Otegui, líder de los pro-terroristas de BILDU, es un gran aliado del sanchismo, al que proporciona apoyos y votos para que se mantenga en el poder
El radicalismo de Pedro Sánchez parece insuperable. Sólo Sánchez se ha atrevido a meter dentro de la Comisión de Secretos Oficiales, el santuario donde se conocen los más profundos secretos del Estado y de sus cloacas, así como las operaciones de espionaje y de la inteligencia española, a partidos que odian a España y cuya lealtad a la nación es más que dudosa, un sorprendente paso nada democrático y propio de tiranías extremistas, que ni siquiera la extrema izquierda y la extrema derecha que existen en el resto de Europa se habrían atrevido a dar.
La frontera altamente sensible que ha traspasado Pedro Sánchez no puede explicarse desde la razón y la lógica, sino únicamente desde el radicalismo extremo, el que suele anidar en mentes dañadas.
El exterminio de las clases medias, el acoso a las empresas y los impuestos brutales, junto con la opacidad y el establecimiento de una tiranía personal dentro del socialismo español, donde no existe órgano de control capaz de plantar cara a tirano, demuestran con creces el radicalismo extremo que Sánchez ha impuesto en España, superior, incluso, al de no pocas tiranía comunistas..
La consecuencia inmediata de las locuras radicales del sanchismo y su entrega a partidos enemigos de la libertad y la democracia es que los aliados de España ya no se fían del gobierno español, al que niegan acceso a información sensible y al que ni siquiera consultan o invitan a los foros donde se debaten las políticas y los destinos de Occidente.
En el plano interno, la primera consecuencia del radicalismo sanchista ha sido una caída vertiginosa en intención de voto que está creando desánimo y honda preocupación en las filas socialistas, donde muchos ya culpan al mismo Sánchez del desastre.
La presencia en esa Comisión, donde circulan los secretos oficiales y la información más que reservada, de BILDU, un partido lleno de antiguos terroristas vascos, que sigue rindiendo pleitesía y homenaje al terrorismo de ETA, es incomprensible desde la óptica de la democracia, la Unión Europea, la OTAN y el resto de los grandes foros de Occidente, como tampoco es explicable la inclusión en esa comisión de golpistas catalanes, comunistas amigos de Putin y de partidos nacionalistas mercenarios, como el PNV, incansables luchadores por la independencia vasca y capaces siempre de canjear sus apoyos y votos por dinero y privilegios.
El máximo radicalismo en la España del presente no es VOX, como repiten los medios de comunicación comprados por la tiranía sanchista, sino el actual PSOE, que ha abandonado sus viejos postulados y principios socialdemócratas y los ha sustituido por un pragmatismo izquierdista extremo, más parecido al comportamiento de los bolcheviques de Lenin que al de cualquier partido de izquierdas en Occidente o al de cualquier democracia mundial, incluso las mas prostituidas.
El gobierno radical de Sánchez ha eliminado la transparencia en el sistema español, valor imprescindible en democracia, y ha suprimido también la verdad, otro requisito democrático necesario, y los ha sustituido por la opacidad, la mentira y el incumplimiento de su promesas. Sin escrúpulos e ignorando el intocable papel que la democracia reserva a la información veraz y libre, el extremismo sanchista emplea gran cantidad de dinero público, procedente de los impuestos, en beneficiar y comprar medios de comunicación y periodistas para que manipulen, engañen y oculten la verdad al pueblo.
El de Sánchez es el gobierno de Europa que más se ha endeudado, que más despilfarra, que más ministerios tiene, que más derrocha, el que tiene más políticos cobrando del erario público, más que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, el que tiene más aforados, el que posee más cochos oficiales para uso exclusivo de la clase política, el que financia a sus partidos con más generosidad, el que con mas crueldad saquea a sus ciudadanos con impuestos abusivos e injustos, el que mas generosamente financia a los partidos políticos y, con gran diferencia, el que más engaña y miente a sus ciudadanos. Su amistad y cooperación estrecha con gobiernos dictatoriales manchados de sangre y acusados de ser cómplices del narcotráfico, como los de Venezuela y Cuba, denotan también el sucio extremismo del sanchismo en sus relaciones internacionales.
Todo eso refleja un radicalismo extremo, más allá de lo conocido hoy en cualquier otro país de Europa y, probablemente, del mundo que declara su fe en la democracia.
Pero el sanchismo, hábil en la propaganda y el disimulo, está suavizando el rechazo internacional a su política de convivencia con terroristas y comunistas sometiéndose a la voluntad de Washington como no lo había hecho antes ningún otro gobierno español, superior incluso al de Aznar cuando protagonizó la famosa foto de las Azores con Tony Blair y George Busch.
El elenco de barbaridades extremistas y violaciones de la democracia que practica el sanchismo supera a cualquier otro partido de Europa, incluso aquellos a los que se les estigmatiza como "extrema derecha", ninguno de los cuales se acerca siquiera a la mitad de los desmanes radicales del sanchismo en España.
Francisco Rubiales
La frontera altamente sensible que ha traspasado Pedro Sánchez no puede explicarse desde la razón y la lógica, sino únicamente desde el radicalismo extremo, el que suele anidar en mentes dañadas.
El exterminio de las clases medias, el acoso a las empresas y los impuestos brutales, junto con la opacidad y el establecimiento de una tiranía personal dentro del socialismo español, donde no existe órgano de control capaz de plantar cara a tirano, demuestran con creces el radicalismo extremo que Sánchez ha impuesto en España, superior, incluso, al de no pocas tiranía comunistas..
La consecuencia inmediata de las locuras radicales del sanchismo y su entrega a partidos enemigos de la libertad y la democracia es que los aliados de España ya no se fían del gobierno español, al que niegan acceso a información sensible y al que ni siquiera consultan o invitan a los foros donde se debaten las políticas y los destinos de Occidente.
En el plano interno, la primera consecuencia del radicalismo sanchista ha sido una caída vertiginosa en intención de voto que está creando desánimo y honda preocupación en las filas socialistas, donde muchos ya culpan al mismo Sánchez del desastre.
La presencia en esa Comisión, donde circulan los secretos oficiales y la información más que reservada, de BILDU, un partido lleno de antiguos terroristas vascos, que sigue rindiendo pleitesía y homenaje al terrorismo de ETA, es incomprensible desde la óptica de la democracia, la Unión Europea, la OTAN y el resto de los grandes foros de Occidente, como tampoco es explicable la inclusión en esa comisión de golpistas catalanes, comunistas amigos de Putin y de partidos nacionalistas mercenarios, como el PNV, incansables luchadores por la independencia vasca y capaces siempre de canjear sus apoyos y votos por dinero y privilegios.
El máximo radicalismo en la España del presente no es VOX, como repiten los medios de comunicación comprados por la tiranía sanchista, sino el actual PSOE, que ha abandonado sus viejos postulados y principios socialdemócratas y los ha sustituido por un pragmatismo izquierdista extremo, más parecido al comportamiento de los bolcheviques de Lenin que al de cualquier partido de izquierdas en Occidente o al de cualquier democracia mundial, incluso las mas prostituidas.
El gobierno radical de Sánchez ha eliminado la transparencia en el sistema español, valor imprescindible en democracia, y ha suprimido también la verdad, otro requisito democrático necesario, y los ha sustituido por la opacidad, la mentira y el incumplimiento de su promesas. Sin escrúpulos e ignorando el intocable papel que la democracia reserva a la información veraz y libre, el extremismo sanchista emplea gran cantidad de dinero público, procedente de los impuestos, en beneficiar y comprar medios de comunicación y periodistas para que manipulen, engañen y oculten la verdad al pueblo.
El de Sánchez es el gobierno de Europa que más se ha endeudado, que más despilfarra, que más ministerios tiene, que más derrocha, el que tiene más políticos cobrando del erario público, más que Francia, Alemania e Inglaterra juntos, el que tiene más aforados, el que posee más cochos oficiales para uso exclusivo de la clase política, el que financia a sus partidos con más generosidad, el que con mas crueldad saquea a sus ciudadanos con impuestos abusivos e injustos, el que mas generosamente financia a los partidos políticos y, con gran diferencia, el que más engaña y miente a sus ciudadanos. Su amistad y cooperación estrecha con gobiernos dictatoriales manchados de sangre y acusados de ser cómplices del narcotráfico, como los de Venezuela y Cuba, denotan también el sucio extremismo del sanchismo en sus relaciones internacionales.
Todo eso refleja un radicalismo extremo, más allá de lo conocido hoy en cualquier otro país de Europa y, probablemente, del mundo que declara su fe en la democracia.
Pero el sanchismo, hábil en la propaganda y el disimulo, está suavizando el rechazo internacional a su política de convivencia con terroristas y comunistas sometiéndose a la voluntad de Washington como no lo había hecho antes ningún otro gobierno español, superior incluso al de Aznar cuando protagonizó la famosa foto de las Azores con Tony Blair y George Busch.
El elenco de barbaridades extremistas y violaciones de la democracia que practica el sanchismo supera a cualquier otro partido de Europa, incluso aquellos a los que se les estigmatiza como "extrema derecha", ninguno de los cuales se acerca siquiera a la mitad de los desmanes radicales del sanchismo en España.
Francisco Rubiales
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