El PP que conciben Aznar, Rajoy, Feijóo, Juanma Moreno y la mayoría de los actuales dirigentes de ese partido no se parece mucho al que concibe la presidenta madrileña. El de ellos es cobarde, lleno de dudas, poco transparente, dado a negociar y a transigir y contaminado por ideas progres, mientras que el de ella es mas valiente, osado, franco, vinculado a los deseos populares y con suficiente brío para enfrentarse de manera frontal al adversario, que sin la menor duda hoy son el sanchismo y el comunismo.
A partir de ahora, la vida del PP estará marcada por tres factores decisivos: el pulso entre Ayuso y Feijóo, las relaciones con VOX y la colaboración PP.PSOE, cuyo objetivo final, al menos para Feijóo, debe ser un pacto de gobierno PSOE-PP que expulse del gobierno de España a los comunistas y a los partidos filo etarras y separatistas.
Feijóo deberá andarse con cuidado porque el rechazo del anterior presidente, Pablo Casado, a Isabel Díaz Ayuso fue la causa principal de su caída. Ayuso es favorita de los militantes y simpatizantes del PP, que cada día soportan menos la oscuridad y la cobardía que envuelven a su partido y prefieren un enfrentamiento frontal con el sanchismo, en lugar de los merodeos y tanteos opacos tradicionales del partido.
La victoria electoral de Ayuso en Madrid, donde derrotó y humilló al sanchismo, la convirtió en un líder nacional por la que muchos millones de españoles apuestan. Los votantes y simpatizantes de Ayuso no entienden que haya que pactar con los comunistas ni con un PSOE sanchista que en algunos aspectos es más radical que el mismo Podemos. Ellos creen que el enfrentamiento con esa izquierda que está destrozando España debe ser frontal y sin cuartel.
Ayuso está lastrada por la presunta corrupción de su hermano y habría arrasado en el Congreso de Sevilla si no hubiera acudido herida por ese asunto, alimentado por el sanchismo y por el mismo PP desde las sombras con el fin de debilitar su liderazgo.
El PP de Feijóo no representa cambio alguno de importancia con respecto al de Casado, del que sólo le separan una mayor experiencia y mucha más mano izquierda y capacidad de disimulo. Pero en el fondo es el PP de siempre, sobre todo el de Rajoy, el que traicionó la mayoría absoluta que los españoles le otorgaron para que borrara las huellas de Zapatero y no lo hizo, el que prometió que bajaría los impuestos y los subió, el que parecía valiente y fue cobarde y el que prometió liberalismo y demostró estar contaminado hasta el tuétano de socialdemocracia.
Ese PP está temblando de inquietud y miedo porque está perdiendo apoyos y contempla impotente como, a su derecha, crece VOX con una fuerza imparable. Feijóo cree tener las claves para frenar el ascenso de VOX y cree que la mejor manera de acabar con sus dos grandes obstáculos, que son Ayuso y VOX, es una alianza de gobierno con el PSOE.
Pero nosotros, junto con millones de españoles, creemos que esa alianza es casi imposible y que si llegara a fraguarse, sería a través de la renuncia de la derecha a sus valores y principios, ya que el sanchismo es incapaz de evolucionar y abandonar sus espacios de tiranía, expolio fiscal, despilfarro, control mediático, manipulación, abuso de poder, clientelismo y corrupción.
Francisco Rubiales
A partir de ahora, la vida del PP estará marcada por tres factores decisivos: el pulso entre Ayuso y Feijóo, las relaciones con VOX y la colaboración PP.PSOE, cuyo objetivo final, al menos para Feijóo, debe ser un pacto de gobierno PSOE-PP que expulse del gobierno de España a los comunistas y a los partidos filo etarras y separatistas.
Feijóo deberá andarse con cuidado porque el rechazo del anterior presidente, Pablo Casado, a Isabel Díaz Ayuso fue la causa principal de su caída. Ayuso es favorita de los militantes y simpatizantes del PP, que cada día soportan menos la oscuridad y la cobardía que envuelven a su partido y prefieren un enfrentamiento frontal con el sanchismo, en lugar de los merodeos y tanteos opacos tradicionales del partido.
La victoria electoral de Ayuso en Madrid, donde derrotó y humilló al sanchismo, la convirtió en un líder nacional por la que muchos millones de españoles apuestan. Los votantes y simpatizantes de Ayuso no entienden que haya que pactar con los comunistas ni con un PSOE sanchista que en algunos aspectos es más radical que el mismo Podemos. Ellos creen que el enfrentamiento con esa izquierda que está destrozando España debe ser frontal y sin cuartel.
Ayuso está lastrada por la presunta corrupción de su hermano y habría arrasado en el Congreso de Sevilla si no hubiera acudido herida por ese asunto, alimentado por el sanchismo y por el mismo PP desde las sombras con el fin de debilitar su liderazgo.
El PP de Feijóo no representa cambio alguno de importancia con respecto al de Casado, del que sólo le separan una mayor experiencia y mucha más mano izquierda y capacidad de disimulo. Pero en el fondo es el PP de siempre, sobre todo el de Rajoy, el que traicionó la mayoría absoluta que los españoles le otorgaron para que borrara las huellas de Zapatero y no lo hizo, el que prometió que bajaría los impuestos y los subió, el que parecía valiente y fue cobarde y el que prometió liberalismo y demostró estar contaminado hasta el tuétano de socialdemocracia.
Ese PP está temblando de inquietud y miedo porque está perdiendo apoyos y contempla impotente como, a su derecha, crece VOX con una fuerza imparable. Feijóo cree tener las claves para frenar el ascenso de VOX y cree que la mejor manera de acabar con sus dos grandes obstáculos, que son Ayuso y VOX, es una alianza de gobierno con el PSOE.
Pero nosotros, junto con millones de españoles, creemos que esa alianza es casi imposible y que si llegara a fraguarse, sería a través de la renuncia de la derecha a sus valores y principios, ya que el sanchismo es incapaz de evolucionar y abandonar sus espacios de tiranía, expolio fiscal, despilfarro, control mediático, manipulación, abuso de poder, clientelismo y corrupción.
Francisco Rubiales
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