a la verdad, cueste lo que cueste, criticando y fiscalizando a los grandes poderes, sobre todo al poder gubernamental, que necesita ser criticado para frenar sus tendencias autoritarias).
En fin, podríamos seguir enumerando carencias que hacen de nuestro sistema una vulgar e indecente tiranía de partidos políticos fuera de control y hablar de corrupción, de mentiras institucionalizadas, de poder irrefrenado e irrefrenable de los partidos, de despilfarro, de descontrol de lo público, de arrogancia del poder, de un Estado hipertrofiado, enfermo de obesidad mórbida, que no para de crecer, de contratos públicos trucados, de urbanismo ilegal, de políticos deslegitimados que empiezan a ser odiados por una población (sobre todo en sus sectores más cultos) que ya empieza a descubrir el gran engaño, etc., etc.
Los grandes criterios colectivos de la mayoría de los españoles son despreciados por el gobierno y los grandes partidos, que cierran los oídos al deseo popular de que se endurezcan las penas contra los políticos corruptos, se deje de financiar a partidos y sindicatos con dinero de los impuestos, se limiten los mandatos de los políticos, se adelgace drásticamente el tamaño del Estado, se reforme la ley electoral para que cada voto valga lo mismo y se supriman las despilfarradoras y peligrosas comunidades autónomas, fuentes de corrupción, gasto público descontrolado y separatismo, entre otros muchos vicios y dramas.
Lamento tener que decirlo, pero a los muchos españoles que siguen creyendo que viven en democracia les conviene una buena cura de realismo crítico para que asuman de una vez la verdad: estamos dominados por una tiranía de partidos con disfraz de democracia.
Francisco Rubiales
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