Cataluña ha lanzado dos OPAS importantes contra España, una política, que pretende obtener un estatuto que la convierta en la región más poderosa, rica y privilegiada del país, con un status similar a la independencia, y otra energética, acuyo objetivo es lograr una posición dominante frente al Estado español a través del control de la vital energía.
Son dos operaciones que se enmarcan dentro del normal juego de poder que caracteriza a las modernas sociedades competitivas, pero, en el caso catalán, existe una novedad: las operaciones tienen truco y no son limpias.
En la OPA política, Cataluña, espoleada por una CIU más nacionalista, liderada por Artur Mas, quiere conseguir un estatuto que le garantice no sólo el predominio en España sino también un blindaje frente a las interferencias futuras de la nación española y de sus gobiernos, una especie de norma superior a la Constitución Española que garantice que el dinero de los catalanes será sólo para los catalanes. El truco consiste esn que la operación está desequilibrada y busca que el dinero de los españoles sea también para los catalanes.
Estamos, según muchos expertos y analistas, ante una burda operación catalana de colonización que, además, rompe normas básicas de convivencia y de justicia como son la igualdad entre los pueblos que forman una nación, la solidaridad y el sometimiento democrático a las mayorías.
Es algo parecido a la doctrina Roosevelt (América para los americanos), pero con truco y aprovechamiento, ya que aquí a lo que se juega a es a "Cataluña para los catalanes, y España también".
Los nacionalistas catalanes tienen miedo a la competencia internacional y saben que la riqueza de Cataluña se ha construido siempre sobre la explotación del mercado cautivo español. Y quieren seguir haciéndolo. Basta con echar un vistazo a las ventas de productos catalanes para descubrir que se venden bien en España y que fuera no son competitivos, salvo pequeñas excepciones. Cataluña ha forjado su riqueza sobre la ventaja y el proteccionismo. Es un dato histórico incontrovertible.
Ese objetivo de ser independientes y de quedarse también con el dinero, pero sin abandonar un escenario de mercado que les beneficia, es la trampa que también inspira la OPA a ENDESA.
Es una OPA con rasgos políticos y estratégicos que busca cimentar y fortalecer el dominio catalán sobre España, aunque sea también una operación que parece ajustarse a las reglas del mercado y de la libre competencia. Su punto débil, sin embargo, es que elimina competencia en el mercado y perjudica abiertamente a los consumidores, siempre indefensos ante el monopolio y el dominio y siempre más libres frente a la competencia y a la oferta diversificada.
Los que han destapado la caja de los truenos, aunque saben que las circunstancias políticas les beneficiaban, porque tenían al gobierno de ZP bien sujeto por sus zonas nobles, no han contado con la posible reacción del pueblo soberano, un factor que nunca suele contar para los políticos, pero que a veces suele dar sorpresas.
Los políticos y empresarios catalanes que han diseñado y puesto en marcha la operación contra ENDESA empiezan a tener miedo de la reacción de los ciudadanos, que pueden tomar sus propias y libres decisiones de represalia, acciones que ya tomaron cuando el nacionalismo catalán intentó debilitar la candidatura olímpica de Madrid 2012. Entonces, el boicot anticatalán se orientó hacia el Cava, pero ahora podría ser más amplio y tocar otros objetivos más estratégicos y de mayor contenido financiero.
Son dos operaciones que se enmarcan dentro del normal juego de poder que caracteriza a las modernas sociedades competitivas, pero, en el caso catalán, existe una novedad: las operaciones tienen truco y no son limpias.
En la OPA política, Cataluña, espoleada por una CIU más nacionalista, liderada por Artur Mas, quiere conseguir un estatuto que le garantice no sólo el predominio en España sino también un blindaje frente a las interferencias futuras de la nación española y de sus gobiernos, una especie de norma superior a la Constitución Española que garantice que el dinero de los catalanes será sólo para los catalanes. El truco consiste esn que la operación está desequilibrada y busca que el dinero de los españoles sea también para los catalanes.
Estamos, según muchos expertos y analistas, ante una burda operación catalana de colonización que, además, rompe normas básicas de convivencia y de justicia como son la igualdad entre los pueblos que forman una nación, la solidaridad y el sometimiento democrático a las mayorías.
Es algo parecido a la doctrina Roosevelt (América para los americanos), pero con truco y aprovechamiento, ya que aquí a lo que se juega a es a "Cataluña para los catalanes, y España también".
Los nacionalistas catalanes tienen miedo a la competencia internacional y saben que la riqueza de Cataluña se ha construido siempre sobre la explotación del mercado cautivo español. Y quieren seguir haciéndolo. Basta con echar un vistazo a las ventas de productos catalanes para descubrir que se venden bien en España y que fuera no son competitivos, salvo pequeñas excepciones. Cataluña ha forjado su riqueza sobre la ventaja y el proteccionismo. Es un dato histórico incontrovertible.
Ese objetivo de ser independientes y de quedarse también con el dinero, pero sin abandonar un escenario de mercado que les beneficia, es la trampa que también inspira la OPA a ENDESA.
Es una OPA con rasgos políticos y estratégicos que busca cimentar y fortalecer el dominio catalán sobre España, aunque sea también una operación que parece ajustarse a las reglas del mercado y de la libre competencia. Su punto débil, sin embargo, es que elimina competencia en el mercado y perjudica abiertamente a los consumidores, siempre indefensos ante el monopolio y el dominio y siempre más libres frente a la competencia y a la oferta diversificada.
Los que han destapado la caja de los truenos, aunque saben que las circunstancias políticas les beneficiaban, porque tenían al gobierno de ZP bien sujeto por sus zonas nobles, no han contado con la posible reacción del pueblo soberano, un factor que nunca suele contar para los políticos, pero que a veces suele dar sorpresas.
Los políticos y empresarios catalanes que han diseñado y puesto en marcha la operación contra ENDESA empiezan a tener miedo de la reacción de los ciudadanos, que pueden tomar sus propias y libres decisiones de represalia, acciones que ya tomaron cuando el nacionalismo catalán intentó debilitar la candidatura olímpica de Madrid 2012. Entonces, el boicot anticatalán se orientó hacia el Cava, pero ahora podría ser más amplio y tocar otros objetivos más estratégicos y de mayor contenido financiero.
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