El Partido Popular de Andalucía acaba de celebrar en Málaga, este fin de semana, su convención, bajo la presidencia de Javier Arenas, que se ha declarado "con hambre de gobierno", y ha propuesto una batería de medidas para "regenerar la democracia", que, lamentablemente, se ha quedado corta y no aborda las más importantes.
El PP propone medidas tan regeneradoras y necesarias como que las elecciones autonómicas no coincidan con las generales, que no se permitan más de dos mandatos seguidos a un Presidente de la Junta, que, para crear una comisión de investigación, sea suficiente con que lo pidan los dos tercios de la Cámara o dos partidos políticos con representación parlamentaria, y que se despoliticen las cajas de ahorro andaluzas, infiltradas y controladas hoy por enjambres de políticos y sindicalistas.
Sin embargo, el PP ha olvidado incluir las medidas más importantes, las que de verdad conseguirían regenerar esta democracia española degradada que, en Andalucía, lo está todavía mas, medidas como la instauración de las listas abiertas en las elecciones, un cambio que restituiría al ciudadano el derecho constitucional a elegir, que le ha sido arrebatado por esos partidos que "hacen las listas", y la que quizás sea la reforma más importante y decisiva: sustituir la actual financiación pública de los partidos políticos, atiborrados de dinero y de poder, por una financiación que corra por cuenta de los afiliados y simpatizantes de cada partido.
Es justo decir que las reformas propuestas son buenas para la regeneración, aunque cortas e ineficientes, si no se abordan también las que se han quedado en el tintero, las únicas que devolverían al ciudadano el poder electoral y el protagonismos que le corresponde en democracia, las únicas que restarían poder y dominio a unos partidos políticos que se han convertido en monstruos demasiado poderosos e incontrolados.
Las reformas propuestas seguramente serán rechazadas por un PSOE que se siente a gusto en un poder político andaluz, el cual acapara desde hace más de un cuarto de siglo, tras haber invadido y controlado la sociedad y haber instaurado una especie de "régimen invencible" que se perpetua ganando una elección tras otra, siempre con el agotado Chaves al frente.
El PP propone medidas tan regeneradoras y necesarias como que las elecciones autonómicas no coincidan con las generales, que no se permitan más de dos mandatos seguidos a un Presidente de la Junta, que, para crear una comisión de investigación, sea suficiente con que lo pidan los dos tercios de la Cámara o dos partidos políticos con representación parlamentaria, y que se despoliticen las cajas de ahorro andaluzas, infiltradas y controladas hoy por enjambres de políticos y sindicalistas.
Sin embargo, el PP ha olvidado incluir las medidas más importantes, las que de verdad conseguirían regenerar esta democracia española degradada que, en Andalucía, lo está todavía mas, medidas como la instauración de las listas abiertas en las elecciones, un cambio que restituiría al ciudadano el derecho constitucional a elegir, que le ha sido arrebatado por esos partidos que "hacen las listas", y la que quizás sea la reforma más importante y decisiva: sustituir la actual financiación pública de los partidos políticos, atiborrados de dinero y de poder, por una financiación que corra por cuenta de los afiliados y simpatizantes de cada partido.
Es justo decir que las reformas propuestas son buenas para la regeneración, aunque cortas e ineficientes, si no se abordan también las que se han quedado en el tintero, las únicas que devolverían al ciudadano el poder electoral y el protagonismos que le corresponde en democracia, las únicas que restarían poder y dominio a unos partidos políticos que se han convertido en monstruos demasiado poderosos e incontrolados.
Las reformas propuestas seguramente serán rechazadas por un PSOE que se siente a gusto en un poder político andaluz, el cual acapara desde hace más de un cuarto de siglo, tras haber invadido y controlado la sociedad y haber instaurado una especie de "régimen invencible" que se perpetua ganando una elección tras otra, siempre con el agotado Chaves al frente.