Si hubieran sido responsables, todos los partidos que huelen a derecha deberían haberse sentado hace tiempo para unirse y trabajar juntos por el bien de España, lo que habría impedido que se formara un gobierno como el que preside Pedro Sánchez, apoyado por golpistas, totalitarios, proetarras y antiespañoles. El inquietante poder de Pedro Sánchez es la consecuencia lógica del fracaso de las derechas en España, cuyos gobiernos no han solucionado ni el independentismo, ni la corrupción, ni la decadencia, ni el gigantismo de un Estado que ya es el mayor freno para la prosperidad del país.
Pero, a pesar de que millones de españoles creen que la izquierda marxista está claramente empujando a España hacia el precipicio, las viejas derechas, asustadas porque los ciudadanos le dan la espalda y sustituidas por otras derechas más vigorosas, patriotas y menos corruptas, siguen recelando unas de otras y, a veces, tirándose los trastos a la cabeza, permitiendo de ese modo que el país se desangre y se destruya.
La gran desgracia de España es que, desde hace mucho, no existe nadie en la política que sea capaz de despertar ilusión y esperanza. El país deambula por la Historia sin liderazgo, sin metas comunes, sin ilusión colectiva y con fuerzas crecientes que pugnan por romper la nación. La derecha es un desierto inútil y la izquierda una tundra helada, donde no crecen hierba alguna, salvo la codicia y la corrupción.
Sin embargo, en Andalucía se ha abierto una ventana de esperanza que España entera está observando con atención. Los ciudadanos, cansados de soportar un socialismo intervencionista que lo dominaba todo y que mantuvo la región en el atraso perpetuo, han dado el poder al otro bando, el integrado por el PP, Ciudadanos y VOX. Y ahora observan con atención para ver si las derechas son capaces de cambiar, redimirse, regenerarse y convertirse en la esperanza que España necesita y anhela.
No sabemos si el nuevo gobierno andaluz es consciente de su responsabilidad, ni si sabe o no que España entera y también Europa les observan para ver si hay una forma nueva y distinta de gobernar a los pueblos, sin hipocresía, sin mentiras, atendiendo las demandas ciudadanas, sometiendo la acción de gobierno al bien común, bajando los impuestos, reduciendo el inmenso tamaño del Estado, facilitando la vida de los ciudadanos y las empresas, apostando por la verdadera democracia, en definitiva.
Si el experimento fracasa, sobrevendrá el desastre porque los ciudadanos, la próxima vez que se abran las urnas, apostarán por soluciones drásticas y por cambios tan profundos y reales como arrisgados.
Quizás la decadencia que envuelve a un PP que huele a derribo y a un Ciudadanos que oscila como veleta, carente de postulados y verdades firmes, les impida valorar su enorme responsabilidad y la importancia del nuevo gobierno andaluz que ellos pilotan. Sin embargo, aunque ellos no lo sepan, hoy son el centro de la atención política en Europa.
VOX es el otro gran observado en Andalucía. Su fulgurante crecimiento le ha hecho conquistar por sorpresa 12 escaños en el Parlamento Andaluz, convertirse en un partido de gran futuro potencial y ser la llave y el sostén del nuevo gobierno que pilota Andalucía. Son pocos y se les exige mucho, entre otras cosas demostrar que son una derecha nueva y esperanzadora, capaz de afrontar los problemas reales con verdad y solvencia, sin hipocresías ni falsedades. Los andaluces y españoles, a los que se les ha dicho siempre que "la extrema derecha es el diablo" miran a VOX con una mezcla de curiosidad, morbo y esperanza, con la papeleta preparada en sus manos para ver si ese nuevo partido es otra falsa esperanza o merece ser votado masivamente en las próximas elecciones.
Francisco Rubiales
Pero, a pesar de que millones de españoles creen que la izquierda marxista está claramente empujando a España hacia el precipicio, las viejas derechas, asustadas porque los ciudadanos le dan la espalda y sustituidas por otras derechas más vigorosas, patriotas y menos corruptas, siguen recelando unas de otras y, a veces, tirándose los trastos a la cabeza, permitiendo de ese modo que el país se desangre y se destruya.
La gran desgracia de España es que, desde hace mucho, no existe nadie en la política que sea capaz de despertar ilusión y esperanza. El país deambula por la Historia sin liderazgo, sin metas comunes, sin ilusión colectiva y con fuerzas crecientes que pugnan por romper la nación. La derecha es un desierto inútil y la izquierda una tundra helada, donde no crecen hierba alguna, salvo la codicia y la corrupción.
Sin embargo, en Andalucía se ha abierto una ventana de esperanza que España entera está observando con atención. Los ciudadanos, cansados de soportar un socialismo intervencionista que lo dominaba todo y que mantuvo la región en el atraso perpetuo, han dado el poder al otro bando, el integrado por el PP, Ciudadanos y VOX. Y ahora observan con atención para ver si las derechas son capaces de cambiar, redimirse, regenerarse y convertirse en la esperanza que España necesita y anhela.
No sabemos si el nuevo gobierno andaluz es consciente de su responsabilidad, ni si sabe o no que España entera y también Europa les observan para ver si hay una forma nueva y distinta de gobernar a los pueblos, sin hipocresía, sin mentiras, atendiendo las demandas ciudadanas, sometiendo la acción de gobierno al bien común, bajando los impuestos, reduciendo el inmenso tamaño del Estado, facilitando la vida de los ciudadanos y las empresas, apostando por la verdadera democracia, en definitiva.
Si el experimento fracasa, sobrevendrá el desastre porque los ciudadanos, la próxima vez que se abran las urnas, apostarán por soluciones drásticas y por cambios tan profundos y reales como arrisgados.
Quizás la decadencia que envuelve a un PP que huele a derribo y a un Ciudadanos que oscila como veleta, carente de postulados y verdades firmes, les impida valorar su enorme responsabilidad y la importancia del nuevo gobierno andaluz que ellos pilotan. Sin embargo, aunque ellos no lo sepan, hoy son el centro de la atención política en Europa.
VOX es el otro gran observado en Andalucía. Su fulgurante crecimiento le ha hecho conquistar por sorpresa 12 escaños en el Parlamento Andaluz, convertirse en un partido de gran futuro potencial y ser la llave y el sostén del nuevo gobierno que pilota Andalucía. Son pocos y se les exige mucho, entre otras cosas demostrar que son una derecha nueva y esperanzadora, capaz de afrontar los problemas reales con verdad y solvencia, sin hipocresías ni falsedades. Los andaluces y españoles, a los que se les ha dicho siempre que "la extrema derecha es el diablo" miran a VOX con una mezcla de curiosidad, morbo y esperanza, con la papeleta preparada en sus manos para ver si ese nuevo partido es otra falsa esperanza o merece ser votado masivamente en las próximas elecciones.
Francisco Rubiales
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