Sucedió hace unos días en Sevilla y fue un escándalo y, al mismo tiempo, un modelo de rebeldía ciudadana. Los mandamases de la Cámara de Comercio de Sevilla fueron a una emisora local a explicar los servicios que presta la institución y, en un momento determinado, el locutor abrió el teléfono para que la gente pudiera opinar y debatir. El aluvión de críticas a los burócratas camerales fue memorable y bochornoso. Los empresarios y comerciantes hablaron todos en contra y consideraron el tributo obligatorio que tienen que pagar a las cámaras de comercio españolas como un verdadero "impuesto revolucionario" inutil.
Lo cuenta magistralmente el periodista Javier Caraballo en su blog, donde reproduce la columna que publica en "El Mundo", en este caso con el título " Empresas "
Merece la pena leerlo y reflexionar sobre el papel de las cámaras y de las mismas organizaciones patronales, cuyas alianzas y compromisos con el gobierno las desacreditan como representantes de los empresarios, y sobre ese impuesto "revolucionario", impopular, inutil, autoritario e impropio de una sociedad democrática, que cobran hoy las cámaras y que pronto debería desaparecer, en aras del "bien común".
Lo cuenta magistralmente el periodista Javier Caraballo en su blog, donde reproduce la columna que publica en "El Mundo", en este caso con el título " Empresas "
Merece la pena leerlo y reflexionar sobre el papel de las cámaras y de las mismas organizaciones patronales, cuyas alianzas y compromisos con el gobierno las desacreditan como representantes de los empresarios, y sobre ese impuesto "revolucionario", impopular, inutil, autoritario e impropio de una sociedad democrática, que cobran hoy las cámaras y que pronto debería desaparecer, en aras del "bien común".
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