"Dios es español", frase que se utilizó para explicar la invencible fuerza militar de España durante siglos.
Este país está alcanzando cotas de absurdo irracional que nadie podría haber imaginado en las más enfermizas distopías oníricas.
Pero están ocurriendo. Y ya son demasiadas.
En nuestro sistema legislativo una ley no entra en vigor hasta su publicación en el Boletín Oficial del Estado.
El poder legislativo envía el texto de una ley, redactada de manera unívoca, inequívoca y, como todo texto legal, cerrada a posibles ambigüedades.
Porque de otra manera la hemos liado.
No se puede decir blanco y negro, o gris, a la vez. Y en el mundo legislativo, marcador de comportamientos, mucho menos.
Así de simple. Así de fácil.
Y, claro, en un gallinero, que es en lo que ha devenido este gobierno, no puede haber dos gallos, en este caso dos gallitas, que imponen dos artículos, con el mismo epígrafe "c".
La cosa no es que tenga bemoles, es que tiene trombones.
Yolanda Díaz e Irene Montero cambiaron dos veces la misma ley en un solo día, y el B.O.E. publica ambas versiones, que ¡entran en vigor de forma simultánea!
Este gobierno en su vorágine de ineptitud, estulticia y flotación al pairo, ha superado la actuación del pollo sin cabeza por la del pollo con dos cabezas.
Este desgobierno, este ingobierno, este contragobierno, ha diseñado un vehículo con dos volantes inconexos entre sí. ¡Y ambos controlan la dirección del vehículo!
Lo que sería increíble en una novela de ficción política está ocurriendo en este país.
Tengo un amigo alemán que sostiene la tesis de que Dios es español. En Alemania, me dice, en cuanto bajamos la guardia nos cae una catástrofe. En España os podéis permitir lo que queráis. He visto a más de un borracho mear en una farola con el registro abierto. En Alemania se habría electrocutado en el acto. Pero en España no.
¡Porque Dios es español!
Francisco Garrudo
Pero están ocurriendo. Y ya son demasiadas.
En nuestro sistema legislativo una ley no entra en vigor hasta su publicación en el Boletín Oficial del Estado.
El poder legislativo envía el texto de una ley, redactada de manera unívoca, inequívoca y, como todo texto legal, cerrada a posibles ambigüedades.
Porque de otra manera la hemos liado.
No se puede decir blanco y negro, o gris, a la vez. Y en el mundo legislativo, marcador de comportamientos, mucho menos.
Así de simple. Así de fácil.
Y, claro, en un gallinero, que es en lo que ha devenido este gobierno, no puede haber dos gallos, en este caso dos gallitas, que imponen dos artículos, con el mismo epígrafe "c".
La cosa no es que tenga bemoles, es que tiene trombones.
Yolanda Díaz e Irene Montero cambiaron dos veces la misma ley en un solo día, y el B.O.E. publica ambas versiones, que ¡entran en vigor de forma simultánea!
Este gobierno en su vorágine de ineptitud, estulticia y flotación al pairo, ha superado la actuación del pollo sin cabeza por la del pollo con dos cabezas.
Este desgobierno, este ingobierno, este contragobierno, ha diseñado un vehículo con dos volantes inconexos entre sí. ¡Y ambos controlan la dirección del vehículo!
Lo que sería increíble en una novela de ficción política está ocurriendo en este país.
Tengo un amigo alemán que sostiene la tesis de que Dios es español. En Alemania, me dice, en cuanto bajamos la guardia nos cae una catástrofe. En España os podéis permitir lo que queráis. He visto a más de un borracho mear en una farola con el registro abierto. En Alemania se habría electrocutado en el acto. Pero en España no.
¡Porque Dios es español!
Francisco Garrudo
Comentarios: