El político es hoy y ha sido siempre el mayor de los poderes, situado a gran distancia de los otros grandes poderes: el militar, el económico, el religioso y el mediático, a los que termina domeñando.
Los dos grandes resortes que le hacen casi invencible son, por una parte, la capacidad de utilizar al mismo tiempo todos los recursos disponibles, desde el dinero, la fuerza, la influencia, las leyes, la justicia y la información, hasta la misma sociedad organizada; y, por otra parte, la incomparable ventaja de poder usar esos poderes desde el corazón del Estado, poder ejercido en el pasado por designio divino y hoy en nombre del pueblo, desde el blindaje del bien común, bajo las poderosas armaduras de la democracia y del Estado de Derecho.
Los dos grandes resortes que le hacen casi invencible son, por una parte, la capacidad de utilizar al mismo tiempo todos los recursos disponibles, desde el dinero, la fuerza, la influencia, las leyes, la justicia y la información, hasta la misma sociedad organizada; y, por otra parte, la incomparable ventaja de poder usar esos poderes desde el corazón del Estado, poder ejercido en el pasado por designio divino y hoy en nombre del pueblo, desde el blindaje del bien común, bajo las poderosas armaduras de la democracia y del Estado de Derecho.
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