A Pedro Sánchez se le compara frecuentemente con Fernando VII, el rey felón y el monarca más despreciable de la historia de España
La asombrosa decadencia de España se debe a todos los españoles, pero, de manera especial, a su clase dirigente. Los políticos en concreto, han sido durante siglos la peor plaga de España y la parte causante de los errores, abusos, arbitrariedades e injusticias que nos han llevado hasta el lodo y el fracaso.
La pésima gestión de la crisis del coronavirus ha sido la gota que ha colmado el vaso. España surgirá de la crisis mas arruinada que otros países, más herida, más frustrada y, sobre todo, con su imagen de país ridículo y de sainete potenciada, hasta provocar en el mundo risa y desprecio. La imagen del presidente Sánchez, fatuo e incapaz de pedir perdón y de asumir su inmensa culpa en la muerte de miles de españoles, predicando en la televisión como hace el venezolano Maduro, es deleznable y refleja las carencias de una clase política que, desde el poder, ha impulsado el independentismo, la desindustrialización, el despilfarro, el abuso de poder, la injusticia, el hundimiento de los valores y la traición a la democracia.
Desde 1700, cuando terminó el dominio de España en el mundo y empezó la vergüenza y el declive, nuestro país ha vivido invadido por el virus de la mediocridad, la cobardía y la bajeza, que se han ido apoderando de la nación y pudriéndola, infectándola desde la cúspide del poder, donde los que mandaban fueron los grandes portadores del mal, bajo el liderazgo culpable de la familia de los bombones, que nos ha proporcionado reyes traidores, corruptos e indecentes, desde el felón Fernando VII hasta la promiscua Isabel II, los padre de cuyos hijos no los podía identificar ni ella misma, y de reyes y políticos campeones en bajeza e ineptitud, expertos mujeriegos y comisionistas, duchos en chanchullos y estafas, actores de todo un rosario de calamidades en el que sobresalen algunos personas que salvaron la dignidad y la decencia por los pelos, pero ninguno del que el país pueda sentirse de verdad orgulloso.
Pero los mas desastrosos mediocres y cretinos han sido los últimos políticos, aquellos que se autodenominaron demócratas sin serlo, aquellos de los siglos XX y XXI, culminando con ese nefasto "trío de ases" integrado por Zapatero, Rajoy y Sanchez, tres personajes tan ineficientes y fracasados que han empujado a España, con una fuerza inédita, hacia el pozo de la decadencia, el fracaso y la deshonra.
Zapatero y Sanchez, son el ejemplo perfecto que demuestra lo bajo que ha caído la izquierda en este país. Hay quien dice que la mejor institución para que gobernasen ellos es un psiquiátrico. Si los españoles fuésemos listos, nos hubiésemos preguntado por qué en las reuniones internacionales de alto nivel les daban la espalda y se reían de ellos. Nadie quiso admitir que estábamos siendo gobernados por tontos peligrosos. Mariano, el tercer as, representante de una derecha acomplejada que imita, torpe y traidoramente, a la izquierda, pasara a la historia como el gran estafador que incumplió casi todas sus promesas y como el cobarde que dejo a los españoles en manos de quienes quieren destruir España.
Por fortuna, mientras avanzaban la decadencia, la ruina y la bajeza, crecía al mismo tiempo, por ahora en silencio, una España que sueña con la regeneración y que vomita cada vez que es obligada a obedecer a algunos de los miserables que se han apropiado del Estado para utilizarlo contra el pueblo. Esa España rebelde y digna, luchadora y heredera de lo que queda de la grandeza del pasado, alejada de la clase política y del océano de corrupción que asfixia a la nación, que hoy es mas fuerte que ayer y menos que mañana, es la que concentra las únicas esperanzas de regeneración y salvación.
Francisco Rubiales
La pésima gestión de la crisis del coronavirus ha sido la gota que ha colmado el vaso. España surgirá de la crisis mas arruinada que otros países, más herida, más frustrada y, sobre todo, con su imagen de país ridículo y de sainete potenciada, hasta provocar en el mundo risa y desprecio. La imagen del presidente Sánchez, fatuo e incapaz de pedir perdón y de asumir su inmensa culpa en la muerte de miles de españoles, predicando en la televisión como hace el venezolano Maduro, es deleznable y refleja las carencias de una clase política que, desde el poder, ha impulsado el independentismo, la desindustrialización, el despilfarro, el abuso de poder, la injusticia, el hundimiento de los valores y la traición a la democracia.
Desde 1700, cuando terminó el dominio de España en el mundo y empezó la vergüenza y el declive, nuestro país ha vivido invadido por el virus de la mediocridad, la cobardía y la bajeza, que se han ido apoderando de la nación y pudriéndola, infectándola desde la cúspide del poder, donde los que mandaban fueron los grandes portadores del mal, bajo el liderazgo culpable de la familia de los bombones, que nos ha proporcionado reyes traidores, corruptos e indecentes, desde el felón Fernando VII hasta la promiscua Isabel II, los padre de cuyos hijos no los podía identificar ni ella misma, y de reyes y políticos campeones en bajeza e ineptitud, expertos mujeriegos y comisionistas, duchos en chanchullos y estafas, actores de todo un rosario de calamidades en el que sobresalen algunos personas que salvaron la dignidad y la decencia por los pelos, pero ninguno del que el país pueda sentirse de verdad orgulloso.
Pero los mas desastrosos mediocres y cretinos han sido los últimos políticos, aquellos que se autodenominaron demócratas sin serlo, aquellos de los siglos XX y XXI, culminando con ese nefasto "trío de ases" integrado por Zapatero, Rajoy y Sanchez, tres personajes tan ineficientes y fracasados que han empujado a España, con una fuerza inédita, hacia el pozo de la decadencia, el fracaso y la deshonra.
Zapatero y Sanchez, son el ejemplo perfecto que demuestra lo bajo que ha caído la izquierda en este país. Hay quien dice que la mejor institución para que gobernasen ellos es un psiquiátrico. Si los españoles fuésemos listos, nos hubiésemos preguntado por qué en las reuniones internacionales de alto nivel les daban la espalda y se reían de ellos. Nadie quiso admitir que estábamos siendo gobernados por tontos peligrosos. Mariano, el tercer as, representante de una derecha acomplejada que imita, torpe y traidoramente, a la izquierda, pasara a la historia como el gran estafador que incumplió casi todas sus promesas y como el cobarde que dejo a los españoles en manos de quienes quieren destruir España.
Por fortuna, mientras avanzaban la decadencia, la ruina y la bajeza, crecía al mismo tiempo, por ahora en silencio, una España que sueña con la regeneración y que vomita cada vez que es obligada a obedecer a algunos de los miserables que se han apropiado del Estado para utilizarlo contra el pueblo. Esa España rebelde y digna, luchadora y heredera de lo que queda de la grandeza del pasado, alejada de la clase política y del océano de corrupción que asfixia a la nación, que hoy es mas fuerte que ayer y menos que mañana, es la que concentra las únicas esperanzas de regeneración y salvación.
Francisco Rubiales
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