Cataluña continua siendo el principal quebradero de cabaza de Zapatero y de su gobierno. Ahora, Pascual Maragall, consciente de que es un cadaver político ambulante, se rebela contra el líder de su partido y le acusa de haber cometido el mismo error que Adolfo Suárez y Felipe Gonzalez: confundir a Cataluña con CIU.
Pero ni siquiera es ese el principal problema de Zapatero en Catulaña, porque el eslogan de la precampaña del referendum presentado por los socialistas catalanes (PSC) "El PP utilizará tu 'no' contra Cataluña", es un paso adelante en la bajeza política, que traerá cola y que dejará en la historia de la política española un triste olor a podrido.
Si se abre la veda en política del directo ataque publicitario y marquetiniano al contrario, el PP podría ahora proponer un eslogan que dijera, por ejemplo, "El PSOE utilizará tu "SI" para fundar otro GAL" y continuar así por la abierta ruta del envilecimiento político, un envilecimiento que termina por invadir a la ciudadanía y por degradar, detrás de la política, a la sociedad entera.
Lo que cada día está más claro es que Cataluña es el Stalingrado de Zapatero o el Vietnam del actual gobierno, si se prefiere un ejemplo más cercano. El referendum que debe servir para aprobar el Estatuto, impopular y rechazado en toda España, que hasta hace poco aparecía en el horizonte como un mero trámite que en Cataluña ganarían fácilmente Zapatero y sus amigos, es ya una amenaza incierta que despunta por un horizonte catalán cargado de nubes negras. Los técnicos dicen que puede perderse esa consulta si se encona la batalla política, si ERC apuesta decididamente por el "NO" y si Maragall y los suyos, que no son pocos, deciden morir matando.
Ante tanto desatino y error, la burguesía emprendedora catalana y los comerciantes, que son los que han empujado siempre el progreso catalán, están cada día más preocupados y prestan ya su apoyo, con más o menos evidencia, a una minoría razonable de catalanes que comienza a organizarse y a la que unen dos sentimientos igual de fuertes: el asco por la política y la conciencia de que el negocio (la prosperidad), amenazado, debe salvarse por encima de todo.
Algunos observadores y analistas empiezan a advertir que el envilecido eslogan anti PP del PSC puede volverse en contra del "SI". Por lo pronto, su bratalidad política arroja carnaza a la hoguera de la política catalana, que comienza ya a reclamar mesura y prudencia. El PP, minoritario y descentrado en Cataluña, acaba de recibir con ese eslogan un balón de oxígeno. Es tan duro el ataque que recibe que puede que el PP de Piqué sea beneficiado por esa reacción de protección que la sociedad siempre lanza para favorecer al débil y humillado frente al fuerte.
El secretario general del PP, Ángel Acebes, que se ha dado cuenta del fallo del adversario y de que tiene una oportunidad de oro, exigió la "retirada inmediata" de la precampaña del PSC, calificándola de ser una "práctica fascista" al querer atribuir a un partido "unas intenciones que no tiene".
Pero en las filas socialistas están encantados con el lema. A José Montilla le parece "fantástico" y López Garrido cree que responde a la "catalanofobia" del PP.
Pero ni siquiera es ese el principal problema de Zapatero en Catulaña, porque el eslogan de la precampaña del referendum presentado por los socialistas catalanes (PSC) "El PP utilizará tu 'no' contra Cataluña", es un paso adelante en la bajeza política, que traerá cola y que dejará en la historia de la política española un triste olor a podrido.
Si se abre la veda en política del directo ataque publicitario y marquetiniano al contrario, el PP podría ahora proponer un eslogan que dijera, por ejemplo, "El PSOE utilizará tu "SI" para fundar otro GAL" y continuar así por la abierta ruta del envilecimiento político, un envilecimiento que termina por invadir a la ciudadanía y por degradar, detrás de la política, a la sociedad entera.
Lo que cada día está más claro es que Cataluña es el Stalingrado de Zapatero o el Vietnam del actual gobierno, si se prefiere un ejemplo más cercano. El referendum que debe servir para aprobar el Estatuto, impopular y rechazado en toda España, que hasta hace poco aparecía en el horizonte como un mero trámite que en Cataluña ganarían fácilmente Zapatero y sus amigos, es ya una amenaza incierta que despunta por un horizonte catalán cargado de nubes negras. Los técnicos dicen que puede perderse esa consulta si se encona la batalla política, si ERC apuesta decididamente por el "NO" y si Maragall y los suyos, que no son pocos, deciden morir matando.
Ante tanto desatino y error, la burguesía emprendedora catalana y los comerciantes, que son los que han empujado siempre el progreso catalán, están cada día más preocupados y prestan ya su apoyo, con más o menos evidencia, a una minoría razonable de catalanes que comienza a organizarse y a la que unen dos sentimientos igual de fuertes: el asco por la política y la conciencia de que el negocio (la prosperidad), amenazado, debe salvarse por encima de todo.
Algunos observadores y analistas empiezan a advertir que el envilecido eslogan anti PP del PSC puede volverse en contra del "SI". Por lo pronto, su bratalidad política arroja carnaza a la hoguera de la política catalana, que comienza ya a reclamar mesura y prudencia. El PP, minoritario y descentrado en Cataluña, acaba de recibir con ese eslogan un balón de oxígeno. Es tan duro el ataque que recibe que puede que el PP de Piqué sea beneficiado por esa reacción de protección que la sociedad siempre lanza para favorecer al débil y humillado frente al fuerte.
El secretario general del PP, Ángel Acebes, que se ha dado cuenta del fallo del adversario y de que tiene una oportunidad de oro, exigió la "retirada inmediata" de la precampaña del PSC, calificándola de ser una "práctica fascista" al querer atribuir a un partido "unas intenciones que no tiene".
Pero en las filas socialistas están encantados con el lema. A José Montilla le parece "fantástico" y López Garrido cree que responde a la "catalanofobia" del PP.
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