Los ciudadanos españoles han sido estafados por sus políticos en el reciente Debete sobre el Estado de la Nación, en el que, como consecuencia de acuerdos entre políticos, no fueron debatidos los dos asuntos que más preocupan a la ciudadanía: las negociaciones de gobierno de Zapatero con la banda terrorista ETA y la nueva configuración territorial que emana de los estatutos catalán y andaluz.
Los políticos gobernantes y los de la oposición debieron pactar a espaldas de los ciudadanos que esos temas no debían debatirse, estafando así a una ciudadanía que está especialmente interesada en analizar con profundidad esos temas.
El debate, descafeinado y muy centrado en temas económicos, reflejó el produndo deterioro democrático de España, manifestado, principalmente, en un divorcio ostensible entre los intereses de los ciudadanos y los de los políticos, aislados, desconectado de los verdaderos intereses ciudadanos y cargados de arrogancia.
Las encuestas reflejan claramente la preocupación de los ciudadanos ante los dos temas que no fueron debatidos: los profundos cambios en las leyes fundamentales y en la convivencia generados por los estatutos de Cataluña y Andalucía y la negociación del gobierno con los terroristas de ETA, ante las que los ciudadanos exigen que no se hagan concesiones políticas a los asesinos, ni se conceda amnistía a los asesinos.
Los observadores y analistas se muestran sorprendidos hoy en los medios de comunicación ante esos vacíos que se produjeron en el debate y opinan que el mayor perjudicado fue el partido Popular, en la oposición, ya que al no debatir esos temas perdió la oportunidad de colocar al gobierno contra las cuerdas y ganar el debate.
Los políticos gobernantes y los de la oposición debieron pactar a espaldas de los ciudadanos que esos temas no debían debatirse, estafando así a una ciudadanía que está especialmente interesada en analizar con profundidad esos temas.
El debate, descafeinado y muy centrado en temas económicos, reflejó el produndo deterioro democrático de España, manifestado, principalmente, en un divorcio ostensible entre los intereses de los ciudadanos y los de los políticos, aislados, desconectado de los verdaderos intereses ciudadanos y cargados de arrogancia.
Las encuestas reflejan claramente la preocupación de los ciudadanos ante los dos temas que no fueron debatidos: los profundos cambios en las leyes fundamentales y en la convivencia generados por los estatutos de Cataluña y Andalucía y la negociación del gobierno con los terroristas de ETA, ante las que los ciudadanos exigen que no se hagan concesiones políticas a los asesinos, ni se conceda amnistía a los asesinos.
Los observadores y analistas se muestran sorprendidos hoy en los medios de comunicación ante esos vacíos que se produjeron en el debate y opinan que el mayor perjudicado fue el partido Popular, en la oposición, ya que al no debatir esos temas perdió la oportunidad de colocar al gobierno contra las cuerdas y ganar el debate.