La sociedad termina siempre imitando a sus líderes. Si sus líderes son ejemplares, la sociedad tiende a mejorar, pero si esos líderes, a los que la mayoría de ciudadanos contempla con respeto y admiración, se insultan, son corruptos y parciales, la sociedad se envilece con ellos. Es un principio sociológico y antropológico infalible que, en España, tiene una vigencia dramática.
Inspirado en ese principio y convencido de que el comportamiento de los líderes políticos y el desprestigio general de la política está afectando negativamente a la sociedad española, mi amigo Sebastián, médico de profesión, me dice que "la culpa del recien descubierto dopaje en el ciclismo y de la degeneración del deporte también la tienen los políticos".
Y explica con dolor que "los políticos han olvidado que el liderazgo tiene una dimensión ejemplarizante".
Recuerda Sebastian que, por esa razón, para evitar que los dirigentes corrompan al pueblo con su ejemplo, los griegos y los romanos eran muy exigentes con sus políticos, los sometían a controles éticos y dedicaban un gran esfuerzo a evitar que un sinvergüenza pudiera acceder a la política, mientras que ahora, en nuestras democracias, no existe ni un sólo control y basta con ser amigo del líder para ser nombrado ministro.
Afirma Sebastián que los políticos son los líderes de opinión más potentes de la cultura actual. Su presencia diaria en los telediarios y en los periódicos, así como su deslumbrante estrelllato social, son fenómenos que los convierten en los verdaderos ejemplos a imitar.
Pero esos "ejemplos", según revelan hoy las encuestas, están desprestigiados y su imagen ha caido por los suelos. Los ciudadanos consideran a los políticos corruptos, apegados a los privilegios, poco fiables y propensos a la maniobra, la maipulación y el engaño".
Como consecuencia de ese liderazgo negativo, toda la sociedad se envilece. Por desgracia, tiende a imitarlos.
Desde esta óptica, el fenómeno del dopaje deportivo y la reciente detención de dirigentes del ciclismo español, noticia con gran impacto en la sociedad y generadora de alarma, es una consecuencia del mal ejemplo de los políticos y del envilecimiento general de una sociedad cansada de contemplar al gobierno y a la oposición insultándose y a ayuntamientos corrompidos por el urbanismo, algunos de ellos, como el de Marbella, con su alcaldesa y muchos concejales en la cárcel.
Sebastian concluye: "si los políticos se insultan, los ciudadanos se insultan; si los políticos roban, los ciudadanos terminan robando".
Inspirado en ese principio y convencido de que el comportamiento de los líderes políticos y el desprestigio general de la política está afectando negativamente a la sociedad española, mi amigo Sebastián, médico de profesión, me dice que "la culpa del recien descubierto dopaje en el ciclismo y de la degeneración del deporte también la tienen los políticos".
Y explica con dolor que "los políticos han olvidado que el liderazgo tiene una dimensión ejemplarizante".
Recuerda Sebastian que, por esa razón, para evitar que los dirigentes corrompan al pueblo con su ejemplo, los griegos y los romanos eran muy exigentes con sus políticos, los sometían a controles éticos y dedicaban un gran esfuerzo a evitar que un sinvergüenza pudiera acceder a la política, mientras que ahora, en nuestras democracias, no existe ni un sólo control y basta con ser amigo del líder para ser nombrado ministro.
Afirma Sebastián que los políticos son los líderes de opinión más potentes de la cultura actual. Su presencia diaria en los telediarios y en los periódicos, así como su deslumbrante estrelllato social, son fenómenos que los convierten en los verdaderos ejemplos a imitar.
Pero esos "ejemplos", según revelan hoy las encuestas, están desprestigiados y su imagen ha caido por los suelos. Los ciudadanos consideran a los políticos corruptos, apegados a los privilegios, poco fiables y propensos a la maniobra, la maipulación y el engaño".
Como consecuencia de ese liderazgo negativo, toda la sociedad se envilece. Por desgracia, tiende a imitarlos.
Desde esta óptica, el fenómeno del dopaje deportivo y la reciente detención de dirigentes del ciclismo español, noticia con gran impacto en la sociedad y generadora de alarma, es una consecuencia del mal ejemplo de los políticos y del envilecimiento general de una sociedad cansada de contemplar al gobierno y a la oposición insultándose y a ayuntamientos corrompidos por el urbanismo, algunos de ellos, como el de Marbella, con su alcaldesa y muchos concejales en la cárcel.
Sebastian concluye: "si los políticos se insultan, los ciudadanos se insultan; si los políticos roban, los ciudadanos terminan robando".