El actual delegado del gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, al afirmar que la policía controlará los ruidos y medirá los decibelios que generen los manifestantes que acudan el próximo domingo, día 1 de octubre, a la manifestación que la AVT convoca en Sevilla, ha hecho a los organizadores de esa cita el mayor de los favores imaginables, porque ha generado una oleada tal de indignación y de risa que la ha promocionado hasta extremos inesperados.
La torpeza del delegado ha causado ya revuelos en el seno del PSOE de Sevilla, en algunos de cuyos foros se han escuchado críticas a mansalva ante la ridícula decisión de dificultar una manifestación tan legal y democrática al menos como otras muchas que se celebran sin obstáculos en la capital andaluza, algunas de ellas agresivas y salvajes.
¿Cómo puede hablarse de contaminación acústica y de decibelios en una ciudad que ha sido en los últimos años de las más ruidosas de España sin que las autoridades hagan nada por evitarlo, donde hasta los domingos funcionan las máquinas de obras públicas, impidiendo el sueño de sus ciudadanos, sólo porque el alcalde y su partido quieren terminar las obras antes de las próximas elecciones? ¿Por qué no miden los decibelios en San Sebastian o Bilbao, donde cada fin de semana los cachorros de ETA queman autobuses y cajeros bajo el grito de "Gora ETA"? ¿Es que el Ayuntamiento sevillano ha sida alguna vez sensible a los mil veces denunciados gritos nocturnos de las botellonas que se celebran en plena ciudad, ante la indiferencia de las autoridades?
Medir los decibelios de la próxima manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Sevilla, además de una desfachatez política, probablemente ilegal, por discriminatoria, es un "chiste" en una ciudad abiertta en canal, plagada de obras y llena de ruidos que nadie mide, sólo porque el alcalde socialista quiere ganar las próximas elecciones terminando las obras a tiempo, como sea.
La torpeza del delegado ha causado ya revuelos en el seno del PSOE de Sevilla, en algunos de cuyos foros se han escuchado críticas a mansalva ante la ridícula decisión de dificultar una manifestación tan legal y democrática al menos como otras muchas que se celebran sin obstáculos en la capital andaluza, algunas de ellas agresivas y salvajes.
¿Cómo puede hablarse de contaminación acústica y de decibelios en una ciudad que ha sido en los últimos años de las más ruidosas de España sin que las autoridades hagan nada por evitarlo, donde hasta los domingos funcionan las máquinas de obras públicas, impidiendo el sueño de sus ciudadanos, sólo porque el alcalde y su partido quieren terminar las obras antes de las próximas elecciones? ¿Por qué no miden los decibelios en San Sebastian o Bilbao, donde cada fin de semana los cachorros de ETA queman autobuses y cajeros bajo el grito de "Gora ETA"? ¿Es que el Ayuntamiento sevillano ha sida alguna vez sensible a los mil veces denunciados gritos nocturnos de las botellonas que se celebran en plena ciudad, ante la indiferencia de las autoridades?
Medir los decibelios de la próxima manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Sevilla, además de una desfachatez política, probablemente ilegal, por discriminatoria, es un "chiste" en una ciudad abiertta en canal, plagada de obras y llena de ruidos que nadie mide, sólo porque el alcalde socialista quiere ganar las próximas elecciones terminando las obras a tiempo, como sea.
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