Napoleón ya advirtió hace dos siglos que "Cuando China despierte, el mundo temblará".
Ya está despertando y lo hace bajo la dirección de un gobierno comunista dictatorial, una especie de reliquia que subsiste a pesar de que el comunismo ha sido derrotado, tras ser denostado por los mismos pueblos a los que decía servir.
Dos de cada diez personas existentes en el mundo son chinas y una de ellas es un campesino.
China no sólo es hoy la principal potencia emergente del mundo, sino la peor amenaza para la democracia y las libertades y derechos ganados por los ciudadanos del mundo a lo largo de la historia. El régimen chino, totalitario, cuestiona claramente esas libertades y derechos.
La fuerza de China no reside tanto en su capacidad de producir barato e inundar el mundo con sus mercancias bien fabricadas por gente que cobra salarios bajos, sino en su capacidad de comprar y de influir en el mundo por ser el mercado más masivo y apetitoso del futuro. Ante ese suculento plato, las empresas y los gobiernos sucumben, como lo están demostrando las grandes empresas de Internet, que, vergonzosamente, han decidido colaborar con el gobierno chino en tareas de censura y control.
China constituye un grave problema para la cultura democrática porque los gobiernos de los paises democráticos están enfrentando el fenómeno chino con cobardía y ceguera, sin condenar sus abusos, sin imponer sanciones a su sistema de producción esclavo y a su totalitarismo político y cultural.
Una vez más, para vergüenza de nuestra cultura, el negocio vence a la dignidad.
Ya está despertando y lo hace bajo la dirección de un gobierno comunista dictatorial, una especie de reliquia que subsiste a pesar de que el comunismo ha sido derrotado, tras ser denostado por los mismos pueblos a los que decía servir.
Dos de cada diez personas existentes en el mundo son chinas y una de ellas es un campesino.
China no sólo es hoy la principal potencia emergente del mundo, sino la peor amenaza para la democracia y las libertades y derechos ganados por los ciudadanos del mundo a lo largo de la historia. El régimen chino, totalitario, cuestiona claramente esas libertades y derechos.
La fuerza de China no reside tanto en su capacidad de producir barato e inundar el mundo con sus mercancias bien fabricadas por gente que cobra salarios bajos, sino en su capacidad de comprar y de influir en el mundo por ser el mercado más masivo y apetitoso del futuro. Ante ese suculento plato, las empresas y los gobiernos sucumben, como lo están demostrando las grandes empresas de Internet, que, vergonzosamente, han decidido colaborar con el gobierno chino en tareas de censura y control.
China constituye un grave problema para la cultura democrática porque los gobiernos de los paises democráticos están enfrentando el fenómeno chino con cobardía y ceguera, sin condenar sus abusos, sin imponer sanciones a su sistema de producción esclavo y a su totalitarismo político y cultural.
Una vez más, para vergüenza de nuestra cultura, el negocio vence a la dignidad.
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