El periodista venezolano Pedro Pablo Peñaloza acaba de publicar “Chávez es derrotable” (Editorial Libros Marcados), un libro que se ha convertido en lectura casi obligada para los venezolanos que sueñan con el cambio de régimen en su país.
Son numerosos los trabajos que se han publicado en el popular país bañado por el Mar Caribe sobre el “singular” régimen chavista, pero éste es uno de los más autocríticos –hablando de la oposición al “bolivariano” presidente-que se conocen.
Entre otras cosas, Peñaloza, nada afecto a Hugo Chávez, deja un mensaje claro: Chávez es derrotable pero no en 2006 (en las elecciones del próximo mes de diciembre). Para que ello suceda es necesario que la oposición (o lo que queda de ella) se decida a pensar de manera autocrítica y genere una corriente real de cambio.
Peñaloza parte en su análisis de los aciertos, de los logros del gobierno de Chávez, subrayando su acertada lectura de los cambios demográficos sucedidos en Venezuela en los últimos 20 años, con una amplia expansión de la clase marginal (subió de un 34 a un 60 por ciento, según Edmond Saade, de la encuestadora Datos), a la que Chávez y su gente se han centrado en favorecer “en distintas facetas”. Mientras tanto, y en el mismo lapso, la clase trabajadora descendió del 40 al 23 por ciento, y los sectores medios y altos lo hicieron de un 28 a un 4 por ciento.
Por otra parte, Venezuela vive la mayor bonanza petrolera de su historia, circunstancia que favorece, desde el punto de vista económico, cualquiera de las “aventura” que desee emprender el “bolivariano” Chávez, tanto dentro como fuera de su país.
No obstante, también señala Peñalosa en su libro –tal como apunta el columnista Mario Szichman, en el periódico “Tal Cual”- que aunque muy ratificado en su cargo –después de varias elecciones- “parece cada vez menos legítimo”. Puede que esto se deba, añade Szichman, “a la infinita capacidad de gobierno para estirar las leyes, utilizar listas negras contra opositores y dilatar los plazos electorales, con el propósito de perpetuar al primer magistrado en el poder”.
Pedro Pablo Peñalosa, junto a otros observadores críticos como Tulio Alvarez, Fernando Egaña y Luis Enrique Alcalá, y testimonios de Teodoro Petkoff y María Corina Machado, entre otros, le sugiere a la oposición que mire la realidad desde “la no dependencia de la vieja política”, con un distanciamiento necesario para no “comulgar con ruedas de molino” (esta sería la versión española), y, muy especialmente, que sea crítica con ella misma, porque hasta el momento “solo han utilizado viejas fórmulas de anquilosados y decrépitos partidos políticos –AD y COPEI-, y han centrando su tarea en criticar ferozmente a Chávez, sin más”.
Y parece que lo que hace falta, según el joven Peñaloza, es, partiendo de los logros del gobierno Chávez, realizar propuestas concretas a los venezolanos e integrar a los más desposeídos, sin olvidar de apoyar el renacimiento de la casi siempre decisiva clase media venezolana.
Así, puede que en un futuro no muy lejano sea posible vivir en una Venezuela realmente democrática, más justa, libre de censuras de todo tipo e integrada realmente en el concierto internacional de las naciones más desarrolladas. La opción es más Chávez, más populismo y menos libertad individual y social.
eduardo caldarola de bello
Son numerosos los trabajos que se han publicado en el popular país bañado por el Mar Caribe sobre el “singular” régimen chavista, pero éste es uno de los más autocríticos –hablando de la oposición al “bolivariano” presidente-que se conocen.
Entre otras cosas, Peñaloza, nada afecto a Hugo Chávez, deja un mensaje claro: Chávez es derrotable pero no en 2006 (en las elecciones del próximo mes de diciembre). Para que ello suceda es necesario que la oposición (o lo que queda de ella) se decida a pensar de manera autocrítica y genere una corriente real de cambio.
Peñaloza parte en su análisis de los aciertos, de los logros del gobierno de Chávez, subrayando su acertada lectura de los cambios demográficos sucedidos en Venezuela en los últimos 20 años, con una amplia expansión de la clase marginal (subió de un 34 a un 60 por ciento, según Edmond Saade, de la encuestadora Datos), a la que Chávez y su gente se han centrado en favorecer “en distintas facetas”. Mientras tanto, y en el mismo lapso, la clase trabajadora descendió del 40 al 23 por ciento, y los sectores medios y altos lo hicieron de un 28 a un 4 por ciento.
Por otra parte, Venezuela vive la mayor bonanza petrolera de su historia, circunstancia que favorece, desde el punto de vista económico, cualquiera de las “aventura” que desee emprender el “bolivariano” Chávez, tanto dentro como fuera de su país.
No obstante, también señala Peñalosa en su libro –tal como apunta el columnista Mario Szichman, en el periódico “Tal Cual”- que aunque muy ratificado en su cargo –después de varias elecciones- “parece cada vez menos legítimo”. Puede que esto se deba, añade Szichman, “a la infinita capacidad de gobierno para estirar las leyes, utilizar listas negras contra opositores y dilatar los plazos electorales, con el propósito de perpetuar al primer magistrado en el poder”.
Pedro Pablo Peñalosa, junto a otros observadores críticos como Tulio Alvarez, Fernando Egaña y Luis Enrique Alcalá, y testimonios de Teodoro Petkoff y María Corina Machado, entre otros, le sugiere a la oposición que mire la realidad desde “la no dependencia de la vieja política”, con un distanciamiento necesario para no “comulgar con ruedas de molino” (esta sería la versión española), y, muy especialmente, que sea crítica con ella misma, porque hasta el momento “solo han utilizado viejas fórmulas de anquilosados y decrépitos partidos políticos –AD y COPEI-, y han centrando su tarea en criticar ferozmente a Chávez, sin más”.
Y parece que lo que hace falta, según el joven Peñaloza, es, partiendo de los logros del gobierno Chávez, realizar propuestas concretas a los venezolanos e integrar a los más desposeídos, sin olvidar de apoyar el renacimiento de la casi siempre decisiva clase media venezolana.
Así, puede que en un futuro no muy lejano sea posible vivir en una Venezuela realmente democrática, más justa, libre de censuras de todo tipo e integrada realmente en el concierto internacional de las naciones más desarrolladas. La opción es más Chávez, más populismo y menos libertad individual y social.
eduardo caldarola de bello