Voto en Blanco se manifiesta hoy virtualmente y se une a los que lo hacen por las calles de Madrid, pero quiere hacerlo con reservas.
Lo hace porque es una manifestación de la sociedad civil española, un espacio que agoniza, víctima del acoso de un Estado que le tiene miedo, a pesar de que su existencia es vital e imprescindible para que exista democracia. Sin sociedad civil, el Estado y los grandes poderes carecen de contrapeso y tienden al dominio y a la opresión.
Lo hacemos también porque, en su esencia, es una expresión en favor de la libertad y del verdadero progreso, el que permite que los pueblos avancen por la ruta de los valores y los principios.
Para nosotros, la reivindicación de las clases de religión es menor y está prácticamente resuelta, ya que quien la quiera, la tendrá en los centros escolares.
No creemos que la Iglesia sea una institución ejemplar. Su historia está cargada de traiciones al pueblo, pactos vergonzosos con el poder y hasta violencia contra el débil, pero hoy, en España, es un asidero para la libertad, un valioso reducto donde se cultivan los valores y una esperanza para los que quieren poner freno a la degradación de la sociedad y la insaciable apetencia de poder del gobierno y de los partidos, que quieren controlarlo todo.
Lo que menos nos gusta de la jornada es la presencia en la manifestación del Partido Popular, una presencia que contamina el acontecimiento porque el Popular es un partido político con idénticas apetencias de poder que el que hoy gobierna y con sus mismas tendencias de dominio y control. Además, han gobernado durante ocho años y perdieron la oportunidad de solucionar muchos de los problemas por los que hoy se manifiestan los ciudadanos en Madrid. Su presencia en las calles resta imagen y pureza a una manifestación que sería más grande y creíble sin partidos políticos.
Pero la manifestación, en su esencia, está cargada de razón y de fuerza moral porque se pronuncia contra vicios y lacras que degeneran la democracia y la sociedad española, como los siguientes:
-- La baja calidad de la enseñanza española, campeona en fracaso, absentismo y baja calidad, situada en la cola de Europa.
-- La desaparición de las culturas de la disciplina y del esfuerzo en los centros educativos españoles.
-- El intervencionismo desbocado del gobierno en las escuelas, donde dicta órdenes y diseña planes sin tener en cuenta la opinión de los padres.
-- La proliferación de la violencia y la inseguridad en los centros.
-- La apuesta estatal por una formación que fabrica esclavos y no ciudadanos libres.
-- La supresión progresiva de las humanidades y de otras disciplinas que enseñan a pensar y a ser libres.
-- La postración de las universidades, dominadas por el gobierno a través de los presupuestos, donde la escasa calidad de la formación hipoteca nuestro futuro como pueblo.
-- La apuesta oficial por una escuela pública, marginando la concertada, cuando los hijos de la mayoría de los actuales gobernantes se forman en escuelas privadas, demostrando así, sin pudor, su elitismo y apego al privilegio.
Lo hace porque es una manifestación de la sociedad civil española, un espacio que agoniza, víctima del acoso de un Estado que le tiene miedo, a pesar de que su existencia es vital e imprescindible para que exista democracia. Sin sociedad civil, el Estado y los grandes poderes carecen de contrapeso y tienden al dominio y a la opresión.
Lo hacemos también porque, en su esencia, es una expresión en favor de la libertad y del verdadero progreso, el que permite que los pueblos avancen por la ruta de los valores y los principios.
Para nosotros, la reivindicación de las clases de religión es menor y está prácticamente resuelta, ya que quien la quiera, la tendrá en los centros escolares.
No creemos que la Iglesia sea una institución ejemplar. Su historia está cargada de traiciones al pueblo, pactos vergonzosos con el poder y hasta violencia contra el débil, pero hoy, en España, es un asidero para la libertad, un valioso reducto donde se cultivan los valores y una esperanza para los que quieren poner freno a la degradación de la sociedad y la insaciable apetencia de poder del gobierno y de los partidos, que quieren controlarlo todo.
Lo que menos nos gusta de la jornada es la presencia en la manifestación del Partido Popular, una presencia que contamina el acontecimiento porque el Popular es un partido político con idénticas apetencias de poder que el que hoy gobierna y con sus mismas tendencias de dominio y control. Además, han gobernado durante ocho años y perdieron la oportunidad de solucionar muchos de los problemas por los que hoy se manifiestan los ciudadanos en Madrid. Su presencia en las calles resta imagen y pureza a una manifestación que sería más grande y creíble sin partidos políticos.
Pero la manifestación, en su esencia, está cargada de razón y de fuerza moral porque se pronuncia contra vicios y lacras que degeneran la democracia y la sociedad española, como los siguientes:
-- La baja calidad de la enseñanza española, campeona en fracaso, absentismo y baja calidad, situada en la cola de Europa.
-- La desaparición de las culturas de la disciplina y del esfuerzo en los centros educativos españoles.
-- El intervencionismo desbocado del gobierno en las escuelas, donde dicta órdenes y diseña planes sin tener en cuenta la opinión de los padres.
-- La proliferación de la violencia y la inseguridad en los centros.
-- La apuesta estatal por una formación que fabrica esclavos y no ciudadanos libres.
-- La supresión progresiva de las humanidades y de otras disciplinas que enseñan a pensar y a ser libres.
-- La postración de las universidades, dominadas por el gobierno a través de los presupuestos, donde la escasa calidad de la formación hipoteca nuestro futuro como pueblo.
-- La apuesta oficial por una escuela pública, marginando la concertada, cuando los hijos de la mayoría de los actuales gobernantes se forman en escuelas privadas, demostrando así, sin pudor, su elitismo y apego al privilegio.
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