En el actual momento histórico, cuando la Iglesia parece haber asumido un cierto liderazgo en la regeneración de la sociedad española, es imprescindible que renuncie a la subvención que recibe del Estado, una decisión difícil pero que, sin duda, constituiría el punto de partida del resurgimiento del cristianismo y que hará a la Iglesia más fuerte libre y creíble.
Además, esa renuncia voluntaria sería una iniciativa digna y una manera lúcida de adelantarse a lo que podría decidir, unilateralmente y de un momento a otro, el gobierno Zapatero: retirar toda la ayuda financiera a la Iglesia. Esa retirada de la subvención es una amenaza que el gobierno no cesa de repetir en los últimos días, a través de sus medios afines, entre ellos la SER y el País, que en su edición de hoy informa, con evidente intención de amenaza, que el gobierno financia a la Iglesia con más de 3.000 millones de euros cada año.
La Iglesia debe financiarse con los recursos que ella misma genere a través de su actividad social y cultural y, sobre todo, con las ayudas de sus fieles y simpatizantes, que crecerían espectacularmente si el Estado retirara su apoyo a las religiones, ya que estaría democráticamente obligado a hacerlo con todas las religiones.
La Iglesia Católica es hoy la única gran institución de la sociedad civil española que se mantiene al margen del control del Estado y que es capaz de resistirse al acoso del gobierno, que ya ha conseguido domesticar y controlar, a través de las subvenciones y de otros métodos, a los otros grandes pilares de la sociedad civil: universidades, cajas de ahorros, patronal, cámaras de comercio y buena parte de los medios de comunicación, sindicatos, grandes empresas, instituciones financieras, colegios profesionales, asociaciones, fundaciones y agrupaciones ciudadanas.
La renuncia voluntaria a la financiación del Estado es el único testimonio que proporcionaría a la Iglesia Católica española la credibilidad suficiente para que se produzca su resurrección y resulta imprescindible si la Iglesia quiere acompañar al pueblo español por la apasionante ruta de la regeneración democrática, el fortalecimiento de las libertades y la recuperación de los valores perdidos.
Uno de los colaboradores de Voto en Blanco estuvo en la manifestación y nos cuenta que muchas de los participantes expresaban en sus conversaciones el miedo a que la Iglesia, como ha hecho otras veces en el pasado, pacte con el poder y abandone la causa popular de la regeneración y de la recuperación de los valores perdidos.
FR
Además, esa renuncia voluntaria sería una iniciativa digna y una manera lúcida de adelantarse a lo que podría decidir, unilateralmente y de un momento a otro, el gobierno Zapatero: retirar toda la ayuda financiera a la Iglesia. Esa retirada de la subvención es una amenaza que el gobierno no cesa de repetir en los últimos días, a través de sus medios afines, entre ellos la SER y el País, que en su edición de hoy informa, con evidente intención de amenaza, que el gobierno financia a la Iglesia con más de 3.000 millones de euros cada año.
La Iglesia debe financiarse con los recursos que ella misma genere a través de su actividad social y cultural y, sobre todo, con las ayudas de sus fieles y simpatizantes, que crecerían espectacularmente si el Estado retirara su apoyo a las religiones, ya que estaría democráticamente obligado a hacerlo con todas las religiones.
La Iglesia Católica es hoy la única gran institución de la sociedad civil española que se mantiene al margen del control del Estado y que es capaz de resistirse al acoso del gobierno, que ya ha conseguido domesticar y controlar, a través de las subvenciones y de otros métodos, a los otros grandes pilares de la sociedad civil: universidades, cajas de ahorros, patronal, cámaras de comercio y buena parte de los medios de comunicación, sindicatos, grandes empresas, instituciones financieras, colegios profesionales, asociaciones, fundaciones y agrupaciones ciudadanas.
La renuncia voluntaria a la financiación del Estado es el único testimonio que proporcionaría a la Iglesia Católica española la credibilidad suficiente para que se produzca su resurrección y resulta imprescindible si la Iglesia quiere acompañar al pueblo español por la apasionante ruta de la regeneración democrática, el fortalecimiento de las libertades y la recuperación de los valores perdidos.
Uno de los colaboradores de Voto en Blanco estuvo en la manifestación y nos cuenta que muchas de los participantes expresaban en sus conversaciones el miedo a que la Iglesia, como ha hecho otras veces en el pasado, pacte con el poder y abandone la causa popular de la regeneración y de la recuperación de los valores perdidos.
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