Los partidos políticos españoles apelan con frecuencia al "voto útil" sin considerar que ese voto es aberrante y antidemocrático porque muchas veces encierra odio y responde a la incapacidad para convencer al electorado con ideas y propuestas concretas. Desnudado y reducido a su esencia, el "voto útil" es un voto miserable que ignora la conciencia, desoye la razón y prefiere perdonar los pecados al bando propio para castigar al bando ajeno.
Santiago Abascal, líder de VOX, acaba de advertir con toda razón a un grupo de ciudadanos, en un bar de Tarancón, al improvisar un mitin: “Espero que no os dejéis asustar y engañar por el falso discurso del voto útil”. La advertencia no puede ser más oportuna porque los viejos partidos, asustados ante la posibilidad de perder, se arrojan de cabeza al chantaje emocional del voto útil.
Desde hace décadas, en la imperfecta y deteriorada democracia española las elecciones se pierden más que se ganan. Los partidos, conscientes de que el ciudadano medio, fanatizado o inamovible en sus preferencias, intentará evitar por todos los medios que el adversario gane, alimentan el odio y se dedican más a destruir al adversario que a proponer ideas e iniciativas que merezcan el apoyo de los votantes.
Es aberrante que la gente quiera votar a los ganadores, cuando debería votar siempre a los mejores. El voto útil, en democracia, es una traición.
Los que creen en el voto útil cambian su voto hacia el partido que consideran que puede ganar u obtener más representación. Si consiguen lo que pretendían y ese partido gana votos y poder, esa gente se siente satisfecha porque han votado de manera "útil", ignorando que han violado casi todos los principios básicos de la democracia y la decencia, relegando su conciencia en aras del poder y la victoria.
El PSOE está aprovechando el auge de VOX para movilizar al abstencionista de izquierdas y potenciar el 'voto útil' estimulando el rechazo a la ultraderecha. Por su parte, el PP pretende movilizar a los suyos y a los indiferentes y abstencionistas esgrimiendo el fantasma de un socialismo que ha perdido los principios y valores al aliarse con las fuerzas más despreciables de la nación, desde los golpistas catalanes a los proetarras, incluyendo a los comunistas camuflados de Unidas Podemos, enfermos de totalitarismo, otra apelación al voto útil que oculta el inmenso vacío de propuestas y de iniciativas de ese partido.
Algo parecido hacen los demás partidos, con la excepción de VOX, un partido que basa su crecimiento y aceptación en las ideas y propuestas que presenta al electorado, muchas de ellas originales, osadas y nunca defendidas por el resto de los partidos. VOX está demostrando en la campaña que habla claro y solicita el voto valiente, indignado con los corruptos, deseoso de amar a España y dispuesto a protagonizar un resurgimiento de la nación.
La dinámica del voto útil, además de ser antidemocrática es rastrera porque, aunque sea indirectamente, apela al voto del odio y del rechazo al adversario y establece en el proceso electoral dinámicas perversas de exclusión, destrucción y demonización.
Francisco Rubiales
Santiago Abascal, líder de VOX, acaba de advertir con toda razón a un grupo de ciudadanos, en un bar de Tarancón, al improvisar un mitin: “Espero que no os dejéis asustar y engañar por el falso discurso del voto útil”. La advertencia no puede ser más oportuna porque los viejos partidos, asustados ante la posibilidad de perder, se arrojan de cabeza al chantaje emocional del voto útil.
Desde hace décadas, en la imperfecta y deteriorada democracia española las elecciones se pierden más que se ganan. Los partidos, conscientes de que el ciudadano medio, fanatizado o inamovible en sus preferencias, intentará evitar por todos los medios que el adversario gane, alimentan el odio y se dedican más a destruir al adversario que a proponer ideas e iniciativas que merezcan el apoyo de los votantes.
Es aberrante que la gente quiera votar a los ganadores, cuando debería votar siempre a los mejores. El voto útil, en democracia, es una traición.
Los que creen en el voto útil cambian su voto hacia el partido que consideran que puede ganar u obtener más representación. Si consiguen lo que pretendían y ese partido gana votos y poder, esa gente se siente satisfecha porque han votado de manera "útil", ignorando que han violado casi todos los principios básicos de la democracia y la decencia, relegando su conciencia en aras del poder y la victoria.
El PSOE está aprovechando el auge de VOX para movilizar al abstencionista de izquierdas y potenciar el 'voto útil' estimulando el rechazo a la ultraderecha. Por su parte, el PP pretende movilizar a los suyos y a los indiferentes y abstencionistas esgrimiendo el fantasma de un socialismo que ha perdido los principios y valores al aliarse con las fuerzas más despreciables de la nación, desde los golpistas catalanes a los proetarras, incluyendo a los comunistas camuflados de Unidas Podemos, enfermos de totalitarismo, otra apelación al voto útil que oculta el inmenso vacío de propuestas y de iniciativas de ese partido.
Algo parecido hacen los demás partidos, con la excepción de VOX, un partido que basa su crecimiento y aceptación en las ideas y propuestas que presenta al electorado, muchas de ellas originales, osadas y nunca defendidas por el resto de los partidos. VOX está demostrando en la campaña que habla claro y solicita el voto valiente, indignado con los corruptos, deseoso de amar a España y dispuesto a protagonizar un resurgimiento de la nación.
La dinámica del voto útil, además de ser antidemocrática es rastrera porque, aunque sea indirectamente, apela al voto del odio y del rechazo al adversario y establece en el proceso electoral dinámicas perversas de exclusión, destrucción y demonización.
Francisco Rubiales
Comentarios: